Alguacil nació en la población de Mazarambroz el 14 agosto de 1832. A las propias dificultades de la vida rural se unieron los trágicos años vividos en la comarca en el marco de la I Guerra Carlista. Esto podría explicar que su familia marchase a Madrid, en 1839, para huir de las penurias. Igual que otros menores, Casiano se iniciaría de aprendiz de cualquier oficio. Trabajó de carpintero durante una década, para hacerlo luego en la fotografía con alguno de los tempranos profesionales de este reciente negocio, desconociendo quien pudo ser. En 1856 se casó con Ramona Cuesta, naciendo un año después una hija que murió muy pronto y, al poco, la esposa.
Sin conocerse el motivo, en 1862, el viudo Casiano llegó a Toledo con su madre Ildefonsa Blázquez que fallecería en 1871. Aquí, a finales de 1863, González Pedroso, un agente de negocios, abrió el primer gabinete fotográfico de la ciudad con dos sucesivos socios, Leal y Jiménez, que serían realmente los fotógrafos. Es posible que Alguacil conociese a un pionero toledano coetáneo, Ildefonso Begue (1834-1865), que haría fortuna en Madrid con una galería propia (1862) y comercializando sus fotos estereoscópicas.
En el 1866 Alguacil ya anunciaba en Toledo su negocio en la calle de la Plata que después, hacia 1874, mudaría al local de Pedroso al marcharse éste de la ciudad. Creció su negocio con los retratos de estudio y se unió a la moda de crear una serie fotográfica de vistas y monumentos de distintas ciudades por entregas mediante suscripciones. Así lanzó su Museo fotográfico, reproduciendo en gran formato el rico patrimonio toledano y de otros lugares. Realizó encargos para la Comisión Central de Monumentos que se incluirían en Monumentos Arquitectónicos de España, obra publicada por Amador de los Ríos en 1905.
En el sexenio revolucionario (1868-1874) Alguacil intervino en el Ayuntamiento como concejal republicano en comisiones de teatro e instrucción pública. En 1873 se casó con Elisa Hernández, hija de un conocido librero, cuya otra hija, Salud, ejercía de guía turística. Alguacil continuó haciendo retratos y vendiendo “cartas de visita” como las que mostraban a los empleados catedralicios revestidos para las ceremonias de la Primada. En esta época, lanzó Monumentos Artísticos de Toledo (ca. 1879) y 12 vistas de Toledo ideadas para los forasteros. Mayor calado tuvo sus Monumentos Artísticos de España, obra que reunía imágenes emblemáticas de Toledo y de varios destinos. Durante años viajó por tierras de Castilla y Andalucía (Córdoba, Sevilla, Guadalajara, Madrid…). Hasta 1884 llegó a distribuir entre sus suscriptores más de setenta entregas de aquel proyecto.
Entre cada periplo, Alguacil seguía atendiendo su negocio y los encargos institucionales. Aumentó la temática toledana fotografiando sus gentes y rincones, la mayoría fechadas en las dos últimas décadas del XIX. Reunió un amplio repertorio del interior de la Catedral y su rico contenido. Fotografió iglesias, conventos o palacios, pinturas del Greco y de otros autores, esculturas, colecciones bibliográficas, grabados, orfebrería, textiles, hallazgos arqueológicos, etc., todo un valioso catálogo de la época.
El auge de Toledo como un destino singular ya lo habían divulgado los primeros aventureros románticos. En 1892 llegaban nuevos viajeros que ahora se alojaban, por ejemplo, en el lujoso Hotel Castilla que también ofrecía cicerones-intérpretes. Surgían las completas guías del Vizconde Palazuelos (bilingüe) o la de J. Marina Muñoz. Las reproducciones y láminas de Monumentos Artísticos de España de Alguacil se comercializaban en el local que fue de su suegro, José Hernández, en Cuatro Calles, núm. 6, donde solían acudir no pocos turistas.
