En 1913, el notario de Valdepeñas, Rafael López de Haro, escribía una semblanza de Eusebio Vasco en la revista Vida Manchega titulada “Manchegos que valen”. Se refería a él como una persona incomprendida en la ciudad que le vio nacer. “Vasco, ¡puah! Es un señor que padece la monomanía de las cosas viejas”, señalaban algunos de sus paisanos cuando se les preguntaba por él. En aquel Valdepeñas de la opulencia, de las grandes bodegas con acceso directo a los muelles del ferrocarril atestados de bocoyes, otros vecinos se mostraban ante la pregunta de quién era Eusebio Vasco así: “¡Atiza! Es el hombre de los cachivaches. A lo mejor paga un dineral por el culo de un mortero”.
Un hombre culto en medio de una tierra sin cultivar. Más valorado en el exterior que entre sus propios paisanos, Eusebio Vasco se empeñó en elevar el nivel cultural de sus vecinos, mejorar la administración del Ayuntamiento y luchar porque sus concejales fueran cultos y comprometidos con los intereses de su pueblo como lo refleja la dedicatoria a los lectores de su segunda obra, Pobre Valdepeñas, escrita en 1893. Casi todo cayó en saco roto: la mayoría de los proyectos culturales que diseñó para su ciudad no llegaron a buen puerto.
Eusebio Vasco nació el 3 de marzo de 1860 en el seno de una de las familias de mayor proyección económica y social de Valdepeñas. Este ambiente, acomodado y culto, influyó en su gusto por las Bellas Artes y la Historia, disciplinas que cultivó a lo largo de toda su vida. Su familia, igualmente, le inculcó una creencia en la fe católica militante y combativa que le llevó a liderar a partir de 1888 la causa integrista o neocatólica en Valdepeñas y a adoptar una postura beligerante con otras ideologías como el liberalismo y el carlismo desde la tribuna de La Voz de Valdepeñas (1890-1893) semanario que el mismo fundó e imprimió.
No debemos olvidar, a su vez, que su pensamiento y acción política estuvieron muy influenciados por el contexto económico y social de Valdepeñas durante la Restauración: una ciudad donde comienza a organizarse el movimiento obrero, se observa un avance del laicismo y la cuestión social es la preocupación de las clases propietarias conservadoras. Este periodo tiene hitos muy significativos en la ciudad como la fundación del Partido Socialista local, la creación de una escuela laica o la fundación también de una logia masónica. Eusebio Vasco como católico militante y rico propietario no se mantuvo ajeno a estos procesos, a los que consideró una amenaza y persiguió desde la prensa católica local y sus escritos.
Su formación intelectual comienza en colegio de San Fernando en Madrid. En estas escuelas pías conoce al padre Paulino Saja quien le descubre la figura del valdepeñero Ildefonso Barba-Polo, humanista y pedagogo, a partir de quien Eusebio Vasco siente atracción por las biografías de personajes de Valdepeñas y que materializa en la realización de su primer libro Valdepeñeros ilustres de 1890.
En noviembre de 1880 obtiene el grado de bachiller en el Instituto de San Isidro de Madrid. Este centro tuvo una especial influencia en la formación de los jóvenes valdepeñeros de buena familia, pues desde 1850 hasta 1877 que falleció desempeñó la cátedra de griego en sus aulas el filólogo natural de Valdepeñas Ciriaco Cruz.
A finales de 1880 comienza los estudios de Derecho en la Universidad Central de la capital donde realiza sus primeras colaboraciones en la revista estudiantil “El Camelo”. Durante su etapa de estudiante en Madrid entra a formar parte como socio del Ateneo Científico y Literario donde fue asiduo de su biblioteca y comienza las investigaciones históricas sobre Valdepeñas. Por motivos que desconocemos, tras suspender los exámenes para la obtención del título de licenciado en Derecho Civil y Canónico, abandona la carrera y ese mismo año de 1886 regresa a Valdepeñas. Es muy probable que motivos sentimentales le influyeran en el ánimo. Sabemos que para esas fechas estaba ya comprometido sentimentalmente con la que sería su primera mujer, Carmen Santamaría, enferma de tuberculosis, motivo por el cual se trasladó a vivir a Málaga junto a su esposa poco después del matrimonio en 1887 y hasta la muerte de esta acaecida un año después. En aquella ciudad debió de ser nombrado correspondiente de la Real Academia de Declamación, Música y Buenas Letras de Málaga. Por fin, obtuvo el grado de licenciado en Derecho en 1916 en la Universidad de Murcia, a los 56 años.
