Carlos Mestre y Porcar y Carlos Mestre y Marzal, directores médicos de la Casa de Baños de Puertollano desde 1824 hasta 1876
Antes que minera, y a consecuencia de ello industrial, Puertollano adquirió visibilidad en el mapa de la nación por su condición de parada y fonda en la ruta de los balnearios, y su presencia en ferias internacionales mostrando las ventajas saludables del agua agria. El agua aceda reportó a la villa de entonces vida y recursos a pesar de los interminables problemas que dieron tanto la Fuente Agria como la Casa de Baños, así de carácter administrativo y técnico, como de conservación y arrendamiento. Sin embargo, el paso de un enclave ganadero y agrícola a un lugar de baños, muy de moda entre la clase adinerada de la época, constituyó la primera transformación urbana de Puertollano, antes del descubrimiento de las minas y las pizarras. En este contexto fueron dos los puertollaneros de adopción quienes sobresalen en nuestra modesta historia local por su implicación en esa transformación: Los Mestre, a la sazón Carlos Mestre y Porcar y Carlos Mestre y Marzal, padre e hijo, que estuvieron al frente de la gestión medicinal de las aguas y del balneario -casa de baños- como médicos directores. La casabaños como popularmente se la conoce permanece aún en pie en el corazón del Paseo de San Gregorio como oficina de atención al ciudadano donde se pueden observar restos de pilas individuales y parte de las gradas de acceso a la pila pública.
Carlos Mestre y Porcar nació en Valencia en 1792 y se licenció en Medicina en 1817, año de fundación del Cuerpo de Directores Médicos de Aguas Minerales y Balnearios de España. Pocos son los documentos existentes para elaborar una amplia biografía del padre de la Casa de Baños de Puertollano, como médico impulsor. El trabajo realizado sobre el galeno y su hijo por el historiador local Francisco Gascón Bueno es la fuente primordial para fijar una breve reseña de su vida, su labor médica y sus enfrentamientos que mantuvo con los alcaldes de la época. Por su parte, el también historiador, Miguel Fernando Gómez Vozmediano es autor de la más amplia biografía, aunque breve, tanto de Mestre y Porcar como de su hijo, Carlos Mestre y Marzal.
Casado con Pascuala Marzal Galiana, tuvieron cinco hijos, Carlos, José María, Teresa, Pascual y Pedro, de los cuales, los tres menores nacieron en Puertollano. Obtuvo la dirección interina del viejo charcón en 1824 que le otorgó la Real y Suprema Junta de Medicina. Dos años más tarde se hizo con la plaza en propiedad así como con la de médico titular de la villa. Sin embargo, esa condición de médico titular fue motivo de continuas renuncias y solicitudes por varias razones, según precisa Gascón Bueno: la nula preocupación de los municipales por atender la sanidad o por el exceso de trabajo al frente del nuevo balneario que se construyó en 1850 y estuvo listo para la primera temporada de baños en el verano de 1851.
Las relaciones de Carlos Mestre y Porcar con el Ayuntamiento no fueron lo amables que cabría esperar entre médico y autoridades. Sus quejas y el cruce de cartas dejan constancia de la tensión evidente entre ambas partes, ya fuera por el impago de honorarios o las constantes peticiones del médico para mejorar y mantener el balneario. Los detalles aportados por Gascón Bueno sugieren un personaje de fuerte carácter que no dudaba en denunciar cualquier asunto que le incomodase o fuera en contra de sus intereses profesionales, como la aplicación de sangrías sin su autorización médica por parte del entonces practicante Manuel Cueva o la intromisión de los sanitarios locales en los asuntos del balneario. Fue pujador en la primera tentativa de arriendo de la Casa de Baños que no logró obtener.
Antes de su llegada a Puertollano fue médico titular en la localidad de Villarrubia de los Ojos y también fue inspector de las aguas de Fuencaliente. Fueron varios los cargos que ostentó Mestre y Porcar: director del balneario, médico titular de la villa, subdelegado de la Real Academia de Medicina y Cirugía, médico de epidemias en la provincia y comisionado por la Real Academia de Medicina para la Inspección de Aguas Minerales del partido judicial.
Fue uno de sus cargos, el de médico de epidemias, lo que le valió un durísimo enfrentamiento con el alcalde, José Fernández del Campo y Arredondo. El año 1833, España sufrió una de las oleadas de la epidemia del cólera. En esas circunstancias el 19 de junio de 1834 presentó su dimisión como médico titular por que le era imposible atender todos los cargos. Sorpresivamente su dimisión fue aceptada con la condición de que los gastos del Ayuntamiento en atender a los enfermos corrieran a cargo del médico desde esa fecha hasta el 15 de agosto que era la fecha comprometida con le vecindario en régimen de igualas.
Carlos Mestre y Porcar se ausentó de Puertollano el 22 de septiembre y se trasladó a Madrid lo cual provocó la ira del alcalde José Fernández del Campo y Arredondo. En un auto de oficio arremetió contra el médico de epidemias sin ahorrar los más duros calificativos. Resultó que el 19 de septiembre de 1934 se detectó el primer caso de cólera en un vecino de Puertollano llamado Antonio Rodríguez. El afectado murió junto a otras cuatro personas más. El alcalde no contuvo su ira a juzgar por la dureza del oficio. Calificó la marcha del médico a Madrid de “criminal e inhumana”, responsabiliza de las muertes al facultativo y exige que tal proceder impropio de los sentimientos filantrópicos de los médicos, no quede sin el merecido desagravio. El Ayuntamiento trató de desacreditarlo de todos sus cargos pero no parece que las presiones dieran su fruto. El historiador Gascón Bueno reconoce al respecto que no había encontrado documentación que probaran la efectividad de las sanciones propuestas, aunque los acontecimientos dejaron una fuerte huella en el galeno.
