Nació Antonio Aragonés Subero en la localidad de Yélamos de Abajo (Guadalajara), en el corazón de la Alcarria guadalajareña, el 20 de diciembre de 1921, hijo de José Aragonés Marín y de María de la Exaltación de la Santa Cruz Subero Pastor; matrimonio que desde Arnedo (La Rioja), localidad originaria de María de la Exaltación, en cuya población se encontraba destinado como administrador de la prisión don José Aragonés, se trasladó a Guadalajara, en cuya cárcel provincial pasaría a desempeñar idéntico cargo, desde el que ascendería a subdirector y, a partir de 1935, director de dicho establecimiento, encontrándose bajo su cargo cuando, el 6 de diciembre de 1936 se produjo la masacre que terminaría con decenas de prisioneros muertos, en represalia por los bombardeos franquistas de la ciudad, unos días antes. Acto en el que, como más adelante pudo demostrar, don José Aragonés Marín nada tuvo que ver, ya que desde el mes anterior se encontraba en su localidad natal por motivos de enfermedad. Siendo exonerado de cualquier cargo al término de la guerra y, continuando su carrera en el funcionariado alcanzaría el grado de jefe superior de la Administración Civil.
Continuando con la carrera en el funcionariado de don José Aragonés, todos sus hijos siguieron sus pasos, estudiando en Guadalajara, continuando con el Bachillerato en su Instituto provincial, y accediendo a la carrera de magisterio, desde la que en el caso de los varones, Antonio y Julio, accederían al funcionariado.
El final de los estudios de Magisterio, que nunca llegaría a ejercer, le llegó a Antonio Aragonés Subero al tiempo que se declaraba la Segunda Guerra Mundial, y en España se preparaba para intervenir en Rusia la llamada División Española de Voluntarios, o División Azul, en la que se enroló, partiendo hacia Rusia en 1941, permaneciendo en aquellos frentes hasta el mes de septiembre de 1942, en que regresó a España, el día 10 de ese mes, al tiempo que hacia Rusia marchaba, para ocupar plaza en la misma división, su hermano Julio. Su trabajo en la división fue premiado con la “Cruz de Hierro”.
En Rusia se distinguió, desde su llegada, como un hábil cronista de lo que estaba aconteciendo, principalmente relatando para los periódicos provinciales, a modo de corresponsal de guerra, la vida en los campos de batalla, de manera especial de los hombres que habían partido de Guadalajara; sus crónicas vieron la luz en algunos periódicos nacionales, al tiempo que lo hacían en los de Guadalajara, firmando sus crónicas como “Antonio Aragonés”, “Miguel Strogoff” o “El Correo del Zar”, dando a sus reportajes el título genérico de “Notas de mi macuto”.
A su regreso, y ya en Guadalajara, se incorporó como funcionario en la administración de la “Obra Sindical de Educación y Descanso” en la provincia, en la que desempeñaría el resto de su vida laboral; primero como administrativo en la ya dicha Delegación de Guadalajara; más tarde como subdirector y, finalmente, a partir de 1943 como jefe provincial. Recorriendo, en el desempeño de sus cargos, la provincia de Guadalajara, conociendo sus costumbres y gentes, al tiempo que se despertó la curiosidad por la etnografía, dado que, en parte, su obra administrativa trató de rescatar costumbres y tipismos que, tras la guerra y despoblación de muchas localidades, comenzaban a perderse.
Al tiempo, colabora en los periódicos provinciales, interviniendo en la fundación de la revista Reconquista, dependiente de la Secretaría del Movimiento, con algunos de los nombres más sonoros de la cultura guadalajareña de este tiempo, entre los que se cuenta a Francisco Layna Serrano, Antonio Castillo de Lucas, Sinforiano García Sanz o José Sanz y Díaz, entre otros.
Tras su paso por Guadalajara, en el mes de abril de 1949 pasaría a ocupar idéntico cargo de jefe provincial de Educación y Descanso, en la provincia de Madrid. Continuando con pequeñas colaboraciones en la prensa provincial, y destacando como uno de los fundadores, y principales intervinientes, en el desarrollo de lo que ha de ser el Moto Club Alcarreño de Educación y Descanso que le hará merecedor, como uno de los pioneros en el motorismo provincial, a la Insignia de Oro al Mérito Deportivo, de esta institución, en el mes de enero de 1968.
De sus viajes a lo largo de las décadas de 1940 y 1950, así como de su relación amistosa con algunos de los estudiosos del folclore y cultura provinciales, desarrollaría la idea, al final de la década de 1960, de trasladar a libro sus notas sobre etnografía, danzas, música, gastronomía, etcéera, que relacionadas con la provincia de Guadalajara reunió, componiendo con ellas dos volúmenes: Danzas, rondas y música popular de Guadalajara y Gastronomía de Guadalajara, que presentará en 1972 a los recién convocados premios “Provincia de Guadalajara”, a celebrarse con motivo del XI Día de la Provincia, en el mes de junio de ese año en la capital, obteniendo con ambos libros los dos primeros premios de lo que en adelante sería el “Premio de Historia Provincial Francisco Layna Serrano”, historiador fallecido el año anterior.
