sotos-ochando
Bonifacio Sotos Ochando
Casas Ibáñez (Albacete).
1785 -
Munera (Albacete).
1869.
Gramático y Lingüista.

En la Biblioteca Municipal de Casas Ibáñez (el pueblo en el que nació D. Bonifacio Sotos Ochando el 5 de junio de 1875 y en el que está enterrado) se puede consultar un ejemplar de la 3ª edición -año 1862- del trabajo que le procuró renombre y fama en Europa: Proyecto de una Lengua Universal por el Doctor don Bonifacio Sotos Ochando. Ex-Diputado a Cortes en 1822, individuo que fue del Consejo de Instrucción Pública, Catedrático jubilado de la Universidad Central, Autor de varias obras literarias, miembro de varias Sociedades Científicas Nacionales y Extranjeras, etc. etc. etc. Como veremos enseguida el largo etcétera se queda corto para abarcar todas las ocupaciones, libros, cargos… en los que destacó nuestro paisano.

No muy lejos de la Biblioteca los alumnos y alumnas del Instituto de Enseñanza Secundaria que lleva su nombre repasarán apuntes para un examen -acaso de Gramática- que tienen cualquier día. A Bonifacio Sotos lo nombran cada día y no se me ocurre mejor homenaje que animarlos a conocer este Proyecto de Lengua Universal que ocupó todas sus horas y sus fuerzas en los últimos años de su vida, que le hizo soñar, con “pasión de padre” que llegaría a dar tanta gloria a España como en su día los descubrimientos de Colón y que defendía con entusiasmo inquebrantable estar inventando la herramienta más útil para el hermanamiento entre las naciones: “ (Servirá para) influir suavemente en la humanidad cooperando a estrechar más entre sí sus fracciones diferentes, favoreciendo la civilización verdadera y contribuyendo a hacer menos comunes y feroces los choques violentos de unas con otras naciones”.

Volveremos sobre este proyecto brevemente más adelante. Pero antes conozcamos -en breve repaso- los detalles de su vida y obra. El primero en ocuparse de este autor fue Andrés Baquero Almansa que incluyó una biografía de Bonifacio Sotos en su libro Ilustres de la Provincia de Albacete. En este trabajo se inspira Rafael Mateos y Sotos para la publicación, en 1986, en la Revista del IEA Al-Basit nº 19. En este mismo número un artículo de Francisco Fuster Ruiz recoge todas las publicaciones del autor de Casas Ibáñez que destapan su enorme legado. En una publicación posterior “Bonifacio Sotos Ochando, creador de una Lengua UniversalenLa Memoria Fiel, Grandes Personajes en la Historia de Albacete. (Cultural Albacete. 1996. Colección identidades. pp135-167) Fuster recoge con todo detalle los aspectos más destacables de su biografía. Seguimos estas biografías para la redacción de estas páginas y también la publicación más reciente de Graciano Jiménez Moreno, El Testamento de Don Bonifacio Sotos Ochando sobre los años finales del doctor en Munera, ya impedido y al cuidado de sus sobrinas, hasta su muerte el 9 de noviembre de 186 a los 84 años.

Hijo de D. Francisco de Sotos Ochando, capitán de infantería y de doña Isabel de Sotos Pérez, procedía por partida doble de familias de hidalgos y optó por utilizar los dos apellidos del padre (algo frecuente en el siglo XIX) frente al Sotos y Sotos que llevaron sus hermanos.

Con apenas 9 años la familia se traslada a Munera (localidad a la que ya enfermo regresaría para vivir sus últimos años). Con 12 ingresa en el Seminario de San Fulgencio en Murcia para hacer carrera eclesiástica y allí se graduó en Bachiller en 1805 “el primero entre todos sus condiscípulos y con la nota de muy bueno en costumbres” según cuenta su primer biógrafo Baquero Almansa. Allí mismo se doctoró en Teología y enseguida fue nombrado sustituto de Humanidades, Filosofía, Teología y Escritura Sagrada. Tres años después es ya catedrático en propiedad: desempeñó durante 15 años la Cátedra de Escritura Bíblica. En esta época gana un premio literario de la Sociedad Económica de Murcia por su Memoria de la Mendicidad por el que recibió el título de “Socio de Mérito” de esta asociación. En 1820 fue nombrado Rector del Seminario y elegido por la Diputación Provincial de Murcia Vocal de la Junta Suprema. Fue un tiempo de alternar las tareas académicas y las políticas.

