Fue campeón de España y de Europa del peso pluma.
Fue conocido como el Emperador de Vallecas por residir en este barrio madrileño durante la mayor parte de su carrera profesional, marcada por la miseria y el éxito. Era de familia humilde y muy numerosa (fueron 16 hermanos), con una niñez donde el hambre hacía estragos, obligando a los padres a trasladarse a Madrid para buscar sustento.
La primera intención de Antonio fue ser torero e intentar emular a Joselito y Belmonte, a los que admiraba. Pronto se dio cuenta que la muleta y el capote no eran lo suyo, trasladándose a Barcelona para trabajar como albañil y entrar en contacto con el mundo de las doce cuerdas. Su mentor fue Frank Hoche, exboxeador profesional francés que cobraba 5 pesetas por las clases. Desde el primer momento, Antonio Ruiz Cobo se definió como un boxeador muy duro y agresivo, de los que no daba respiro al rival; fue uno de los púgiles más taquilleros antes de la guerra civil.
Debutó como profesional en 1922 y en febrero de 1924 se proclamó campeón de España del peso pluma ante Alfonso Cañizares en Barcelona. Un año después perdió el título, pero unos meses más tarde fue designado aspirante al título europeo. El 30 de octubre de 1925 se enfrentó al belga Henri Hebans en el mítico recinto del Circo Price de Madrid, que registró un lleno impresionante para presenciar la victoria del ya ídolo vallecano, que se convirtió en el primer español en conquistar un campeonato de Europa. Fueron ocho asaltos de gran coraje del campeón español, cuya presión y empuje obligaron a abandonar al boxeador belga. A la salida del recinto, la multitud se agolpó en la plaza del Rey para saludar y vitorear al nuevo ídolo, que desde entonces pasó a la historia como el “Emperador de Vallecas”.
El gran rival del púgil manchego era el catalán Young Ciclone, con quién había perdido Antonio el título español. La prensa de la época presionó para que ambos volvieran a enfrentarse, lo que sucedió el 26 de noviembre en el campo del Rácing de Madrid. Por primera vez se enfrentaron dos españoles con el título europeo en juego. A pesar de la fría tarde y del poco público presente, Antonio Ruiz boxeó en plan campeón y vengó la derrota anterior, cobrando 18.000 pesetas, una cifra mareante en esa época. Por aquel entonces su crochet de izquierda era letal, permitiéndole conseguir infinidad de victorias antes del límite.
Viajó a Argentina en busca de mayor fama y fortuna, pero con escaso éxito. Le acompañaban mujeres guapas y toreros afamados, elevando considerablemente el capítulo de gastos. De regreso perdió el título europeo frente al italiano Luigi Quadrini en 1928 en Barcelona, iniciando una alarmante cuesta abajo. Pronto pasó de rico a pobre, dilapidando una amplia fortuna con excesiva rapidez. De los lujosos coches y fiestas pasó a trabajar en un local de alterne.
Dejó de boxear en 1939. España entera era entonces un país destruido y Antonio Ruiz un boxeador arruinado. Falleció en una fría y húmeda madrugada el 25 de noviembre de 1957. Su cuerpo fue hallado agonizante de inanición en la acera de una calle junto a la madrileña plaza de Antón Martín. Fue trasladado al Hospital Provincial, muriendo a las 16,30 horas.
Fernando Vadillo, el gran cronista del diario AS escribió tras su muerte: “Acabó K.O. por los puños de su propia vida dilapidada”