La formación cultural de la familia Vasco, y particularmente la de Eusebio, tuvo como primera expresión la fundación en 1887 de la Escuela de Artes y Oficios de Valdepeñas según nos da cuenta el propio escritor en su obra Mil efemérides de Valdepeñas de 1934. Entre los alumnos de la escuela destacaron los pintores Eduardo Núñez y Manuel Delicado quienes iniciaron desde entonces una fructífera relación con nuestro personaje. Eduardo Núñez, por ejemplo, realizó por encargo de Eusebio Vasco gran parte de la galería de retratos de valdepeñeros ilustres con la que pretendía ilustrar la segunda edición, ampliada y revisada, de su obra Valdepeñeros ilustres y que no llegó a publicar. Al menos de los veinte retratos de personajes de Valdepeñas que encargó, dieciséis fueron obra de Eduardo Núñez. Por lo que respecta al pintor Delicado y Mena su carrera artística fue costeada por la familia Vasco y fue protegido del primo de Eusebio, Antonio José Vasco y Santamaría. Esta fructífera relación de la familia Vasco con las bellas artes y los artistas valdepeñeros continúo de la mano de Eusebio durante su etapa de concejal en el Ayuntamiento de Valdepeñas cuando fue promotor, junto a Alfonso Madrid, director del diario La Región, de la primera exposición del pintor Gregorio Prieto en su ciudad natal en septiembre de 1922
Pero sin lugar a dudas el proyecto más importante de Eusebio Vasco, y que más nos ayuda a entender su afición por las artes, la literatura y la historia de Valdepeñas, fue la creación de la denominada Biblioteca-Museo Valpeñense. Se trataba de una importante colección, verdadero arsenal de datos valdepeñeros en palabras del propio autor, de impresos, manuscritos y objetos históricos (desde la prehistoria al siglo XX) relacionados con la historia de Valdepeñas. Destacaba la colección de prensa histórica de la ciudad comprendida entre 1885 y 1939, adquirida por el Ayuntamiento en 1962 por la cantidad de 15.000 pesetas. En la actualidad forma parte de su valiosa hemeroteca local.
Muy relacionado, igualmente, con la Biblioteca-Museo fue la puesta en marcha de una editorial denominada “Biblioteca de la Voz de Valdepeñas” que llegó a sacar a la luz cuatro publicaciones de autores de la localidad. Valdepeñeros ilustres. Apuntes biográficos (1890) de Eusebio Vasco. Grandeza mexicana (1890) de Bernardo de Balbuena. Poesías y artículos (1892) de Antonio Solance. Y la última, y cuarta publicación, Pobre Valdepeñas (1893) escrita por el propio autor con motivo de la supresión del juzgado de Valdepeñas.
Aparte del cultivo de las artes y la historia, Eusebio Vasco se prodigó en aquellas agrupaciones que tenían un fin cultural. En una ciudad como Valdepeñas donde eran muy escasas las ocasiones para la escenificación de la cultura, más allá del casino y el teatro, nuestro escritor formó parte de la Junta organizadora de los actos del primer centenario de la batalla del 6 de junio en 1808 contra las tropas francesas. La celebración del primer centenario de la Guerra de la Independencia en Valdepeñas tuvo como manifestación más destaca la publicación en 1908 de su estudio Guerra de la Independencia. Ocupación e incendio de Valdepeñas por las tropas francesas en 1808.
Esta obra constituye el primer trabajo en el que se puede observar la práctica historiográfica, la forma de hacer historia, de Eusebio Vasco. Su investigación se caracteriza por un apego a la historia descriptiva, la biografía, las efemérides y los hechos históricos vinculados al nacionalismo español y que toman como marco Valdepeñas. Sin embargo, lo más destacado es la erudición de sus investigaciones con un importante respaldo documental que en parte se encontraba depositado en la biblioteca-museo que estaba creando. Sus escritos estuvieron muy influenciados por el historiador Modesto Lafuente del que conservaba en su biblioteca los 25 tomos de su Historia general de España.
