Nació en Palazuelos, aldea de Sigüenza (Guadalajara), el 14 de junio de 1811; hijo de Juan de Dios Gil, zapatero, y de Manuela Bueno, ama de casa que completaba la economía familiar con la elaboración de pan en un pequeño horno doméstico. Tuvieron once hijos de los que el único que sobrevivió fue Basilio. Comenzó éste sus estudios eclesiásticos en la universidad de Sigüenza, pasando en 1827 al seminario conciliar de San Bartolomé para cursar, como becario, 3º de Teología.

En 1832, concluidos los estudios con la licenciatura en Teología, opositó a una canonjía en la colegiata de Berlanga de Duero (provincia de Soria y diócesis de Sigüenza), que ganó siendo todavía diácono; al año siguiente fue ordenado sacerdote. En 1838 su madre, viuda desde 1828, se trasladó a Berlanga llevando en su compañía al hijo de una sobrina fallecida, de cuya tutela se había encargado. El niño -Saturnino López Novoa- se educará en casa del canónigo, realizará los estudios eclesiásticos en Sigüenza y acompañará a Basilio, desde 1855 y hasta 1870, en Barbastro y Huesca, como secretario.

El 22 de mayo de 1853 fue nombrado deán de la catedral de Barbastro (Huesca), diócesis de la que fue Vicario Capitular desde 1855, tras la muerte del obispo Jaime Fort. Éste le había comisionado para reabrir el Seminario, cerrado desde 1835, cosa que hizo al iniciarse el curso de 1854. Nombrado obispo de Huesca el 23 de diciembre de 1861, fue consagrado en la basílica del Pilar de Zaragoza el 27 de abril de 1862.

Durante su episcopado se distinguió por la defensa de la Iglesia y la doctrina católica frente a las nuevas corrientes filosóficas y liberales, lo que le valió la concesión por la reina Isabel II de la Gran Cruz de Isabel la Católica y diferentes distinciones pontificias (Prelado doméstico de S. S., Asistente al Solio Pontificio y Noble Romano) otorgadas por el papa Pío IX. El 5 de octubre de 1868 la Junta Revolucionaria de la provincia de Huesca desterró al obispo acusándolo de intolerancia e integrismo, es decir de carlismo; un extrañamiento en Zaragoza que duró hasta el 13 de septiembre de 1869. Desde allí siguió atendiendo el gobierno de la diócesis oscense, enviando instrucciones al gobernador eclesiástico y pastorales para el Boletín Oficial Eclesiástico.

Dos meses después de su regreso a Huesca partió hacia Roma para participar en el concilio Vaticano I. Estando en Roma su ya precaria salud empeoró, falleciendo el 12 de febrero de 1870. Fue sepultado en la iglesia española de Montserrat. Sus restos fueron trasladados en 1876 a la catedral de Huesca, en cuyo presbiterio reposan.

Bibliografía:

• Asenjo Pelegrina, Juan José, Saturnino López Novoa. Fundador de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, Madrid, BAC, 2000.
• Cárcel Ortí, Vicente, “Nombramientos de obispos en España durante el pontificado de Pío IX. Segunda parte: 1857-1868”, Analecta Sacra Tarraconensia, 73 (2000), pp. 213-389.
• Peñart Peñart, Damián, “Episcopologio de Huesca”, Aragonia Sacra. Revista de Investigación, 16-17 (2001-2003), pp. 79-80.