El jurado designado por la Diputación, acordó entonces conceder “los dos premios, de ensayos literarios, a don Antonio Aragonés Subero, por los trabajos presentados sobre los dos temas del concurso: a) Gastronomía típica en la provincia de Guadalajara, y b) Rondas, danzas, y música popular en la provincia de Guadalajara”. Ambos libros serían editados por la Institución Provincial “Marqués de Santillana” en 1973, y reeditados en 1983.
La aparición de ambas obras fue recibida con cierta expectación, puesto que era la vez primera en la que ambos temas, etnografía y gastronomía, se trataban de una manera más o menos oficial, dentro de la literatura de estudio e investigación en el ámbito provincial. Siendo prologados, el dedicado a las danzas y rondas, por el erudito escritor e historiador de Pastrana, Francisco Cortijo Ayuso; mientras que el dedicado a la gastronomía sería prologado por quien más tarde obtendría el premio Nobel de Literatura, Camilo José Cela, con quien Aragonés Subero mantendría una cordial amistad. Diseñando la portada el pintor gallego, afincado en la provincia de Guadalajara y también residente en Yélamos de Abajo, Rafael Pedrós Lancha. Ambas obras se convertirían en un referente en su clase para el estudio de la gastronomía y el folclore de la provincia.
La reunión que Aragonés Subero mantuvo con Camilo José Cela y otros escritores en su localidad natal, a fin de revisar las galeradas de la obra, supuso para la localidad, y la historia literaria provincial una especie de fiesta que tendría lugar el 28 de julio de 1973 en la bodega del autor.
La merienda consistió en tocino magro, queso curado, migas de la Alcarria, chuletas a la brasa, chorizo sudao, pestiños y crispines de Budia, té de roca y aguardiente de Morillejo. En la despedida, Aragonés Subero regaló a don Camilo José Cela un garrote, unas alforjas y un pan, por si quería volver a echarse al camino de la Alcarria, puesto que continuaba el éxito literario de su obra Viaje a la Alcarria, llevado a cabo en 1947.
Ambos libros dieron a Aragonés Subero, en el folclor provincial, un honroso lugar; siendo designado consejero del Instituto de Cultura Provincial “Marqués de Santillana”, y pasando a ocupar una vocalía en el Consejo de Redacción, al crearse en 1986 la revista Cuadernos de Etnología de Guadalajara, editada por la Diputación, vocalía que mantendría hasta pocos meses antes de su fallecimiento.
Colaboró, como en líneas anteriores se apuntaba, con la prensa provincial, junto con otras más localistas; concluyendo su vida laboral en Madrid como secretario de Estudios Hidráulicos del Instituto Nacional de Industria y de las Cofradías de Pescadores.
Contraería matrimonio, en el mes de abril de 1947, con Carmen Domarco Navas, de cuya unión nacería una única hija, Carmen Aragonés Domarco.
En 1986 la Diputación de Guadalajara le haría merecedor de la “Placa al Mérito Cultural”. La Obra Sindical de Educación y Descanso le hizo igualmente entrega de la Medalla de Plata en el mes de julio de 1949.
Antonio Aragonés Subero falleció en Madrid, el 9 de marzo de 2011, siendo sepultado al día siguiente en su localidad natal de Yélamos de Abajo.
Obra principal:
- Danzas, rondas y música popular de Guadalajara, Guadalajara, 1973.
- Gastronomía de Guadalajara, Guadalajara, 1973.
Obra secundaria:
- Gastronomía de Matanza, panadería y dulcería (Cultura Tradicional de Guadalajara), Guadalajara, 1985.
- Refranes de Guadalajara (Calendario tradicional de Guadalajara), Guadalajara, Diputación, 1986.
- La miel, antes, ahora y siempre (VIII Feria Regional Apícola de Castilla-La Mancha, 1988, pp. 11-35.
- La Cocina tradicional en la provincia de Guadalajara, Escuela de Folklore Provincial de Guadalajara, junio, 1989.
- “El Paso del Marojo. Ritos de Paso y Tradiciones mágico-medicinales”, Cuadernos de Etnología de Guadalajara, nº 24 (1992), pp. 7-60.
En revistas locales de Pastrana y Peñalver, los artículos: “Palabrerío Alcarreño”, “Dulcerío Alcarreño”, “Origen del juego de bolos en la Alcarria” o “La fiesta de los mayos en la villa de Pastrana”. Igualmente, sobre gastronomía y folclore ofreció numerosas conferencias en centros culturales de Guadalajara y Madrid.