alameda-ybrea
Cirilo Alameda y Brea 
Torrejón de Velasco (Madrid).
1781 -
Madrid.
1872.
Sacerdote franciscano. Arzobispo de Toledo.

Cirilo Alameda y Brea nació en Torrejón de Velasco (Madrid) en 1871, hijo de labradores de posición acomodada. Estudió en Madrid latinidad y filosofía y a los quince años vistió el hábito en el convento de San Francisco, donde profesó al año siguiente.

Con la invasión francesa, se refugió en 1808 en Cádiz, ganando fama como predicador entre los prohombres de la Regencia. Entre 1811 y 1812 embarcó hacia América al frente de un grupo de misioneros franciscanos. Alameda permaneció en Montevideo hasta junio de 1814, en que capituló la plaza entre las tropas argentinas. Su estancia en Río de Janeiro coincidió con miembros de la familia real portuguesa, interesada en la boda de las hijas de Juan VI de Portugal, con los hijos de Carlos IV de España. La esposa de Juan VI, hija también de Carlos IV, comisionó a Alameda para que gestionase estos matrimonios en España, que serían bien acogidos. Su colaboración en dichos matrimonios supondría a Alameda el nombramiento de predicador de Su Majestad y el título de comisario honorario del Consejo de Su Majestad de la Suprema y General Inquisición.

El 27 de noviembre de 1817, a instancias de la familia real española, fue nombrado por el papa Pío VII general de la orden de San Francisco; y el 9 de marzo de 1818 recibió la dignidad de Grande de España.

Su veloz carrera se cortó con el inicio de 1820 del trienio constitucional. La vuelta al absolutismo le supondría el cargo de ministro general hasta 1824, y luego el de vicario general de España hasta 1830.

Políticamente fue también recompensad: en diciembre de 1825 fue nombrado miembro del Consejo de Estado, junto con los obispos Inguanzo y Abarca.

Tras la muerte de la esposa de Fernando VII, María Isabel, Alameda, se opuso como consejero de Estado al nuevo matrimonio del rey. A partir de 1827, éste abandona su clericalismo obsesivo y prescinde del obispo Abarca y del P. Cirilo. Su caída en desgracia fue total, siendo incluso sustituido en la dirección de la Orden franciscana. Fray Cirilo inició su progresivo acercamiento al pretendiente don Carlos, participando en el intento de levantamiento absolutista de la noche del 24 de septiembre de 1830.

En octubre de 1830, Alameda vive desterrado en Cádiz, destierro al que se sumaría otra medida destinada a alejarlo aún más del país: su nombramiento el 24 de abril de 1831 como arzobispo de Santiago de Cuba. El 12 de marzo de 1832, con su consagración arzobispal al en Sevilla, comenzaba una etapa de su vida intensa, agitada y controvertida, aunque breve.

Es significativa su postura ante la sucesión de Fernando VII por Isabel II (1833): si, en  general, fue bien aceptada por obispos y el clero, las excepciones más notables fueron los prelados que formaron parte del Consejo de Estado y que en 1827 fueron alejados de la Corte: Inguanzo alegó enfermedad para excusarse del juramento a Isabel II; Abarca escapó de León, y desde su refugio en las montañas de Galicia redactó una pastoral a favor de don Carlos, y fray Cirilo no tardaría en abandonar su sede cubana, para ponerse al servicio del pretendiente.

Dispuesto su traslado a Madrid, Alameda marchó a Inglaterra donde prosiguió su apoyo a don Carlos. Incorporado al Cuartel General del Pretendiente fue presidente de su Consejo de Estado.

Perteneciente al sector moderado del carlismo, abierto a las reformas, favoreció el «Abrazo de Vergara» de 1839. Su postura ante este tratado de paz no sería comprendida por algunos carlistas del sector radical, viéndose obligado a emigrar a Francia. con el permiso de don Carlos, para huir de los que consideraban «traidores» a quienes habían apoyado el Tratado.

En torno a 1848, Alameda regresó a España. El 9 de febrero de 1849 fue presentado para el arzobispado de Burgos; en el consistorio de 20 de abril de 1849 fue preconizado, y en agosto de este mismo año tomó posesión en esta catedral. Durante los primeros años como arzobispo de Burgos, fue senador, nombrado por la Corona.

Cirilo Alameda y Brea fue presentado para la silla primada de Toledo el 9 de marzo de 1857, siendo preconizado para la misma el 3 de julio de ese mismo año. y nombrado cardenal el 13 de marzo de 1858.

Del período toledano tenemos una cierta visión en el Boletín del Arzobispado; pero hay que estudiar esta etapa en profundidad con la documentación del Archivo Diocesano. El cardenal Alameda aparece como un hombre sensible a la realidad social y siempre dispuesto a colaborar con el Estado. Como primado, mantuvo una exquisita diplomacia, probablemente surgida de su rica experiencia personal.

Su actitud durante la revolución de 1868 resulta elocuente. Aunque Alameda siguió los acontecimientos y participó en la mayoría de las acciones que se emprendieron por el episcopado, fue siempre secundando la iniciativa de otros prelados. Alameda era partidario de actuaciones conjuntas de los obispos.

A pesar de que el episcopado normalmente se siguió dirigiendo al gobierno o a las Cortes por provincias, se ve una actuación conjunta coordinada.

La protesta ante la libertad religiosa planteada en el proyecto de Constitución de 1869 se canalizó y unificó mediante la creación de la Asociación de Católicos. Las Cortes recibieron 3.233.750 firmas, y al parecer llegaron otro medio millón que no fueron presentadas ni impresas. En la provincia de Toledo firmaron la petición un porcentaje que oscila entre el 10 y el 20 por 100 de los habitantes.

Pero en otras cuestiones, el episcopado mantuvo posturas distintas. Ante el juramento de la Constitución, tras distintos momentos, la mayoría se opuso, a pesar del criterio favorable de la Santa Sede; entre los que sí juraron está el cardenal Alameda. Otro ejemplo es el Decreto del Ministerio de Gracia y Justicia de 5 de agosto de 1869 ordenando que, ante la postura contraria que muchos clérigos mostraban ante leyes y disposiciones de las Cortes y su influencia en muchos ciudadanos, exhortasen a sus diocesanos a que obedecieran a las autoridades; también en este caso Alameda correspondió afirmativamente, junto a otros arzobispos y obispos, aunque gran parte de ellos se negaron a cumplir las órdenes del ministro.  

La Academia de Ciencias Sociales y Humanidades de Castilla-La Mancha se enorgullece de presentar el Diccionario Biográfico de CLM, una iniciativa destinada a honrar y difundir la vida y obra de figuras destacadas de nuestra región en diversos ámbitos.

Nuestra misión es preservar el legado cultural, científico y humanístico de Castilla-La Mancha, proporcionando un recurso accesible y riguroso para investigadores, estudiantes y cualquier persona interesada en nuestra rica historia. A través de este esfuerzo colaborativo, buscamos fomentar el conocimiento, la inspiración y el orgullo en las contribuciones de nuestra comunidad a la sociedad global.

Buscador de biografías

Puedes realizar búsquedas por uno o varios campos.

Fecha de nacimiento
Fecha de nacimiento
Fecha de fallecimiento
Fecha de fallecimiento
Sexo