Antonio Cañizares Peñalva, nació el 26 de marzo de 1895, en Hondón de las Nieves (Alicante), y falleció el 9 de agosto de 1966, en Ciudad de México (México). Concejal de Elche (1920). Alcalde de Puertollano (1931). Diputado socialista por Ciudad Real (1931-1933). Compromisario socialista por Alicante para la elección de presidente de la Segunda República (1936). Exiliado en México (afiliado a la sección del PSOE).
Actualmente, a Hondón de las Nieves lo separan de Elche unos 18 kilómetros. Sin embargo, en 1898, cuando Antonio Cañizares hizo ese viaje con su familia, sería bastante más penoso que ahora y, desde luego, no sabía que ese solo era el primer desplazamiento de los muchos que hizo en su vida.
Solo tres años después, apenas sin cumplir los seis de edad, ya trabajaba en una fábrica de alpargatas, confirmando sus orígenes humildes. Además, su precocidad laboral corrió pareja con su conciencia política, pues en 1903 participó en la huelga general de los alpargateros ilicitanos. Si con ocho años sucedió eso, no nos puede extrañar que en enero de 1910 fuera miembro de la UGT, estuviera afiliado a la Agrupación Socialista de Elche y, finalmente, a la Juventud Socialista (JS), muy poco tiempo después.
Pronto se convertiría en presidente de la JS, lo que le llevó a participar en el IV Congreso de la Federación Nacional (Madrid, 1915), ostentando también la representación de Castellón, Alicante y Crevillente. Seguramente allí, oiría hablar por vez primera de Puertollano, al coincidir con la representación de la ciudad manchega. Pero, con los antecedentes citados, casi resulta natural que en la huelga de 1917 fuera uno más de los socialistas encarcelados en el castillo de Santa Bárbara de Alicante.
A punto de cumplir 26 años, el 6 de marzo de 1921, publicó un escrito en El Liberal de Murcia, titulado “Elche en la miseria”, en el que habló de la gravísima situación atravesada por el movimiento obrero alpargatero. Cañizares no ahorró críticas a los patronos por el cierre patronal y los acusó de egoístas, de tener el corazón muy duro y de no albergar algún buen sentimiento o amor por sus conciudadanos. A causa de este artículo fue procesado por un delito de imprenta dos años después, al suponerse que propagaba injurias contra la autoridad, siendo absuelto casi un año después. Peor suerte correría en dos ocasiones posteriores, a causa de sus textos en defensa de los trabajadores: en 1923 se le condenó a cinco años de destierro a doscientos kilómetros de Elche, y en junio de 1924, a tres años y seis meses de destierro, a cien kilómetros de Elche, y a 250 pesetas de multa.
Fue por ese motivo por el que se trasladó a Valencia en junio de ese año, donde el IX Congreso de la Federación Socialista de Levante (junio de 1925), lo eligió secretario del Comité Regional, presidido por Francisco Sanchís.
El siguiente hito en la vida de Cañizares se produjo con la muerte inesperada de Manuel Fraile (enero, 1927), secretario general de la poderosa Federación Regional de Sindicatos de Peñarroya (FRSP). Rápidamente, los obreros andaluces le ofrecieron marcharse a la ciudad cordobesa para trabajar en su secretaría, cosa que aceptó. Aunque le condonaron la pena de destierro que le quedaba por cumplir y regresó a Elche un tiempo, finalmente decidiría quedarse en Andalucía. Tenía 32 años y su indiscutible experiencia como líder sindical y político, lo llevaría a ocupar los cargos de secretario general de la UGT y del PSOE de Peñarroya, aparte de dirigir el periódico Baluarte Obrero. Justo en ese tiempo se produjo un hecho significativo para su futuro: en julio de 1927 conoció a Leonardo Rodríguez, que asistió al II Congreso de la FRSP, y luego lo sucedería como alcalde socialista de Puertollano.
Cuando en septiembre de 1928 tuvo lugar el XVI Congreso de la UGT y ambos volvieron a coincidir en Madrid, no se conocía que el 6 de octubre siguiente Antonio Cañizares dimitiría como secretario general del sindicato andaluz para trasladarse a Puertollano. Como vamos a ver, no sería el último lugar que lo acogería en su vida. De momento, el encuentro con Leonardo Rodríguez no sería ajeno a que, al día siguiente de su llegada, tomara posesión, interinamente, de la secretaría general del Sindicato Minero Metalúrgico (SMM) de esta localidad.
