Amalio Fernández García, conocido como «Amalio el escenógrafo», fue uno de los artistas más importantes originarios de la provincia de Albacete. Nacido el 29 de agosto de 1860 en la casa cuartel de la Guardia Civil de La Gineta, su vida y carrera se extendieron por diversos continentes, dejando una huella imborrable en la escenografía teatral y cinematográfica.
Desde joven, mostró un gran talento artístico. A los 14 años, sus padres se trasladaron a Madrid, donde comenzó su formación profesional bajo la tutela del maestro valenciano Antonio Bravo y Alonso. Más tarde, su aspiración le llevó al prestigioso taller de Ferri y Busato, y posteriormente al de Pedro Valls y Bofarull, donde colaboró con artistas italianos y logró sobresalir en los mejores teatros de España y Europa. Su éxito culminó con la creación de su propio taller y su consagración en el Teatro Real de Madrid, especialmente por sus escenografías para las óperas de Wagner.
Casado con Jerónima Landero y Basso, con quien tuvo varios hijos, estuvo emparentado con el maestro Ruperto Chapì. En busca de nuevas oportunidades, emigró a América en 1905. Inicialmente se estableció en La Habana y luego en Nueva York, donde se unió a la Lee Lash Company como director de uno de sus talleres de arte. Aunque impresionado por los recursos de estos estudios, encontró frustrante la comercialización de la escenografía teatral. Después de una etapa exitosa pero insatisfactoria en Estados Unidos, regresó a España para trabajar nuevamente en el Teatro Real.
No obstante, en 1918, decidió volver a Norteamérica, esta vez dirigiéndose a Hollywood, donde destacó en la industria cinematográfica. Adolph Zukor, fundador de Paramount Pictures, lo contrató para pintar decorados en sus estudios. Sin embargo, su condición de español y su negativa a nacionalizarse norteamericano provocaron que su nomnre no apareciese en los créditos de las películas en las que trabajó.
Vivió en primera persona los desafíos a los que se enfrentó Hollywood, como la reducción del tamaño de los decorados, lo cual limitó su expresión artística. Además, sufrió el plagio de sus ideas en producciones como «Sangre y Arena» y «Don Q, hijo del Zorro». A pesar de estos reveses, soñaba con dirigir una gran película en español y crear una empresa cinematográfica en España, pero esos proyectos no los pudo llevar a cabo.
En 1927, cayó gravemente enfermo y fue ingresado en el Queen of Angels Hospital en Los Ángeles. Sin recursos para cubrir los gastos médicos, dependió de la caridad de la Paramount Pictures para recibir tratamiento. Finalmente, falleció de cáncer de pulmón el 24 de enero de 1928. A pesar de su renombre, sus últimos días fueron de miseria y soledad.
Los restos de Amalio Fernández descansan en el cementerio Hollywood Forever, en la «sección 5, lote 642, tumba 1». Contrariamente a las leyendas, su tumba carece de cualquier indicación y no se encuentra cerca de figuras destacadas del cine. Este final trágico contrasta con la brillante carrera que tuvo y refleja las dificultades y desilusiones que enfrentó en sus últimos años.
Imagen: Promoción cultural de la Escuela de Arte Albacete. Actividades de promoción artística realizadas por alumnos y profesores de la Escuela de Arte Albacete (https://jovenescreativosdealbacete.blogspot.com/). Entrada con motivo de la exposición organizada por la Diputación de Albacete, en el Centro Cultural La Asunción (Albacete), desde el 15 de octubre al 14 de noviembre de 2009. Con fondos del Museo Nacional del Teatro (Almagro), para conmemorar el 150 aniversario del nacimiento del escenógrafo Amalio Fernández García.