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Cirilo del Río Rodríguez
Castellar de Santiago (Ciudad Real).
1892 -
Madrid.
1957.
Político.

Sus padres eran D. Miguel del Río Segundo, médico y cirujano de la localidad, y su madre Dª Jacoba Rodríguez Gallego, vecina de la población cercana de Torrenueva. D. Miguel y Dª Jacoba tuvieron otros dos hijos más, Micaela, que había nacido en 1888 y un hermano más pequeño, llamado Juan de Dios, que había venido al mundo en 1894.

Cirilo del Río quedó huérfano dos años más tarde, ya que su padre falleció de una insuficiencia cardíaca, por lo que su madre se refugió al abrigo de su familia en Torrenueva. El joven Cirilo asistió a la escuela en esa localidad, siendo su maestro Gustavo del Barco, valdepeñero, y con el que conservó la amistad durante toda la vida.

Al fallecer su padre, su madre tuvo que sacar adelante la familia con no pocas necesidades, por lo que pronto Cirilo se empleó primero como monaguillo y luego como escribiente en el Ayuntamiento de Torrenueva donde logró su primer sueldo.

Dª Jacoba, quiso que estudiase el bachillerato, pero los recursos con los que contaba eran limitados, por lo que Cirilo lo cursó como alumno libre y con gran aplicación, obteniendo excelentes notas.

Los años siguientes fueron de una intensa actividad, inició los estudios de Magisterio como alumno libre al tiempo que se dedicó a publicar múltiples artículos políticos, poesías, etc., en los semanarios Minerva de Valdepeñas y El Labriego y La Tribuna de Ciudad Real. Dicha labor la compatibilizó con la impartición de clases en la Academia General de Enseñanza, con lo que sufragó los gastos y su estancia en Ciudad Real. Terminados sus estudios, fue nombrado subdirector de la Academia y profesor de Ciencias, al tiempo que inició la carrera de Derecho.

La licenciatura la cursó en muy poco tiempo, iniciándola en 1912 y concluyéndola en 1916; en el curso 1914/15 aprobó nueve asignaturas, el 45 % del total de la carga lectiva de la carrera y terminó sus estudios con la nota de sobresaliente y premio Montalbán. 

Como las necesidades apremiaban, Cirilo se convirtió con 18/20 años en un pluriempleado, ya que daba clases en la Academia General de Enseñanza, era profesor auxiliar en la Escuela de Magisterio de Ciudad Real y ejercía como abogado, con notable éxito (fue decano del Colegio de Abogados de Ciudad Real).

Cirilo del Río se casó con Gloria Nieva, tía del poeta y escritor Francisco Nieva, en 1919, trasladándose a vivir a Ciudad Real. Con Gloria tendría tres hijos, Gloria, Miguel y Carlos.

Afincado en Ciudad Real, Cirilo del Río ingresó en las filas del Partido Liberal de la mano de Miguel Pérez Molina, director de la Academia General de Enseñanza. En 1919, fue elegido diputado provincial por la facción gassetista y en 1923 fue nombrado presidente de la Diputación de Ciudad Real, aunque su mandato quedó inédito por el golpe de estado del general Primo de Rivera.

Durante la Dictadura, el castelareño se dedicó al ejercicio de la abogacía y a una intensa vida social, formando parte del Ateneo y del Casino de Ciudad Real, ocupando durante algunos años su presidencia; además, fue Agente General para la provincia de Ciudad Real de la sociedad de seguros La Equitativa, dependiente de la fundación Rosillo.

Tras el fracaso del régimen dictatorial y convocadas las elecciones municipales del domingo 12 de abril de 1931, Cirilo del Río fue de los políticos ciudadrealeños que se mostró cauteloso y que finalmente, junto con otros políticos locales, apoyaría el régimen republicano. Este talante dubitativo y tardío fue rechazado por los republicanos de izquierda y los monárquicos, que veían en el político de Castellar una actitud maquiavélica, por lo que se adscribió a Derecha Liberal Republicana. El partido se constituyó con políticos procedentes del régimen monárquico como Miguel Maura, Sánchez Guerra y Niceto Alcalá Zamora, con quien compartía afinidades personales y políticas. Fue un partido republicano conservador, aunque defendió la división de poderes, el respeto a los distintos credos religiosos, la separación de la Iglesia y el Estado, el derecho de propiedad, la libertad de enseñanza, etc.

Convocadas las elecciones a Cortes Constituyentes, la coalición republicano-socialista por la provincia de Ciudad Real no llegó a un pacto global con los republicanos de izquierda y los de centro, por lo que Derecha Liberal Republicana y el Partido Republicano Radical se presentaron unidos a las elecciones, con cuatro escaños para cada formación política. Las demás fuerzas políticas provinciales se agruparon en la conjunción republicano-socialista de la que formaron parte el Partido Radical-Socialista, PSOE y Acción Republicana. 