Su proverbial nivel de actividad, y su contrastada preparación, encontró en Puertollano lugar adecuado para impulsar la extensión del socialismo, incluso a nivel provincial, lo que lo llevaría hasta Manzanares, Valdepeñas, Almadén o Cabezarados. En cuanto a la prensa, empezó por defender la implantación aquí de la Escuela Industrial de Aprendizaje, como medio para formar mejor a los obreros y evitar accidentes, o la constitución de Comités Paritarios, compuestos por patronos y obreros, para regular cuestiones relativas al trabajo. Dado su evidente nivel de compromiso, en 1929 fue elegido presidente de la Agrupación Socialista.
Por otro lado, en una ciudad minera en crisis desde el final de la Primera Guerra Mundial, (perjudicada por la creación del monopolio de combustibles de CAMPSA y por la construcción del ferrocarril a Córdoba), construir una fábrica de destilación de pizarras se vio como la panacea para salir adelante.
Finalizaban los años 20 con Antonio Cañizares asentado en su liderazgo y muy bien relacionado, por ejemplo con Manuel Llaneza, presidente de la Federación Nacional de Mineros, con el que constituyó el Sindicato Minero de Almadén. Por otro lado, la experiencia de haber dirigido el semanario socialista ilicitano Trabajo, también le permitió ser director de Emancipación, periódico de la Casa del Pueblo, cuyo primer número vio la luz en febrero de 1930, e incluso corresponsal de El Socialista (1931).
Para cuando llegaron las elecciones del 12 de abril de 1931, su bagaje político era tan amplio que Leonardo Rodríguez y él encabezaron la candidatura vencedora de la Alianza Republicano-Socialista, que obtuvo 15 de los 22 concejales. Dos días después, al proclamarse la II República, el que apareció en el balcón del Ayuntamiento luciendo la vara de alcalde fue Antonio Cañizares. Era el preludio de lo sucedido el día 16: en la constitución del nuevo Ayuntamiento, se le designó como alcalde, el primero socialista que ocupaba el cargo en Puertollano. Tenía 36 años. Sin embargo, hubo un contrapunto dentro de la algarabía reinante: lamentó que hubiera personas trabajando en contra del régimen naciente. Habrá quién se plantee la causa de que Leonardo Rodríguez, presidente de la Agrupación Socialista en aquel momento, fuese relegado por Cañizares. Pues bien, su liderazgo no fue ajeno al hecho de que su prestigio dentro del Partido y la UGT a nivel federal, ya le hiciera figurar entre los posibles candidatos a diputado, lo que, siendo alcalde, facilitaría su elección.
Prueba de lo anterior es que, ante las elecciones a Cortes Constituyentes (junio, 1931), el flamante alcalde se implicó en ellas desde el inicio, junto a Marino Saiz, presidente de la Agrupación de Almodóvar. De la misma forma, Cañizares formó parte de la primera lista provincial de la conjunción republicano-socialista, junto a sus compañeros Antonio Cabrera (Madrid) y Fernando Piñuela —alcalde de Ciudad Real—, y otros republicanos. En Ciudad Real, Piñuela obtuvo 47.401 votos, mientras Antonio Cañizares logró 44.289 (el quinto, detrás de Eduardo Ortega y Gasset, Aurelio Lerroux y Alberca. En consecuencia, dos meses y medio después de ser proclamado alcalde, Cañizares presidió su última sesión el 4 de julio de 1931. Proclamado diputado el 27 de julio siguiente, se le aceptó su dimisión como primer edil el 29 de agosto y dos días después. Leonardo Rodríguez Barrera fue elegido para sucederle.
Convertido en diputado, su gran caballo de batalla sería defender la construcción de la destilería de pizarras bituminosas, apoyado en un informe del ingeniero Luis Jordana. Tengamos en cuenta que entonces se creía que la vida útil de las explotaciones de hulla no iría más allá de unos doce años (“la vida en Puertollano se está terminando”), por lo que la necesidad de la destilería era perentoria. En ese sentido, la actuación principal la realizó el 25 de mayo de 1932, al intervenir en el Congreso, interpelando al ministro Marcelino Domingo. ¿Su resultado? Crear una Comisión de tres ingenieros –entre ellos, Jordana–, para que en el plazo máximo de un año dictaminara todo lo que permitiera al Estado decidir sobre el asunto. Sin embargo, como sabemos, la idea no cristalizaría.
Al disgusto, se sumaron los problemas de la República, pues las Cortes Constituyentes se disolvieron y Antonio Cañizares dejó de ser diputado el 9 de octubre de 1933. Con un gobierno de izquierdas completamente desgastado, y el alejamiento de republicanos y socialistas, las elecciones se convocaron para el 19 de noviembre. La candidatura en solitario del PSOE la formaron Cañizares, Piñuela y Cabrera (exdiputados), Benigno Cardeñoso, Narciso Vázquez, Regina García, Andrés Saborit y Marino Saiz, que no evitaron la sustancial victoria derechista. Por la provincia de Ciudad Real sólo Saborit consiguió el acta entre los socialistas.