Sin duda que, en las dos últimas décadas del XIX, Alguacil era un conocido personaje fiel a su ideario político, partícipe en los grupos de teatro aficionado y un distinguido fotógrafo cuyas imágenes solicitaban las academias, gabinetes y una entendida clientela, caso de Galdós, Cossío, el marqués de la Vega-Inclán o Gómez Moreno. También fue requerido en algún reportaje para plasmar la presencia de Alfonso XII en Toledo (1885) o testimoniar en la prensa las inundaciones de Consuegra (1891). Y es que, los avances tipográficos iban permitiendo incluir cuidadas fotografías en revistas, caso de Blanco y Negro, Nuevo Mundo y, en Toledo, La Campana Gorda, que dirigió Constantino Garcés desde 1892. También crecía con fuerza la moda de las tarjetas postales, que irían copando potentes empresas editoras frente a muchas iniciativas locales, entre otras, la modesta incursión de Casiano Alguacil fechada entre 1903 y 1906.
En el primer lustro del XX Alguacil era el decano de los fotógrafos toledanos que, desde 1877, venían abriendo o traspasando galerías como Ros, Rodríguez, Compañy o Lucas Fraile entre otros más. Ahora, Casiano entraba en el ocaso de su vida profesional. Realizó aún retratos particulares y participó en exposiciones en Toledo y Ávila, ente 1906 y 1907, en las que obtuvo ciertos premios, acaso crepusculares, a la vez que se editaba un catálogo de sus fotografías artísticas.
La vejez y la caída del negocio le llevaban a una estrecha subsistencia. En 1908 cedió sus negativos y positivos al Ayuntamiento a cambio de una corta pensión. Aquello supuso la creación en la galería alta del Consistorio de un Museo Artístico y Fotográfico del que Alguacil sería su responsable. Su inauguración en 1909 llegó al tiempo que cerraba su tienda. En 1911 se le otorgó un reconocimiento en otra exposición local y volvió a enviudar. Un año después, moría su cuñada Salud. Solitario y residiendo ya en una pensión Alguacil falleció “de senectud”, el 3 de diciembre de 1914, en la “sala de distinguidos” del Hospital de la Misericordia. Su entierro fue pagado por uno de sus amigos y fue inhumado en una sepultura que costeó el Ayuntamiento. En la prensa y en otros ámbitos, como el Ateneo Toledano (1915), se manifestó un sentido recuerdo y la deuda de gratitud de la ciudad por la difusión universal de Toledo a través de sus fotografías. En 2014, al cumplirse un siglo de su muerte, la ciudad le dedicó la plaza de las Cuatro Calles, inmediata a donde vivió y culminó su profesión.
El Archivo Municipal de Toledo conserva hoy la mayor parte del legado original de este artista, más de 800 placas de cristal de temática toledana con primitivas emisiones de colodión húmedo o gelatino-bromuro. Las copias en papel, de las que algunas no se conservan su negativo original, suman 1.173 imágenes, de ellas, 149 corresponden a otras ciudades. Hoy consta la existencia de fotografías en papel realizadas por Casiano Alguacil custodiados en archivos, bibliotecas y museos españoles y de otros países, además de aparecer fotos suyas en infinidad de publicaciones editadas en el siglo XX.
Bibliografía
Obras de Alguacil
- Monumentos Artísticos de Toledo, Imprenta de Fando y Hernando [1885?].
- Catálogo y detalles de fotografías de monumentos artísticos de Casiano Alguacil. Premio de honor y primer premio en el concurso fotográfico de Toledo en 1906, Madrid, Ambrosio Pérez y Compañía, Impresores, 1907
Sobre Alguacil
- CARRERO DE DIOS, Manuel, CERRO MALAGÓN, Rafael del, MARTÍNEZ GIL, Fernando, SÁNCHEZ SÁNCHEZ, Isidro y SÁNCHEZ SÁNCHEZ, Juan Toledo en la fotografía de Alguacil, 1832-1914, Toledo, Ayuntamiento, 1983
- CERRO MALAGÓN, Rafael: «La fotografía en Toledo hasta 1914. Casiano Alguacil, uno de sus pioneros», Boletín de Arte, Universidad de Málaga, núms. 4 y 5 (1984), pp. 211-238
- CERRO MALAGÓN, Rafael del, GARCIA RUIPÉREZ, Mariano: Toledo entre dos siglos. En la Fotografía de Casiano Alguacil 1832-1914, Consorcio de Toledo, 2008
- TORIJA SANCHEZ, Beatriz, Fotografía de Casiano Alguacil. Monumentos Artísticos de España, Cuenca: Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, Ediciones Universidad de Cantabria, 2018
Internet
https://www.toledo.es/toledo-siempre/toledo-en-las-fotos-de/casiano-alguacil-1832-1914/