Celebrados los comicios, los resultados dieron tres diputados al PSOE, dos al Partido Radical-Socialista, uno al Partido Radical, dos a Derecha Liberal Republicana y dos a Acción Republicana. Cirilo del Río iniciaba así una carrera política meteórica, respaldado por Niceto Alcalá Zamora, verdadero alter ego del político ciudadrealeño.

Derecha Liberal Republicana acabó desapareciendo al comienzo del régimen republicano, ya que Miguel Maura y otros dirigentes lo abandonaron después de las elecciones, por lo que finalmente una parte del citado grupo fundó en agosto de 1931 el Partido Republicano Progresista, grupo al que se adscribió Cirilo del Río y Niceto Alcalá Zamora, junto con otros diputados. 

Este participó activamente en la vida política de las Constituyentes, protagonizando sonoros debates sobre la separación de la Iglesia y el Estado, la Ley del Divorcio, la Ley de Armas, la Ley de Reforma Agraria, el Estatuto de Autonomía de Cataluña, la reforma del Código Penal, etc., además, intervino también en múltiples cuestiones relativas a la provincia de Ciudad Real, caso de los sucesos de Castellar.

Las desavenencias en la conjunción republicano-socialista en el verano de 1933, y la dimisión de Jaume Carner, produjeron una crisis de gobierno, por lo que Azaña perdió la confianza del presidente de la República. La coyuntura fue utilizada para tratar de ampliar la coalición por la derecha, sumando al Partido Radical, pero el PSOE se negó a formar parte de un gobierno con Alejandro Lerroux; finalmente, Azaña compuso un nuevo de ejecutivo muy parecido al anterior.

En septiembre Azaña abandonaba el gobierno y Lerroux formaba uno de vida breve, ya que no tenía el respaldo mayoritario de las Cortes. Finalmente, a comienzos de octubre de 1933, Diego Martínez Barrios constituyó otro compuesto exclusivamente por republicanos, ante el retraimiento del PSOE. Cirilo del Río ocuparía por vez primera una cartera ministerial, la de Agricultura. Lo más curioso de todo es que este había dejado la disciplina del Partido Republicano Progresista hacía un año, pero volvió al redil de la organización a petición del Presidente de la República y a cambio de la citada cartera ministerial. 

Cirilo del Río, en este primer mandato como ministro de Agricultura, el más largo de todos, centró su acción de gobierno en mantener la política de reforma agraria de la etapa Azaña, aumentando el número de asentamientos campesinos en las fincas expropiadas; mejoró la situación del mercado de cereales, al revalorizar el precio del trigo y reducir las importaciones; por último, suprimió la ley de Términos Municipales. Durante esta etapa también reguló múltiples sociedades obreras para obtener contratos de arrendamientos colectivos y aprobó una orden que protegía las Lagunas de Ruidera, tratando de frenar el proceso de especulación y deterioro de la zona, así como una parte de la Costa da Morte, la zona de La Puebla del Caramiñal.

Por último, otro de los aciertos de su gestión como ministro de Agricultura en esta etapa, fue poner en marcha buena parte de las denominaciones del origen del vino, en claro precedente de las actuales. Entre ellas hay que destacar, Navarra, Mancha, Penedés, Valdepeñas, Barcelona, Malvasía-Sitges, Martorell y Cheste. Otras como Rioja estaban ya creadas desde octubre de 1926, si bien su funcionamiento quedó interrumpido hasta 1933.

Tras las elecciones de noviembre de 1933, Cirilo del Río saldría de nuevo elegido diputado por la provincia de Ciudad Real en base a la llamada Coalición Republicana, conformada por el Partido Progresista y el Partido Republicano Radical. Fue el único dirigente de ese partido que fue nominado en primera vuelta. En la segunda, el grupo se conformó con tres diputados. Su nueva acta de diputado le permitió seguir formando parte de los gobiernos del segundo bienio, primero con Alejandro Lerroux,  luego con Ricardo Samper en la cartera de Agricultura (diciembre 1933-abril 1934) y finalmente, con Manuel Portela Valladares en la de Obras Públicas y Comunicaciones (14 diciembre 1935-19 febrero 1936).

Durante esta etapa, Cirilo del Río modificó la Ley de Intensificación de Cultivos de la época de Marcelino Domingo, presentó un proyecto de Ley de Arrendamientos de fincas rústicas a las Cortes, que no se aprobaría, e intentó reconstruir el patrimonio rústico municipal. El proyecto tenía por objeto la restitución de algunos predios municipales tomados de manera ilegal, comisionando para ello al IRA (Instituto de Reforma Agraria), quien podría expropiar las fincas, sin perjuicio de que los particulares recurrieran judicialmente la decisión, dándoles una indemnización a los que las sentencias los favorecieran y no pagando nada en el caso contrario; y por último, pensó en modificar al algunos aspectos de la Ley de Reforma Agraria, pero el Partido Republicano Progresista era un partido marginal y el Partido Radical no tenía los apoyos necesarios para sacarla adelante.