Tras la debacle, el PSOE creyó que solo le quedaba contraer el compromiso de desencadenar la revolución. Para encarar 1934 y un reto semejante, la Agrupación local eligió a Antonio Cañizares como presidente, mientras la derecha lo convirtió en el blanco de sus ataques. Por entonces, un hecho destacable, de cara a lo que se avecinaba, era que la sede provincial de la JS estaba en Puertollano, presidida por José Piedrabuena. Cuando en julio se celebró aquí un Congreso, el mensaje fue meridiano: “los momentos actuales no permiten otra salida que la insurrección armada para adueñarse del poder político”.
El viernes 5 de octubre de 1934, Puertollano amaneció con el paro general de las minas, talleres dependientes de ellas, y oficinistas de la Sociedad de Peñarroya. Aparte, se produjo la quema de periódicos derechistas y se paró un tren en la estación. Antonio Cañizares, dirigente del Comité revolucionario de Puertollano, estuvo también en contacto con la localidad de Abenójar, donde murió un guardia civil. De forma que él fue uno más de los muchos detenidos. Sometido a consejo de guerra el 9 de enero de 1936, acusado como inductor de un delito de rebelión militar por los sucesos de Abenójar, se pidió la pena de muerte, aunque, finalmente, se le condenó a cadena perpetua y recobró la libertad por la amnistía del 22 de febrero, tras pasar diecisiete meses encarcelado.
Se da la circunstancia de que el 7 de enero de ese año, Niceto Alcalá-Zamora, presidente de la República, disolvió las Cortes y se anunció la celebración de elecciones para el 16 de febrero siguiente. Como podemos suponer, Cañizares llegó tarde porque, además, el partido recomendó no incluir en las listas a los condenados en firme, dado el riesgo de anulación de sus actas.
Su exclusión electoral fue la antesala para su marcha de Puertollano (4 de abril de 1936), cuando presentó su dimisión como concejal al ser nombrado inspector de Trabajo en su provincia natal, Alicante. Ya allí, fue elegido compromisario del PSOE para la elección del nuevo presidente de la República (Manuel Azaña).
Tras el “contrario engaño”, en palabras de Juan Ramón Jiménez, la importancia de su figura alcanzó a la guerra, durante la cual ocupó diversos cargos: gobernador interino de la provincia de Alicante, comisario secretario-general del Ejército Voluntario de Murcia (1937) y Comisario Político de la Jefatura de las Fuerzas Aéreas (Barcelona, 1938).
Luego, con la derrota, llegó el exilio a Francia, desde donde escapó a Orán y volvió a sus orígenes, como él mismo relató: Cuando pude reunir conmigo a mi familia, lo primero que hice fue buscar trabajo de alpargatero para ganar el sustento de mi familia. “Yo, que en mi época de diputado, cuando visité Orán, fui el español popular, ahora, cuando se me veía por Orán, mal vestido y cargado de docenas de alpargatas, era el hombre de las burlas”. En 1942 consiguió llegar a Casablanca, desde donde viajó a México siendo acogido como exiliado político con el aval de Indalecio Prieto. Acompañado por su mujer, Antonia Moreno, y sus hijos Juan Jaurés (murió en México, 1946), Augusto Bebel y Antonio, trabajó como vendedor y agente comercial y siempre mantuvo su militancia socialista, siendo en sucesivos momentos, tesorero-secretario y vicepresidente del Comité de la Agrupación Socialista del exilio en México, así como vocal de la Junta directiva de la UGT de España en el país que lo acogió. Y allí murió veintisiete años después, en 1966.
Fuentes y Bibliografía:
- Archivo Histórico Municipal de Puertollano, Madrid.
- Archivo Histórico Provincial de Ciudad Real.
- Balear Obrero, Palma (Mallorca).
- Centro Documental de la Memoria Histórica, Salamanca.
- Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, Madrid.
- El Liberal, Murcia.
- El Pueblo Manchego, Ciudad Real.
- El Socialista, Archivo de la Fundación Pablo Iglesias, Alcalá de Henares (Madrid).
- El Defensor, Puertollano.
- Emancipación, Puertollano.
- López García, Julián y Pizarro Ruiz, Luis Francisco, Cien años para la libertad: historia y memoria del socialismo en Puertollano (1910-2010), Puertollano, Agrupación Local del Partido Socialista Obrero Español, 2011.