Antonio Blázquez y Delgado-Aguilera nació el 2 de marzo de 1859 en Almadén. Cursó el bachiller en Artes y estudios de Filosofía, Literatura y Geografía en la Universidad Central y en la Academia de Administración Militar de Ávila, donde después fue profesor. En la carrera militar fue subintendente militar de segunda clase, intendente de división y alcanzó el grado de general.
Con 22 años inició el ejercicio docente como profesor de Geografía en la Escuela Superior de Guerra. Su formación con Rafael Torres Campos, secretario general de la Sociedad Geográfica de Madrid, miembro de la Real Academia de la Historia (RAH) e introductor de las corrientes geográficas europeas y sus metodologías, marcaron su visión renovadora de la Geografía y la Historia. Este interés se traslada en la redacción de los manuales de Geografía que materializaron el espíritu de la Comisión de reforma del plan de estudios de las academias militares, de la que él mismo formó parte. La vertiente docente se alimentó de su condición de riguroso y prolífico investigador, convirtiéndose en un estudioso de referencia ineludible en el estudio de las vías romanas, que tan bien ejemplifica la estrecha relación entre la Geografía y la Historia imperante en su época.
Entre sus aportaciones más conocidas en este campo se encuentran sus trabajos sobre el “Nuevo estudio sobre el Itinerario de Antonino” (Boletín de la Real Academia de la Historia, 21, 1892), “La milla romana” (Boletín de la Real Academia de la Historia, 32, 1898) y diversos análisis sobre trazados viarios romanos que interesan a la región castellanomanchega y que fueron publicados en las Memorias de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades entre 1917 y 1923. El seguimiento e inspección de los caminos sobre el terreno convierten sus trabajos en una referencia historiográfica inexcusable en la identificación de la red de comunicaciones romanas en nuestro territorio. Aunque sus conclusiones sobre el valor cambiante de la milla romana han sido cuestionadas con posterioridad, sus descripciones de restos de caminos y de miliarios verificados mediante un enjundioso trabajo de campo son siempre una información de base ante la desaparición posterior de gran parte de los restos que él identificó y describió.
También su profundo conocimiento sobre itinerarios y cartografía medieval y moderna –vertido en estudios como Descripción de España por Abu-Abd-Allá Mohamed al Edrisi (Madrid, 1901), El itinerario de Fernando Colón y las relaciones topográficas (Madrid, 1904) o Historia de la Cartografía española en la Edad Media (Madrid, 1906), entre otros– alimentó su interés por el análisis de la caminería histórica.
El 23 de octubre de 1908 fue nombrado académico de número en la Real Academia de la Historia, pronunciando su discurso de ingreso el 16 de mayo de 1909, que versó sobre la geografía de España en el siglo XVI. En la RAH fue vocal de la Comisión de Hacienda y presidente de la Comisión de Indias, lo que le llevó a participar en el arbitraje sobre la disputa territorial entre Perú y Ecuador. A pesar de su interés por temas internacionales, no descuidó el afán investigador sobre su tierra de origen en calidad de cronista provincial de Ciudad Real, como acredita su Historia de la provincia de Ciudad Real (Ávila, 1898), precedida por sus Apuntes para la historia de la provincia de Ciudad Real (Ciudad Real, 1888) y a los que se suma La Mancha en tiempos de Cervantes (Madrid, 1905), con motivo del IV centenario de la publicación del Quijote. Su compromiso con la historia provincial se materializó también en el prólogo que abre el Diccionario histórico geográfico de la provincia de Ciudad Real de Inocente Hervás y Buendía (Ciudad Real, 1890).
Fue, asimismo, miembro de la Real Sociedad Geográfica, donde se integró en un grupo de profesionales de la disciplina que aportó calidad y mejoró su desarrollo en la España prebélica. En esta institución ostentó el cargo de Bibliotecario entre 1900 y 1929. Su gran conocimiento sobre temas americanos emana de su condición desde 1904 como miembro de las Comisiones Permanentes de la Unión Iberoamericana, surgida en 1880 y se alimentó después con investigaciones sobre: Modernas exploraciones y estudios geológicos y geográficos en México y en la América central y meridional (Congreso Geográfico Hispano-Portugués-Americano, 1892); Tres relaciones de tierra y descubrimientos del s. XV (II Congreso Internacional de Geografía e Historia Iberoamericana, 1921).
Su interés por la ciencia geográfica se traslada en la traducción al español del Curso de Geografía de Paul Vidal de la Blache (Barcelona, 1914), contribuyendo a introducir los principios de la corriente posibilista y remarcando el valor de la región como marco de estudio. Su proyección francesa le valió la concesión del premio Jomard por la Société de Géographie de Paris en 1908. También fue miembro de honor de la Sociedad Geográfica de Lima y recibió numerosos reconocimientos y distinciones, entre ellas la Gran Cruz de Isabel la Católica y la Gran Cruz de San Hermenegildo o el título de Comendador de la Orden de Carlos III.
De ideología conservadora, tras la Guerra Civil se declaró franquista y obtuvo la condición de miembro del Instituto de España, creado en 1937 para favorecer la interacción y fraternidad de las diez reales academias nacionales.
En suma, la de D. Antonio Blázquez y Delgado-Aguilera fue una larga carrera, con una prolífica nómina de publicaciones (más de 140) y un destacado interés por la investigación sobre temas históricos y geográficos que finalizan con su fallecimiento el 14 de febrero de 1950 en Madrid.
Bibliografía:
- Almoguera Sallent, Pilar, “Buscando los orígenes: D. Antonio Blázquez y Delgado-Aguilera. Historiador, Geógrafo e Intendente militar”, Espacio y Tiempo. Revista de Ciencias Humanas (2011), pp. 61-43.
- Beltrán y Rózpide, R., “Discurso en respuesta al nuevo académico D. Antonio Blázquez”. Boletín de la Real Sociedad Geográfica, LI, 2º trimestre (1909), pp. 256-270.