En 1821 fue elegido diputado a Cortes tras la sublevación de Riego contra el gobierno absolutista de Fernando VII. “Figuró entre los liberales templados, lejos de posiciones radicales” apunta Baquero Almansa. Su nombre aparece junto con los de Alcalá Galiano, Argüelles… en la lista de los que votaron en junio de 1823 el nombramiento de la Regencia.

Tras la abolición de la Constitución de Cádiz, se ve obligado a exiliarse en Francia para evitar el ingreso en prisión. En París se dedica de lleno a la enseñanza y la investigación para ganarse la vida. La cultura española estaba de moda en Francia (es la época de la Carmen de Merimée) y crecía el interés por aprender la lengua española. Bonifacio Sotos escribe y publica con mucho éxito sus métodos de enseñanza de la lengua española para uso de los franceses y más adelante los necesarios para el aprendizaje del francés para los españoles.

Fruto de esos trabajos fue nombrado catedrático de Lengua Castellana en el Colegio Real de Nantes y el Ministerio de Instrucción Pública elige la Gramática española de D. Bonifacio Sotos para uso de los franceses, con recomendación especial a los rectores de todas las facultades de Francia.

Cuando estaba ya para regresar a España lo contratan como profesor de Lengua Española de los hijos del rey de Francia, Luis Felipe, y en esta ocupación permanece durante siete años.

En 1841 -tiene 56 años- regresa a España ya como un intelectual de renombre. A su llegada el arzobispo de Toledo lo nombra examinador Sinodal de la Diócesis y llega a proponerlo para una mitra que el profesor rechazó. Sus intereses estaban puestos en la educación y así acepta el encargo de fundar el Instituto de Segunda Enseñanza en Albacete, su provincia.

En 1843 fue nombrado vocal del Consejo de Instrucción Pública y en 1845 catedrático numerario de Teología Dogmática de la Universidad Central.

En 1851, director del Colegio Politécnico “Con un sueldo de 24.000 reales, habitación y mesa” (Es tal el interés que se tiene por su nombramiento que se le dispensa de alguno de los grados académicos que el plan de enseñanza exigía),

Se jubilará -con 48 años de servicios acreditados y 19.200 reales de pensión anual- en 1854 y es entonces, con casi 70 años, cuando emprende la obra que le iba a dar mayor notoriedad “llegando a ser saludado por sus admiradores entusiastas -dice Baquero Almansa- como una gloria de este siglo de los grandes inventos.

En busca de una lengua universal

El proyecto no es otro que el inventar una lengua que describe como “filosófica, lógica y racional que pueda servir de interpretación de todas las palabras (…) inventada y artificial (…) que en lo posible se acerque a la perfección y que (…) dará nueva libertad e impulsos nuevos a la razón”

En realidad, Bonifacio Sotos había empezado a trabajar su idea ya en 1845 cuando publicó hasta 5 artículos en El Heraldo de Madrid en los que explicaba el plan y enumeraba las ventajas de esta nueva lengua; si bien es verdad que escribía camuflando su nombre movido por el miedo a que un posible fracaso dañara su ya enorme prestigio.

Animado por muchas personalidades políticas Sotos Ochando se atrevió a enviar a las Cortes una exposición de su Proyecto de Ensayo de una Lengua Universal “Como profundo respeto a la representación Nacional” y una comisión presidida por Antonio Ríos Rosas declaró el interés de la Nación por esta lengua y otorgó a su autor 40.000 reales para poder desarrollar los trabajos. También la Sociedad Lingüística de París emitió un informe muy favorable.

En Madrid el Consejo de Instrucción pública toma el proyecto bajo su tutela y se constituye, en 1861 -bajo la protección de la reina Isabel II- la Sociedad de la Lengua Universal, compuesta por personas de alta reputación científica y social: con nuestro autor, el Duque de Rivas, Salustiano Olózaga, Pascual Madoz, el marqués de Molins, Alcalá Galiano, Cánovas del Castillo, Emilio Castelar… y se crea como órgano de difusión el Boletín de la Sociedad de la Lengua Universal. Dirigido por D. Lope Gisbert, el discípulo más entusiasta de Bonifacio Sotos, llegó a publicar 13 números hasta 1864 y declaraba, en un subtítulo, su cometido: “Periódico mensual destinado a procurar la formación de un idioma internacional, sin perjuicio de las lenguas particulares (…).

