Alberto Mateos Arcángel, que nació en Albacete el 7 de agosto de 1900, vivió -y sufrió- con intensidad los avatares del siglo XX. Heredó de su padre, el historiador Rafael Mateos y Sotos, el interés por la cultura, la investigación y la difusión del conocimiento de la historia de su ciudad. Su afición al arte, al dibujo, al teatro y a los toros, que fueron especialmente intensos en su etapa juvenil, marcaron buena parte de su vida. El humor y la socarronería eran para él una constante, de la que daban fe todos los que le conocían.
Con apenas 14 años comenzó a publicar sus dibujos en El Pataco, suplemento juvenil del semanario albaceteño Eco Artístico. Y pronto amplió sus colaboraciones a otros medios locales y regionales como El 13, El Pueblo, La Ovación, La Lidia y Vida Manchega. Hacía caricaturas de personajes conocidos o publicaba viñetas humorísticas sobre temas de actualidad. En aquellos años, al menos hasta 1921, firmaba también sus trabajos con el seudónimo de Ali-K-ido. Con su traslado a Madrid para estudiar Filosofía y Letras en la Universidad Central entró en contacto con las publicaciones gráficas que se editaban en la capital, como Buen Humor, medio con el que inició una fructífera colaboración. El 14 de abril de 1920 tomó posesión de la plaza de archivero municipal de Albacete (durante la carrera había cursado asignaturas específicas relacionadas con Archivos y Bibliotecas).
La etapa valenciana
Entre 1924 y 1926, con ocasión de su servicio militar en Valencia, publicó a diario sus dibujos y viñetas en el periódico La Voz Valenciana. Hizo caricaturas de decenas de personajes de la vida política y social de Valencia: alcaldes, diputados, actores, artistas, toreros (con sus correspondientes escenas taurinas), miembros de asociaciones y entidades culturales, deportistas (incluidos equipos de fútbol al completo). A través de los trabajos de Mateos es posible hacerse una idea muy completa del devenir cultural y artístico de la ciudad del Turia.
Fue una tarea que continuó en años sucesivos ya en su ciudad, en periódicos como Defensor de Albacete y Diario de Albacete. Sus dibujos tenían entonces un marcado carácter costumbrista, que permiten trazar un certero perfil de la vida cotidiana de la época, de los problemas de la gente y de sus querencias e inquietudes. Otras veces, sus ilustraciones tenían un sesgo absurdo, muy en la línea del humorismo gráfico que se podía encontrar en publicaciones de ámbito nacional como el ya citado Buen Humor, o Gutiérrez, en la que Mateos también colaboró. En 1926 amplió en Madrid sus estudios de archivística e hizo caricaturas para el diario El Liberal, donde alternaba sus colaboraciones con el prestigioso dibujante Francisco Rivera Gil.
En 1928 realizó el cartel anunciador de la Feria de Albacete (también diseñó el de 1931) y empezó a dar clases de dibujo en el Instituto, primero como ayudante interino y luego como numerario. En estos últimos años de la década de los veinte Mateos fue también miembro destacado del Ateneo de Albacete, donde organizaba actos culturales y conferencias.
La II República y la Guerra Civil
Con el paso de los años, las viñetas de Alberto Mateos se fueron tiñendo de compromiso social y político en favor de la causa republicana, de la fue siempre un ardiente defensor. Entre 1930 y 1931 colaboró activamente con el Círculo Republicano, que presidía el médico Arturo Cortés. Cuando se proclamó la República y Cortés fue nombrado gobernador civil de Albacete, Mateos se convirtió en su secretario particular, que ahora llamaríamos su jefe de gabinete. Mateos publicó entonces viñetas muy críticas contra la Monarquía en el semanario republicano Voz del Pueblo y más tarde en su sucesor, Eco del Pueblo. Durante 1933 también publicó en otros dos semanarios republicanos: Juventud e Izquierda.
En 1934, tras nueve años de noviazgo, se casó por lo civil con Rosa Armero. La había conocido en los ensayos de La Rosa del Azafrán, donde ella cantaba. En 1935 nació su primera hija, María Teresa, y en 1937 la segunda, Rafaela.
Cuando estalló la Guerra Civil mantuvo su compromiso con la causa republicana y llegó a dirigir el diario popular Vida Obrera en 1937. Luego se trasladó a Barcelona como secretario particular del ministro de Obras Públicas, Antonio Velao Oñate. Al contrario de la mayoría de sus compatriotas republicanos, que en 1939 tomaron el camino del exilio, Mateos regresó a Albacete, donde estaba su familia, de la que de ninguna manera quería alejarse. Durante 9 años -entre abril de 1939 y junio de 1948- permaneció escondido, por miedo a represalias, en una casa de huéspedes propiedad de la familia de su esposa. Se convirtió, por tanto, en un topo, una figura que como demostrarían años después los investigadores, no fue precisamente excepcional en los primeros años del franquismo. El 12 de junio de 1939, el nuevo régimen le había destituido “con pérdida de todos sus derechos” como funcionario municipal por “ocupar la secretaría particular de un ministro del gobierno rojo” y por “haber publicado en la prensa caricaturas infamantes para el Glorioso Movimiento”. Durante los años que estuvo oculto, para sus dos hijas fue “don Tomás”. Cuando por fin, con la ayuda de unos falangistas que habían sido alumnos suyos, pudo asegurarse de que no quedaban cargos contra él, se reincorporó a la vida civil.