Sin embargo, Eusebio Vasco fue un historiador irregular. Su militancia tradicionalista en estos primeros momentos determinó su producción historiográfica de tal manera que destacó periodos, hechos o personajes de la historia de Valdepeñas afines a sus posiciones políticas e ideológicas a la vez que silenció aquellos otros que no lo eran. Buen ejemplo de ello es la biografía que sobre el coronel, Francisco Abad Moreno, Chaleco, incorporó a su libro Valdepeñeros ilustres; sólo se ocupó de su etapa como guerrillero contra las tropas francesas con un cariz nacionalista y ocultó su lucha contra el absolutismo de Fernando VII y en defensa del liberalismo. Postura similar adoptó a la hora de escribir sobre la ocupación de la ciudad de Valdepeñas por las tropas francesas cuando solo destacó la batalla del 6 de junio de 1808 con una narración heroica, pero silenció la posterior ocupación francesa de la ciudad hasta el año 1812.
A partir de 1908, con la publicación de la obra antes señalada, posiblemente la de mayor éxito del autor, Eusebio Vasco es nombrado en octubre de ese año miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia. Igualmente, a partir de esa fecha, comienza a utilizar en sus publicaciones el título de “cronista de Valdepeñas” si bien, a diferencia del primero, no debió ser un reconocimiento oficial. La primera vez, según mis datos, que aparece reflejado este último título es el periódico el Boletín Oficial de la Gran Vía de 1910. Esta publicación, como la anterior La Voz de Valdepeñas, fue igualmente fundada por el autor y tenía como objetivo recabar apoyos para la construcción de una gran avenida que cruzara la trama urbana de Valdepeñas en sintonía con la que se estaba realizando en Madrid.
Otras obras posteriores del autor son Valdepeñas. Cuna de la descalcez trinitaria. Apuntes históricos (1912) escrita con el objetivo de poner en valor la presencia de la orden trinitaria en Valdepeñas desde el siglo XVI hasta el siglo XIX cuando fue desamortizado el convento por la “maldita revolución” en palabras del propio autor. Con esta obra Eusebio Vasco perseguía, a su vez, el restablecimiento del convento en Valdepeñas para lo que aportaba la historia y la tradición de la comunidad en este libro. Ya casi al final de su vida sacó a la luz: Cien escritores valdepeñeros publicación en forma de folletín del semanario El Eco de Valdepeñas entre 1932 y 1934 y Mil efemérides de Valdepeñas publicada en el mismo formato que la anterior entre 1934 y 1935.
La obra, sin embargo, más ambiciosa de Eusebio Vasco y a la vez menos conocida es Treinta mil cantares populares publicada en 4 volúmenes entre 1928 y 1935 con cerca de 9.000 cantarcillos registrados de los muchos que recogió a lo largo de su vida y que pretendía publicar en 15 tomos. La afición de Eusebio Vasco a la recopilación de cantares, poemas populares, procedía de su infancia cuando hacia 1878 llegó a sus manos la obra de otro valdepeñero, el licenciado y humanista, Jerónimo Martín Caro y Cejudo, Refranes y modos de hablar castellanos con los latinos que le corresponden…publicada en Madrid en 1675. “¿Si un valdepeñero coleccionó refranes, por qué otro valdepeñero no ha de coleccionar cantares?, escribía en la introducción del primer volumen. A pesar de la importancia de la obra y la inigualable tarea de recopilación, organización y publicación, el principal problema que presenta es la ausencia total de fuentes que nos indiquen la procedencia, fecha e informante de los cantares. Tal vez, como señalaba el propio escritor, este trabajo quedaba relegado a la publicación de un índice al final de la obra y que no llegó a materializarse toda vez que el autor falleció en 1939 fecha en la cual se había quedado un cuarto tomo terminado desde 1935 en la imprenta y del que solo se conserva un ejemplar en la Biblioteca Nacional en Madrid.