El propio Gisbert abandonó su cátedra de profesor en Murcia para impartir en el Ateneo Lecciones sobre la Lengua Universal porque -declaraba- “contribuir a la propagación de esta idea era contribuir a la formación y adopción de un instrumento de luz”. Fue en una de esas sesiones en el Ateneo (7 de febrero de 1861) cuando el autor sufrió una apoplejía que lo dejó definitivamente paralítico. Sin su presencia e impulso la Sociedad de la Lengua fue languideciendo hasta disolverse en 1867.

Apenas veinte años después -entre 1880 y 1887- el doctor Lázaro Zamenhof desarrolla y presenta en Varsovia la nueva lengua internacional, el Esperanto, a la que Bonifacio Sotos se había anticipado.

Otras publicaciones importantes

Francisco Fuster, (en el estudio publicado en Al-Basit, nº19, 1986) detalla concienzudamente la importancia de estas publicaciones para la enseñanza del español para franceses y del francés para españoles, que llegaron a tener continuadas ediciones en su época y convirtieron a su autor en un gramático de enorme prestigio.

  • Traductión de l’ espagnol. Cours complet de la Langue espagnole especialmente destiné a ceaux qui n’ ont pas de maître”. París 1824. Reeditado en 1833 y 1834.
  • Pronunciación del Castellano con varios trozos de poesías y con observaciones curiosas sobre la medida de los versos, la rima, París 1834
  • Gramática española-francesa, la única aprobada por el Consejo Real de Instrucción Pública de París. (París 1830)
  • Pronunciación del francés sin maestro (París 1835)
  • Traducción del francés sin maestro o el Incrédulo conducido a la fe por la razón. París 1835.
  • Gramática de la Lengua francesa para uso de los españoles (1858)
  • Curso de temas franceses para uso de los españoles (1858)
  • Diccionario de Lengua Universal ((1862)
  • Nomenclatura del Reino Vegetal, acomodada al proyecto de Lengua Universal (1862)
  • Nuevo sistema de Notación Musical aplicado al castellano según el de la lengua universal (1864).

El “viejo educador de príncipes, el sacerdote de espíritu político inquebrantable” pudo conocer el derrocamiento de Isabel II y la promulgación de una nueva Constitución y, para demostrar sus simpatías por el nuevo régimen, juró la nueva Carta Magna ante el alcalde de Munera el 30 de junio de 1869, pocos meses antes de su muerte.

Sabemos, por el estudio de Graciano Jiménez, que las pertenencias de D. Bonifacio Sotos (unos pocos muebles y la ropa precisa) se tasaron en 3.342 reales. En el inventario que se detalla sólo figuran dos libros: “Un Diccionario de la lengua Universal en rústica y de cuya obra es autor el difunto” (Valorado en 10 reales) y “Un proyecto de Lengua Universal, una gramática y una cartilla” todo en 8 reales. Esto es, 18 reales de la época para una obra que, como resaltaba Pascasio Lorrio en el prólogo de la tercera edición: “(Sotos Ochando) inventa una lengua de casi inconmensurable límite, proporcionada a las exigencias del tiempo: sencilla, fácil, clara y exacta” para acabar la loa al autor agradeciendo a Dios el regalo que nos hace “mandándonos por medio de tan ilustre anciano ese bien que, como una palanca, puede levantar el mundo”.

En la Biblioteca de Casas Ibáñez, abro el libro por el apartado que trata de las posibles objeciones que se pueden poner a esta lengua y me detengo en la primera: que la lengua carezca de metáforas. Los que la hablen o escriban sólo podrán usar la voz lógica, esto es, será una lengua sin retórica, ni oratoria ni poesía… ¡Una lengua sin poesía! Dicho por un profesor que utilizaba poemas de autores españoles en sus métodos para los franceses…Y es que todo sacrificio le parece justificado en aras de facilitar la comunicación y hermandad de las naciones.

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