Nació en 1926, en el madrileño barrio de Lavapiés. Su afición por el arte se despertó en el taller de encuadernación de su padre, y aunque cruzó por las aulas de la Escuela de Artes y Oficios de Madrid y de la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, él se consideraba, sobre todo, un autodidacta. Se significó primeramente como ilustrador, obteniendo por su producción gráfica el Premio Lazarillo de Ilustración de literatura infantil en 1963, la Tercera Medalla de la Bienal de Bratislava en 1967 y fue finalista en tres ocasiones del Premio Internacional Hans Christian Andersen.
Sus comienzos pictóricos se produjeron dentro de la línea del realismo social, en el que destacó por la fuerza expresiva de su estilo. Muy interesado en la ilustración donde destaca acompañando textos clásicos a los que dedicará diversos empeños.
Volcado, posteriormente con la ciudad de Toledo, a la que estuvo muy vinculado y en la que tuvo casa y estudio en el barrio de San Cipriano, y en donde expuso, en reiteradas ocasiones, en la Galería Tolmo, con cuyos miembros sostuvo larga amistad, igual que la sostenida con el pintor toledano Guerrero Malagón. Lo que le ha conferido un cierto aire de pintor toledano.
Tenido, por algunos comentaristas como primer ilustrador erótico en España por el conjunto de su obra, que lo sitúan, junto con Andrés Sillero y Eduardo Úrculo, entre los iniciadores del arte erótico en España. Dentro de la corriente del arte erótico, y con el pretexto continuado de ensalzar la belleza corporal femenina, supo recrear un mundo personal de sueños y de símbolos, que declaran su querencia surrealista. Estableciendo, en ese universo de la ilustración carnal con tintes surrealistas, cierta proximidad con el conquense adoptivo Lorenzo Goñi.
Según contó el artista al diario ABC en 2009, en el suplemento cultural de ABC_Artes&Letras de Castilla-La Mancha, a María José Muñoz, con once años trazó su primer dibujo erótico, “medio escondido en su habitación para no ser visto por su madre, que un hombre y una mujer en plena cópula carnal no suelen aparecer en los cuentos infantiles”. Desde entonces, desde ese despertar juvenil, le atrapó el sensual universo femenino y no había anatomía de mujer que se le resistiera bajo el ímpetu de su trazo certero. Miembro de la Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo (RABACHT), del artista dijo Camilo José Cela que:
“es cautivadoramente perfecto, peligrosa y dulce y cruelmente perfecto; de él pudiera decirse, si no fuera confundidora la comparación, que en su corazón habita aquel miedo que Huxley sentía por el artista que se pasa al bando de los ángeles. Pero digámoslo cuanto antes: su luminosa perfección más tiene de demoníaca que de angélica y menos de fatal que de deliberada, ya que el primer error que pudiera cometerse ante un cuadro suyo sería el querer emparentarlo con alguien”.
Por encargo de Liber Ediciones realizó obras de ilustración diversas, como La Celestina, Salomé, Codex Calixtinus, Mundo, demonio y carne (Segundo Premio Nacional al Libro Mejor Editado en 2007) o El Decamerón (Primer Premio Nacional al Libro Mejor Editado en 2005) obra con la que cumple su mayor y más total sueño de artista al ilustrar la obra cumbre de Bocaccio. También ilustra las piezas del Juramento Hipocrático, El Azoth, Amantes célebres y Las Musas. Colabora, finalmente, en los años ochenta con la revista barcelonesa de comic Tótem.
Muere en Madrid, en 2015.