Otra de las facetas importantes de Eusebio Vasco a lo largo de su vida será la de empresario. Destacó sin lugar a dudas su perfil como gran cosechero de vinos con la explotación de cerca de trescientas mil vides y una importante bodega en la calle Buensuceso, donde producía su famoso vino blanco para celebrar. Su bodega presumía de utilizar exclusivamente uva procedente de Valdepeñas frente a otros productores locales, lo que convierte a Eusebio Vasco en un precursor de la actual Denominación de origen vino de Valdepeñas. De la calidad de sus caldos nos da cuenta la numerosa relación de premios concedidos en exposiciones nacionales e internacionales entre 1877 y 1909 con medallas de oro en Madrid, Génova, Londres, París y Venecia.
Alejado del mundo del vino, pero igualmente dentro del ámbito empresarial, destaca la creación de una importante sociedad, panificadora de harinas y pan, en Valdepeñas, junto a numerosos accionistas, en 1908 y de la que Eusebio Vasco fue presidente de su consejo de administración. La Panificadora de Valdepeñas tenía como objetivo abaratar el pan como principal sustento de las clases populares y trabajadoras y tuvo como precedente el motín ocurrido en Valdepeñas en mayo de 1898 y que protagonizaron numerosas mujeres por el precio de este artículo en el que llegaron a provocar destrozos a una fábrica de harinas y se saldó con la detención de más de veinte de las manifestantes.
La proyección social de Eusebio Vasco en Valdepeñas tuvo su correspondencia en la política local activa acompañando en dos ocasiones en las elecciones municipales a partidos conservadores dentro del turnismo ideado durante la Restauración. Ya he señalado que el escritor fue tajante con pensamientos contrarios al catolicismo y su visión nacionalista de la historia de España determinó su ideología. No obstante, con los años se observa una tendencia hacia posiciones menos radicales, aunque siempre militó en las filas conservadoras de la política valdepeñera. Su paso por el Ayuntamiento estuvo rodeado en ocasiones de señaladas polémicas.
La más importante en 1922 cuando fue elegido concejal por el partido conservador frente a liberales, republicanos, independientes y de la Casa del Pueblo que componían el resto de la corporación municipal. El enfrentamiento del bloque conservador con los liberales de Romanones se hizo público en el diario local La Región, cuando Eusebio Vasco en un artículo titulado “Pobre Valdepeñas” tildó a varios de estos concejales de “forasteros” y en consecuencia de poco comprometidos con la defensa de los intereses de Valdepeñas. La respuesta de aquellos no se hizo esperar quienes, además de rechazar las acusaciones de Vasco, lo tildaron de ser un concejal “indígena”. Como en otras ocasiones a lo largo de su vida, Eusebio Vasco utilizará la prensa para la defensa de su ideología y postulados políticos y en esta ocasión aprovechará el nombre con el que le habían motejado para fundar y dar título a un periódico El Indígena (1922-1923) y combatir a los liberales romanonistas de Valdepeñas.
Eusebio Vasco, sin embargo, no llegó a cumplir este periodo político como concejal en el Ayuntamiento, pues fue incapacitado de su cargo por orden del Gobernador Civil de la provincia en marzo de 1923, junto a dos de sus compañeros conservadores, acusados de tener intereses en la cobranza de varios arbitrios municipales. Eusebio Vasco, destituido ya del puesto de concejal y desde las páginas de su periódico El Indígena intentará arrojar luz a este asunto y defender su honor ante lo que él denominó en varios artículos como “Falsa denuncia”.
El 7 de septiembre de 1939, con numerosas investigaciones locales en proyecto, otras sin publicar y a la espera de dar una continuidad a su Biblioteca-Museo, Eusebio Vasco falleció en su casa de la calle Buensuceso de Valdepeñas.
En la actualidad la figura de Eusebio Vasco está ampliamente reconocida, aunque muchas veces ha estado injustamente olvidada. Su importante legado en la historia y la cultura de Valdepeñas constituye una fuente de primer orden y una referencia en la investigación histórica de la ciudad y la provincia de Ciudad Real. Parte de lo que fue su archivo y museo fue vendido por sus herederos y está repartido entre varias instituciones: Archivo Histórico y Museo Provincial de Ciudad Real y Ayuntamiento de Valdepeñas donde se puede consultar.