Últimos años en Albacete
Desde 1949, Mateos trabajó como cartelista y perito calígrafo, y más tarde como visitador médico. Entre 1955 y 1956 hizo caricaturas de todos los médicos que ejercían en Albacete. Se publicaron en unas carpetas editadas con el título Entre Doctores por los laboratorios “Carlo Erba”, para los que trabajaba. Desde 1957 hasta 1980 colaboró con artículos e ilustraciones en la Revista de Albacete y de su Feria (posteriormente Feria), publicación anual que se editaba con motivo de esos días festivos de septiembre que constituyen el mayor acontecimiento de la ciudad. Su sección se llamaba Quijos. Los tratos de los comerciantes, la picaresca de los feriantes y los toreros miedosos eran diana frecuente de sus humoradas. En cuanto a los textos de sus artículos, por lo general hacían referencia a aspectos poco conocidos de la historia de Albacete, a personajes curiosos o anécdotas olvidadas.
Al menos en dos ocasiones, en 1952 y 1970, Mateos solicitó oficialmente su rehabilitación como funcionario municipal, pero se la denegaron. Tuvo que esperar a la llegada de la democracia para ver reconocidos sus derechos. El pleno del Ayuntamiento de Albacete del 1 de abril de 1976 lo rehabilitó como funcionario a efectos de derechos pasivos, basándose en la ley de Amnistía de 1975. Hasta su nombramiento como Hijo Predilecto de la ciudad (17 de abril de 1986) tuvieron que pasar otros 11 años. En septiembre de 1986 fue el pregonero de la Feria, con un discurso que giró en torno a “La Feria no comenzó en los Llanos”. También obtuvo el reconocimiento de otras instituciones, como el Instituto de Estudios Albacetenses y el Ateneo de Albacete, que lo nombró socio de honor en 1980.
Mateos es autor de dos libros, publicados por la Diputación de Albacete: Del Albacete Antiguo, imágenes y recuerdos, que es una recopilación de fotografías históricas de la ciudad, comentadas por Mateos, que resulta muy reveladora tanto de su afición por la fotografía como de su cariño por Albacete. Y Evocaciones y recuerdos albaceteños, una selección de las crónicas que publicaba cada año en la revista Feria, con prólogo del investigador y archivero Francisco Fuster Ruiz, que fue el primero que reivindicó el valor de la obra del que considera su maestro.
Alberto Mateos falleció en Albacete el 23 de enero de 1987. El 26 de octubre de 2000 el Ayuntamiento de esta ciudad aprobó una declaración institucional que reivindica su figura como “víctima de la Guerra Civil”. El 19 de agosto de 2007, su hija María Teresa Mateos Armero, publicó en La Verdad, edición de Albacete, un artículo en el que “como albaceteña” reivindica el legado histórico y artístico de su padre y su pertenencia a la generación del 27. Hay en efecto, estudios que engloban a autores como Enrique Jardiel Poncela, K-Hito, José López Rubio, Miguel Mihura, Edgar Neville, Tono, Bon y Antoniorrobles en la que califican de “la otra generación del 27”, la de los humoristas. Por su temática, por sus inquietudes y por su mirada al mundo, la obra de Mateos puede encuadrarse también en ese universo en el que el humor, la risa y el absurdo se ponen al servicio del afán modernizador que era común al conjunto de la creación artística española en las primeras décadas del siglo XX.
Referencias
- MATEOS ARCÁNGEL, Alberto. Evocaciones y recuerdos albaceteños (con prólogo de Francisco Fuster Ruiz). Diputación de Albacete, 1983.
- MATEOS ARCÁNGEL, Alberto. Del Albacete Antiguo. Instituto de Estudios Albacetenses, 1983.
- MOLINA GÓMEZ, Juan Francisco. Mateos, un siglo de humor gráfico en Albacete. Instituto de Estudios Albacetenses, 2014.
- MATEOS ARMERO, María Teresa. “En el aniversario del nacimiento de Alberto Mateos”, en La Verdad, edición de Albacete, 19 de agosto de 2007.
- VV.AA. Catálogo de la exposición “Los humoristas del 27”. Museo Nacional Reina Sofía, 2003.