Por último, Cirilo del Río también intervino en la política triguera española, mediante el decreto de 30 de junio de 1934, Gaceta del 1 de julio, en la que se establecía la tasa del trigo y las normas que debían cumplir las llamadas juntas locales de contratación de granos, quienes intervenían en todas las operaciones de compraventa de trigo, tipificaba las guías del cereal para poder circular por el país y fijaba los stocks de los fabricantes de harina.

Del Río abandonó el Ministerio de Agricultura el 4 de octubre de 1934, cuando Lerroux modificó el gobierno e introdujo a tres ministros de la CEDA, entre ellos el titular de Agricultura, Manuel Giménez Fernández. Durante 1934 y 1935, el político de Castellar estuvo dedicado al ejercicio de la abogacía, a su cargo de parlamentario y a la presidencia del Partido Progresista.

El desgaste que provocó al Partido Republicano Radical los sucesos de Asturias de octubre de 1934, unido al estallido de los escándalos del Straperlo y Nombela, desmoronaron la coalición republicana conservadora y especialmente al Partido Radical.

El presidente de la República que no se fiaba del republicanismo de la CEDA, no entregó el poder a la misma, por lo que se formó un gobierno de concentración republicana bajo la presidencia de Manuel Portela Valladares el 14 de diciembre de 1935. El único objetivo del citado ejecutivo fue convocar elecciones generales para el 16 de febrero de 1936. En dicho gobierno, Cirilo del Río ocupó la cartera de Obras Públicas y Comunicaciones.

Su gestión del Ministerio prácticamente quedó inédita, ya que estaría al frente de la cartera sólo tres meses, en un ambiente marcado claramente por el proceso electoral en marcha y la crispación que llevaría al país hacia la guerra civil. Su política durante estos meses fue de inmediatez tratando de asegurar su acta de diputado por Ciudad Real, para lo cual reparó todas las travesías de casi toda la provincia y puso la primera piedra del Pantano de Peñarroya. Los citados planes perseguían no solamente un objetivo político, sino también erradicar el abundante paro obrero que existía en la provincia a finales de 1935 y comienzos de 1936.

La falta de entendimiento de los partidos republicanos conservadores, especialmente la CEDA y el Partido Radical, en la provincia de Ciudad Real, van a impedir a Cirilo del Río obtener un escaño en febrero de 1936, ya que acudió en solitario a las elecciones.

Cirilo del Río, tras su salida de la política, se dedicó a sus actividades profesionales, llevando bastantes casos en la Audiencia territorial de Albacete y en el Tribunal Supremo, donde coincidió con políticos como José María Cid. Del Río se había colegiado en Madrid en febrero de 1935, por lo que no dejó de ejercer como abogado, ni cuando había sido ministro.

1936 fue un año aciago para Del Río, perdió el acta de diputado por la provincia de Ciudad Real en las elecciones de febrero, murió su hijo menor en la primavera de ese año, Carlos, por el que el político de Castellar sentía un afecto especial y, para colmo de males, su valedor, Niceto Alcalá Zamora, fue desalojado de la Presidencia de la República.

En julio de 1936, se inició la guerra civil y Cirilo del Río se quedó atrapado en Madrid, y al contrario que algunos líderes centristas, apoyó al régimen republicano frente a los golpistas en una carta enviada al presidente del Gobierno, el 23 de julio de ese año.

La firma de la misiva, según la documentación conservada, fue forzada, ya que un grupo de milicianos asaltó su domicilio particular en los primeros días de la guerra civil, para exigir su respaldo al régimen republicano. Durante la guerra estuvo ocultó, primero en la calle Marqués de Urquijo nº 26, y cuando la casa fue saqueada y robada por los milicianos, se trasladó a un sótano de la calle Almirante nº 22, donde permaneció hasta el 28 de marzo de 1939. A pesar de ello, Cirilo del Río intentó refugiarse en alguna embajada, primero en 1936 y luego en 1937. Este segundo año contactó con Maeztu Novoa, encargado de la embajada inglesa en Madrid, para que le hiciera un pasaporte falso a él y toda su familia, pero se negó por ser un personaje muy conocido de la vida política española.

Terminada la guerra, Cirilo del Río trató de volver a sus actividades diarias, recuperando sus propiedades y patrimonio incautado durante el conflicto y retornar al ejercicio de la abogacía. Tras regresar a Valdepeñas, un grupo de personas contraria al político de Castellar, le acusaron ante el Tribunal de Responsabilidades Políticas de Madrid por lo que fue procesado. Cirilo del Río se autodefendió y fue absuelto y rehabilitado por el Colegio de Abogados de Madrid en 1942. 

Cirilo del Río pasaría los últimos años de su vida apegado a la vida familiar y profesional. La caza era su entretenimiento favorito, desde que era joven, y la siguió practicando hasta su muerte. La finca, Hoyas del Risco, en la provincia de Ciudad Real, término de Viso del Marqués, fue su retiro habitual y particular en los últimos años de su vida, y en el que más disfrutaba.

Cirilo del Río falleció a las siete de la tarde del 27 de febrero de 1957 en Madrid, rodeado de su familia, el mismo día en que cumplía los 65 años.

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