Nace en Madrid en abril de 1914, donde vive sus primeros años. Por motivos de salud, se traslada a Toledo a los siete años, donde es adoptada por sus tíos maternos, Rodrigo Martínez y Consuelo Caballero, y por ello, se convierte en la quinta generación de una saga propietaria de la Confitería Santo Tomé cuyo origen se remonta a 1856.
Tanto la empresa como la familia superan desde sus orígenes plagas, crisis y guerras, llegando hasta nuestros días cómo la única que ha funcionado sin interrupción desde su fundación. En 1942 se casa con el industrial Jerónimo de Mesa Alonso, empresario con establecimiento de venta, reparación y distribución de electrodomésticos bajo el nombre de “La voz de Oro”. Tendrían 3 hijos: Rodrigo, Ángel Luis y Juan Ignacio.
En 1953, a la muerte de Rodrigo Martínez, se pone al frente de la empresa, consiguiendo un hito en la época, ser mujer empresaria, y además la primera en las confiterías toledanas de la época.
En 1954, se asocia el nombre de Santo Tomé como la denominación comercial del negocio, interrumpiendo lo que hasta ese momento fue la tradición de poner el nombre propio del propietario a la empresa (Confitería de Pérez, Confitería Martínez, Confitería Rodrigo Martínez…). Este hecho es significativo, ya que desvincula el nombre del negocio con el nombre masculino del propietario, ahora una mujer, y lo vincula con el nombre de la calle, iglesia cercana y el propio barrio.
En 1959, abre una primera sucursal en la plaza de Zocodover, centro neurálgico de Toledo en ese momento.
Ángela Ruiz, actualiza la imagen del negocio, no sólo reformando la fachada de la tienda de la calle Santo Tomé, sino modificando la decoración de las cajas de anguilas y el diseño de etiquetas comerciales, de la mano de dos artistas Tomás Camarero (1934-2004) y Pedro Sánchez Colorado (1930-2017).
También “sube de categoría” a las marquesitas tradicionales pasando a registrar el nombre de “princesitas” para este dulce tan toledano.
Durante las décadas al frente de Santo Tomé, mantuvo el rumbo en todo momento, incluidos las crisis, cambios sociales, así como modernizando y actualizando los productos, añadiendo cada vez más variedad en su oferta.
En la década de los años 60 comenzó una tendencia de desarrollo industrial en España, que polarizan la posición entre empresas modernas y tradicionales. Es en estos años cuando Ángela toma la decisión de mantener la tradición artesana y no industrializarse, así como no trasladar el área de producción al nuevo polígono industrial que se situaría fuera del casco antiguo de Toledo. Esta decisión marcaría el futuro de la empresa, ya que, aunque limitaría la expansión y crecimiento, aseguraba mantener la política que ha llegado a día de hoy: alta calidad con las mejores materias primas y contacto directo con el cliente.
Es durante los años 60 y 70, con el incremento de turismo y el reconocimiento de los clientes, en el que Ángela ve consolidada su visión de mantenerse con la tradición.
Sus hijos, según la tradición familiar, colaboraban en los trabajos de la confitería desde niños, compaginando estudios y diversas tareas en el obrador o tiendas. Tras los estudios superiores, sus hijos se fueron desvinculando profesionalmente del trabajo en la confitería poniendo en marcha otros proyectos.
En 1972, Ángela toma como sucesora a su nuera Inés Gárate, confiándola la dirección y gerencia del negocio. El apoyo y entendimiento de estas dos mujeres hace que se acometa la reforma integral del caserón del siglo XVI dónde se sitúa el Obrador. En 1979 transforma el negocio en la sociedad mercantil “Santo Tomé S.A.” siendo administradora única Ángela Ruiz, la propiedad recaería en sus hijos (Rodrigo, Ángel Luis y Juan Ignacio) y la gerencia y dirección en Inés Gárate.
En la década de los años 80 bajo la iniciativa de Inés y con el apoyo total de Ángela comienza la expansión comercial en Toledo, con nuevos locales, y ampliando el de Zocodover. También se tiene presencia en Talavera de la Reina con dos locales, una aventura que duraría 5 años.
En 1992 siguiendo los pasos dados anteriormente, se busca la ayuda del diseñador Alberto Corazón para modernizar la imagen y la marca de Santo Tomé, incorporando logo corporativo, así como estableciendo los colores que a día de hoy identifican la empresa.
Desde que diera la dirección a Inés en la década de los años 70 del siglo XX, se podía encontrar a Ángela todos los días de las campañas de Navidad en su puesto, decorando anguilas, coordinando la decoración de barras y roscas de mazapán, hasta 1995, su última campaña, incluso en los últimos años que tenía que ser izada de la silla de ruedas cual reina en su casa.
Fallecería el 30 de enero de 1996.
Angela Ruiz, fue mujer empresaria cuando las mujeres no podían serlo, se tomó esa libertad porque nunca pensó que no la tenía en la mano, dejó la empresa a sus hijos, pero las riendas se las entregó a otra mujer, su nuera Inés Gárate. En vida era conocida como Angelita, “la Jefa”, no por ser la mujer del jefe, como solía ser el caso, sino porque realmente era ese papel el que obtuvo y ejerció. Fue en todo momento una mujer activa, social, viajera e independiente. Amante de su familia disfrutaba juntando a toda la familia y organizando comidas y encuentros con todos ellos. Viajó por todo el mundo con su marido, tanto en viajes empresariales como en viajes culturales.
Defendió de la mejor manera la importancia del papel de la mujer en la sociedad española de la única forma que podía, haciendo sin dudar lo que quería de una forma tan natural que nadie pudo frenarla.
Tuvo una excelente relación con los trabajadores, incluso en momentos en los que había bandos en España y dentro de su empresa. Destacaban de ella que trataba a todos por igual y que protegía a todos los que podía, fueran del “bando” que fueran. Es por eso por lo que se la recuerda con admiración y cariño por todos los que trabajaron con ella.
Fue un referente por su personalidad e independencia, demostrando que no aceptaba que se le impusiera nadie que no tuviera argumentos para convencerla.