Inició su carrera periodística como redactor de El Heraldo de Madrid. En octubre de 1936 emigra a México. En este país funda la revista Estampa evocando a su homónima madrileña, colabora en el diario Excelsior y, sin previa experiencia cinematográfica (al igual que Miguel Morayta), realiza el guión de la película musical “Canto a mi tierra”, de José Bohr, dirigiendo a continuación el cortometraje satírico “Charros Yuyuyuy”. Tras estas cortas experiencias, el productor de origen español Ramón Pereda le ofreció la oportunidad de dirigir su primer largometraje, que fue “Jesús de Nazaret” (1942), un modestísimo y ramplón film religioso en cuyo reparto trabajaron varios actores españoles exiliados: José Cibrián (Jesús), José Baviera (Poncio Pilatos), José Pidal (Judas), Pilar Sen (María Magdalena) y Rafael María de Labra. Fue a continuación guionista de “Regalo de Reyes” (1942) y de “Dos corazones y un tango” (1942), de Ramón Pereda, antes de afianzar su carrera de director comercial a partir del hagiográfico “Cristóbal Colón” (1943), con el actor español también exiliado, Julio Villarreal.
En su prolífica carrera (en 1950 llegó a dirigir seis películas, por lo que era llamado “el expreso de Toledo”, haciendo referencia a la velocidad con que las rodaba), abordó los temas con elementos españoles (el ya referido “Cristóbal Colón”, “Una gitana en México” en 1943 y “Una gitana en Jalisco” en 1946, las dos últimas con Paquita de Ronda), y los melodramas sentimentales, tan caros a la producción mexicana: “Adulterio” (1943), “La culpable” (1944), “Pervertida” (1945) y “Pecadora” (1947), las dos últimas con la actriz catalana Emilia Guiú, “Señora tentación” (1947), etc.
En este género lacrimoso y paradigmático de la mitología populista mexicana, Díaz Morales fue, al igual que otros emigrados españoles (los guionistas José Carbó y Álvaro Custodio o la actriz anteriormente citada), uno de sus pilares fundacionales y, sin duda alguna, auténticos precursores de los “culebrones” televisivos de hoy en día.
De resultas de los acuerdos del Congreso de Cine en español celebrado en Madrid en 1947, Díaz Morales rodó en España “Paz” (1948), un film suma-mente reaccionario, al que siguieron “El capitán de Loyola” (1949), adaptando “El divino impaciente”, de José María Pemán, y “La revoltosa” (1949), con la zarzuela interpretada por Carmen Sevilla y Tony Leblanc y con la que obtuvo un gran éxito popular. Luego prosiguió su carrera en México, con algunas películas de vocación escabrosa, como “La virtud desnuda” (1955), “Esposas infieles” (1955), y “Juventud desenfrenada” (1956), que no añadieron gloria a su carrera comercial y adocenada.
