IV Duquesa de Sevillano. Aristócrata y benefactora. Perteneciente a una familia poseedora de numerosos títulos aristocráticos, así como de inmensa fortuna material. Su bisabuelo paterno era francés, de la región de Burdeos, y se llamaba Arnaldo Desmaissières.
Su abuelo paterno era Miguel Desmaissières, oriundo de León, y quedó heredero en el Bordelés de inmensas extensiones de territorio de viñedos. Con el título de conde de la Vega del Pozo, se dedicó a la política desde finales del siglo xviii, capeando los temporales del primer tercio del siglo xix con cierto éxito, aunque con una mala fortuna final. La abuela de María Diega era Bernarda López de Dicastillo, también de noble ascendencia navarra, con riquezas sin cuento, palacios y tierras. Ambos casaron en 1802 y tuvieron nueve hijos, de los cuales cuatro murieron en la infancia.
Los otros fueron Luis (1805 1823), que murió en Toulouse, de una caída; Diego (1806 1855), el padre de María Diega, que murió en Pau; Engracia (1807 1855), fallecida en el palacio familiar de Guadalajara; Manuela (1812 1843), muerta también en Toulouse en plena juventud; y María Micaela (1809 1865), que profesó de religiosa, heredera del título de vizcondesa de Jorbalán, por parte de su padre, y por renuncia de su hermano en 1846. De estos hermanos, fue Diego María Desmaissières y López de Dicastillo Flores y Olmeda quien recibió de su padre los títulos de conde de la Vega del Pozo y marqués de los Llanos de Alguazas, con sus anejos territorios en Murcia. Ejerció la actividad de diplomático, siendo embajador de España por diversos lugares de Europa, entre ellos Bélgica e Italia. Casó en 1846 con María Nieves Sevillano y Sevillano Fraile y Mocete, que heredaba los títulos de marquesa de Fuentes de Duero y duquesa de Sevillano. La boda se realizó en Guadalajara, en el palacio de los Desmaissières, con una fastuosidad principesca. En 1850 nació su primera hija, María de las Nieves, que murió a los tres años.
En 1852 nació María Diega, que heredó todos los títulos y todas las riquezas de ambas familias. Perdió a su padre muy pronto, pues Diego María falleció en Pau en 1855, habiendo heredado la influencia de bondad, generosidad y entrega de su tía María Micaela. De ahí que María Diega, que siempre permaneció soltera, se propusiera desde muy joven la realización de una gran fundación que sirviera de acogimiento a pobres y desvalidos, levantando junto a ella un gran mausoleo para enterrar a su padre y a toda su familia con el boato que de su magnificencia cabía esperar. El sentido social de Desmaissières quedó siempre patente, con actividades tendentes a mejorar las condiciones de vida, y enseñanza, de las clases inferiores.
Su más ambicioso proyecto fue la construcción, en los alrededores de la ciudad de Guadalajara, de un gran complejo educativo y de acogida: la Escuela-Modelo y el Asilo, mas una iglesia conmemorativa de su tía y un gran panteón donde fue enterrado su padre y que serviría para acoger los restos de toda su familia, incluidos los propios. Muy joven aún, en 1882, se puso a la tarea, encargando el proyecto al arquitecto Ricardo Velázquez Bosco, quien desarrolló en Guadalajara una idea arquitectónica que le consagró definitivamente como uno de los mejores arquitectos de la historia de nuestro país. En 1888, el Ayuntamiento de Guadalajara, agradecido a su bondad y desvelos por los pobres de la ciudad, la nombró hija adoptiva.
De sus muchas actividades benéficas y de objetivos sociales, debe destacar la fundación del Colegio-Asilo para niñas en la calle Castelló de Madrid, que luego tomó el nombre de Colegio del Pilar, regentado por hermanos marianistas. En una finca de su propiedad, en los alrededores de la ciudad de Guadalajara, con más de cincuenta hectáreas de extensión, quiso construir un complejo de múltiples usos y de grandioso aspecto.
Fraguó esta idea hacia 1875, en un momento en que, abierta la fase política de la Restauración, parecía España regenerarse de mil modos, durando la construcción de la misma desde 1885 hasta el momento de la muerte de la duquesa en 1916. Ordenó que no se tallara escultura alguna a ella relativa hasta después de morir, y que su cadáver fuera puesto, junto al de sus familiares más queridos, en la cripta del panteón. Aún en vida de María Diega, el escultor Ángel García Díaz fue tallando la basamenta de su enterramiento, en basalto, pero hasta que ella no murió no se inició la talla del grupo escultórico que lo cubre y que simboliza el traslado de su cuerpo por ángeles. El desarrollo iconográfico de ese grupo es idea del escultor García Díaz, quien puso lo mejor de su imaginación e inspiración en este enterramiento, en homenaje a la mujer que tanto le había ayudado. Terminado de tallar en 1921, se declaró inaugurada la cripta de este grandioso panteón, que es la mayor y más bella expresión de una vida dedicada a la mejora de las condiciones de vida de los demás. Murió sola, en la habitación de un hotel de Burdeos, y de forma inesperada.
Por no haber realizado previamente testamento, y al no tener hijos ni sobrinos directos, la inmensa fortuna de María Diega Desmaissières quedó en poder del Estado francés en lo relativo al vecino país, y en el de algunos remotos parientes, Congregación de Religiosas Adoratrices y el Estado español, en lo referente a nuestro país.
Bibliografía
- M.ª T. Fernández-Mota de Cifuentes, Relación de títulos nobiliarios vacantes, y principales documentos que contiene cada expediente que, de los mismos, se conserva en el Archivo del Ministerio de Justicia, Madrid, Hidalguía, 1984, pág. 208;
- A. Herrera Casado, El Panteón de la duquesa de Sevillano en Guadalajara, Guadalajara, Aache, 1993;
- P. Herce Montiel, La Duquesa de Sevillano y su obra social, Guadalajara, Diputación Provincial, 1999.
- Gismera Velasco, T.: María Diega Desmaissères y Sevillano, Condesa de la Vega del Pozo, en “Henaresaldia.com”, marzo 2021.
- Narváez Rojas, L.: Diega Desmaissières, una emprendedora y avanzada social del siglo xix”. Editorial Sial Pigmalión, Madrid, 1922.