Mariano Aguas Monreal nació en Molina (Guadalajara ) el 15 de agosto de 1847 y falleció en Badajoz el 25 de julio de 1925. Contrajo matrimonio y tuvo un hijo, Miguel Mariano Aguas de la Torre.
Realizó estudios superiores y obtuvo la licenciatura en Ciencias y en Farmacia. El 13 de julio de 1876 ganó por oposición una cátedra de Historia Natural, nombre que entonces recibían los estudios de Biología y Geología, siendo su primer destino el Instituto de Bachillerato de Segovia. Su incorporación al Cuerpo de catedráticos de instituto no estuvo exenta de polémica; hasta julio de 1875 ocupaba esa plaza el profesor Tomás de Andrés, que a su amor por la ciencia unía una destacada militancia republicana que le llevó a ser elegido diputado en las Cortes de la Primera República. Res taurada la monarquía con Alfonso XII, el marqués de Orovio fue nombrado ministro de Fomento, encargado por lo tanto de la Instrucción Pública, y suprimió por decreto la libertad de cátedra, forzando la salida de aquellos docentes que, como Tomás de Andrés, se negaron a aceptar sumisamente la imposición de explicar en las aulas, sin crítica posible, las doc trinas de la Iglesia Católica.
Esa vacante espuria es la que Mariano Aguas Monreal ganó y disfrutó. No desentonó del ambiente oscurantista que la circular del ministro Orovio quería establecer tanto en la Universidad como en la segunda enseñanza, y se alineó firmemente con la doctrina católica más intransigente, que en esos años se sentía amenazada por la teoría científica de la evolución humana que Charles Darwin había enunciado en 1871 en su libro El origen del hombre .
El recién nombrado catedrático sostenía que los científicos evolucionistas eran “espíritus intranquilos que se agitan en el estanque cenagoso de la impiedad, precipitando a la sociedad en el caos de la incredulidad, y en los funestos estímu los de una continua insurrección y alar ma”, amenazas de las que él se sentía liberado junto a quienes “confirmamos y admitimos todas las verdades, todos los principios de la cosmogonía de Moisés”.
En 1882 se trasladó a Soria, pero sólo permaneció dos cursos en la capital castellana, pues mediante una Real Orden del 31 de julio de 1884 se le nombraba catedrático de Historia Natural y Fisiología en el Instituto de Badajoz, en el que estaba destinado como catedrático de Geografía e Historia su paisano Anselmo Arenas López (*) , y en el que permaneció hasta su jubilación, en el año 1917.
Durante su estancia en la capital pacense desarrolló una actividad más propia del rigor científico que del pro pagandismo creacionista que le había inspirado en su etapa segoviana. Bue na parte de las colecciones botánicas y entomológicas del Instituto de Bachillerato de Badajoz se enriquecieron bajo su dirección. Además, fue miembro de la Sociedad Española de Historia Natural.
Escribió libros escolares de interés, entre los que destaca su Tratado elemental de Historia Natural , que se publicó en 1890 en la Tipografía La Industria, en Badajoz. Era un libro ambicioso, escrito “para que pueda servir de texto en los Institutos, Colegios, Seminarios y Escuelas Normales”, aplicando el método científico pero “deduciendo del estudio de esta ciencia así como de todas las demás, la grandeza y sabiduría del Autor de todo lo creado”. Unos años después publicó un librito de 80 páginas titulado Nociones de Historia Natural, un resumen del anterior. Ya con destino en el Instituto de la capital pacense dio a la imprenta su trabajo Elementos de Fisiología e Higiene, que fue publicado en Badajoz en 1899.
Solicitó, siempre sin éxito, el traslado a los Institutos de Murcia en 1890, de Alicante en 1891, de Castellón en 1895 y en 1896 para el Cardenal Cisneros de Madrid. También se presentó al concurso para ocupar la cátedra de Historia Natural en el Instituto de Guadalajara, en sustitución del profesor Facundo Pérez de Arce que había fallecido el 13 de octubre de 1898, y aunque obtuvo el destino solicitado porque renunciaron los dos candidatos que le antecedían, y hasta la prensa llegó a dar la noticia de su nombramiento, finalmente, no llegó a tomar posesión de la plaza.
Imagen: Caricatura de Mariano Aguas Monreal, dibujada durante su estancia en Segovia.