Lo que sí parece evidente por la documentación existente es que en los últimos años la figura de Carlos Mestre y Porcar se ciñe exclusivamente al proyecto del nuevo balneario y a la dirección del mismo hasta su muerte… el 19 de septiembre de 1855, es decir el mismo día pero de 1834 en que se detectó en Puertollano el primer caso de cólera. Sin embargo la entrega del médico a su labor borró con creces aquel percance porque el impulsor de la Casa de Baños murió a consecuencia de la misma enfermedad que acabó con el vecino Antonio Rodríguez.
Carlos Mestre y Marzal nació en Valencia en 1818. Hijo del anterior, se casó con Juana Martínez Negre con la que tuvo cinco hijos, Ramiro, Pascual, José María, Jacinto y Consuelo. Estudió Filosofía y Letras en Valencia y se licenció en Medicina en el Colegio de Medicina y Cirugía de Madrid en 1843. Como su padre, aunque más erudito ya que dominaba el francés idioma en el que escribió profusamente sobre termalismo, era de ideología conservadora y de profundas convicciones católicas. Es autor de la Monografía de las Aguas Acidulo-Alcalino-Ferruginosas de Puertollano, que se publicó en 1865 con regocijo y aplauso por parte del Ayuntamiento. Antes de hacerse con las riendas del balneario de Puertollano fue director de los baños de Martos y de Jabalcuz (Jaén), médico de baños en Játiva y médico titular la localidad madrileña de Brunete. Aunque siguió la misma línea que su padre en las necesidades de mejoras de un balneario que ya recibía ilustres visitas de altos personajes de la Historia de España, como el general Narváez o el mariscal de Campo, Salvador Valdés, sus relaciones con las autoridades locales fueron más cordiales. Si su padre fue un promotor incansable de la necesidad de la construcción de un nuevo balneario que sustituyera a la antigua charca , Mestre y Marzal se dedicó a la captación de ayudas y a la mejora del edificio: el arreglo de la caldera para calentar el agua instalada en un templete en el exterior del edificio, hoy inexistente, el repaso de las juntas de los sillares de los baños generales y particulares, el retejado de todo el establecimiento, etc.
En definitiva, Mestre y Marzal no sólo estuvo al frente de la Casa de Baños desde 1856 hasta su muerte en 1876 a los 58 años, tarea que desempeñó con celo y sincera entrega porque había pasado buenas temporadas en Puertollano cuando era niño por el cargo de su padre, sino que como queda reseñado dejó para la posterioridad su Monografía, acompañada de una parte literaria en la que retrata el Puertollano de la época como destino sanitario y la riqueza natural de su entorno.
Además, según relata el historiador Gascón Bueno, el director del balneario tenía entre sus obligaciones escribir anualmente una memoria de la temporada en la que hacía balance de la misma, de junio a septiembre, incidencias, numero de bañistas, enfermedades tratadas, etc. La escrita el 20 de septiembre de 1875, un año antes de su muerte, refleja la abnegación y celo con que se entregó a dignificar el balneario. Esa última memoria puede considerarse como un verdadero testamento y en ella propone la creación de un Circulo Protector de la Casa de Baños, “que en beneficio de la humanidad enferma y de la riqueza de esta villa promueva, allegue e invierta los recursos necesarios para conseguir lo que propongo”. Murió el 4 de agosto de 1876.
El Puertollano del agua agria y de la Casa de Baños anterior al descubrimiento de las minas no puede entenderse sin la labor de los Mestre, padre e hijo, a lo largo de buena parte del siglo XIX que abriría las puertas a la gran transformación minera y a un crecimiento exponencial con el descubrimiento del carbón en 1873 año en que se inscribió la primera mina: La Extranjera. De algún modo, Mestre y Marzal fue coetáneo de ese cambio. Por un lado vivió los años de esplendor de la Casa de Baños y por otro, los primeros balbuceos del hallazgo que cambiaría profundamente y en todos los sentidos, la vetusta villa balnearia.
Curiosidad.-
Con la muerte de Carlos Mestre y Marzal no acabó la huella en la ciudad balneario de la estirpe. En 1899 la Casa de Baños propiedad hasta entonces de la Diputación pasó a manos del Ayuntamiento. La edad dorada de las aguas había pasado y el edificio sirvió para otras actividades: ha sido biblioteca, comisaría, cárcel y conservatorio de música. Cuando se construyó la estructura de la Fuente Agria tal y como la conocemos hoy, otro Mestre, Ramiro Mestre Martínez, periodista, hijo de Mestre y Marzal y nieto de Mestre y Porcar, fue el autor de la idea de coronar el templete con el busto de otro puertollanero ilustre, el doctor Limón Montero, desde el cual todavía observa el devenir de los tiempos con su aspecto dieciochesco y sus pobladas patillas.