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Galería

Diego Medrano Treviño
Ciudad Real.
1784 -
Ciudad Real.
1852.
Militar y Político.

Nació en Ciudad Real en 1784 en el seno de una familia que formaba parte de la oligarquía provincial y murió en esta misma ciudad en 1852. Diego Medrano nació súbdito en el Antiguo Régimen y murió ciudadano, pues cuando tenía 28 años se aprobó la Constitución de 1812.

La familia Treviño figura en Villa Real desde su fundación y los Medrano, procedentes de Almagro, se incorporaron en el siglo XVIII mediante enlaces matrimoniales. Al empezar el siglo XIX su familia era la mayor contribuyente de Ciudad Real. El padre de Diego murió en 1816 cuando él se encontraba como militar en Barcelona. La parte que le correspondía de su herencia la dejó en manos de su hermano mayor, fijando un 4 por ciento anual de interés, lo que suponía una renta de 10.500 reales de vellón al año, cantidad apreciable para la época.

En 1800, cuando tenía 16 años, su padre le envió a Granada para obtener el grado de bachiller en Derecho Civil. Allí trabó amistad con Martínez de la Rosa, que fue el impulsor de su carrera política. Terminada la etapa granadina, estudió en Alcalá hasta 1806 y al año siguiente en los Reales Estudios de San Isidro de Madrid, que era foco de ideas liberales. Después, de nuevo en Alcalá, estudió Economía Política hasta la invasión francesa. Entonces ingresó el Ejército como cadete por su condición de noble.

El Cursus honorum militar de Diego Medrano está recogido en su Hoja de Servicios en el Archivo Militar de Segovia: en 1811 fue ascendido a capitán y en 1813 a mayor y terminó la guerra ocupando el Rosellón donde alcanzó el grado de teniente coronel. Estaba pues en Francia cuando se produjo el autogolpe de Fernando VII en 1814, que suspendió la Constitución, restauró las instituciones del Antiguo Régimen y procedió a la detención y al destierro de afrancesados y liberales.

Cuando terminó la guerra de la Independencia estuvo destinado en Barcelona y más tarde en Madrid donde, aunque frecuentó círculos liberales pese al clima represor, se mantuvo “durmiente” hasta el pronunciamiento de Riego, que en Ciudad Real fue recibido con esperanza por los liberales que habían sobrevivido a la represión de Fernando VII, en medio de la frialdad del conjunto de la población.

Diego Medrano fue elegido diputado por la provincia de La Mancha en 1820. En Ciudad Real los socios del Café Cano, germen de una Sociedad Patriótica, celebraron mucho la elección de su paisano, pero la ciudad no era proclive a la Constitución. Lo cuenta Gil Novales: “En Ciudad Real llegó el 10 de marzo de 1820 la noticia de haber abrazado el rey la Constitución y fue recibida con general indiferencia. Sólo un artesano se asomó al balcón del Ayuntamiento y estuvo a punto de morir asesinado”. (Gil Novales, A. Las Sociedades Patrióticas.1820-1923. Madrid, 1975).

Poco después fue nombrado jefe político en la provincia de Castellón. Esta institución fue fundamental en el proceso de centralización del Estado: en 1833 se convirtieron en subdelegados de Fomento y posteriormente en gobernadores.

Al producirse la invasión de los Cien mil Hijos de San Luis, Medrano era jefe político en Jaén y se puso a la cabeza para oponerse a los franceses que venían a restituir el absolutismo de Fernando VII. En una de sus proclamas escribió: “Jamás una potencia invade a otra para causarle felicidad”.

Fue hecho prisionero y, por suerte para él, fue reclamado por el ejército francés que lo reclamó como prisionero de guerra y lo trasladó a Granada librándole de una muerte segura en caso de haber permanecido en manos de los absolutistas. Posteriormente, en 1824, fue autorizado a trasladarse desde la cárcel a Ciudad Real para proseguir su arresto confinado en casa de su hermano.

Diego estuvo 9 largos años en arresto domiciliario hasta que en 1833 murió Fernando VII. Entonces su viuda María Cristina, regente por la minoría de edad de Isabel II, comprendió que la salvación del trono de su hija pasaba porque los liberales la defendieran de las pretensiones carlistas.

Un mes después de la muerte del rey, Javier de Burgos impuso la división provincial, después de que la Constitución de Cádiz otorgara a las provincias rango constitucional y creara las diputaciones. A la cabeza de las provincias, claves en el proceso de la construcción del Estado centralista, colocó a los subdelegados de Fomento. Fue entonces cuando la provincia de La Mancha pasó a llamarse de Ciudad Real y al frente de la misma nombraron a Diego Medrano. En el Boletín Oficial de La Mancha, Medrano publicó sus intenciones: “Sin resentimientos, sin el menor espíritu de venganza (…) voy a empezar esta ardua empresa de promover la prosperidad de esta provincia puesta a mi cuidado (…) Reine entre nosotros la unión y la paz…” 

A continuación arremetía contra los partidarios de D. Carlos: “poco importa que un cortísimo número de alucinados y necios proclamen su rebelión con hechos criminales (…) Me constituyo enemigo irreconciliable de cuantos intenten perturbar el orden contra el legítimo derecho de nuestra reina.”  

De hecho, la lucha contra el carlismo ocupó la mayor parte de su tiempo, así como hacer frente a una importante epidemia de cólera.

Al dejar la Subdelegación de Fomento fue elegido por Ciudad Real procurador del Reino según el Estatuto Real de 1834 y nombrado vicepresidente del Estamento de Procuradores.

Al año siguiente fue nombrado secretario de Estado y del Despacho de lo Interior (equivalente a ministro en la actualidad). Durante los meses que ocupó el cargo hizo una labor intensa: creó las Cajas de Ahorro; abrió la Escuela de Minas, de Ingenieros geógrafos y de Ingenieros de Bosques…y por una ironía del destino, correspondió a un ministro nacido en Ciudad Real firmar la “Ley de extinción de las Santas, Reales y Viejas Hermandades de Ciudad Real, Toledo y Talavera”.

Con la salida de Martínez de la Rosa del gobierno, se produjo la de Diego Medrano y la Reina le concedió la Gran Cruz de la Orden Americana de Isabel la Católica y le nombró miembro del Consejo Real de España e Indias.

En 1840 se presentó de nuevo al Congreso por Ciudad Real y al Senado por Castellón, eligiendo el acta de su provincia natal. En 1841, con Espartero en el poder, no se presentó y aprovechó para escribir sus célebres Consideraciones. En el 43 volvió al Senado por Ciudad Real. En 1845 fue nombrado por la reina senador vitalicio y permaneció en la Cámara Alta, de la que fue vicepresidente, hasta 1852 cuando, sintiéndose enfermo, volvió a Ciudad Real, donde murió. El comandante de la Provincia notificó al capitán general de Castilla la Nueva su fallecimiento, señalando que “se le realizaron los honores correspondientes a pesar de la poca guarnición existente en la ciudad.”

Obras

  • Consideraciones sobre el estado económico, moral y político de la provincia de Ciudad Real. Madrid, 1843. (Reedición en el Instituto de Estudios Manchegos, 1972)
  • Resumen de las operaciones practicadas en el arreglo de la Biblioteca del Senado y colección de los bustos que adoran los estantes con indicaciones relativas a los mismos. Madrid, 1853
  • Libro Becerro que contiene los mayorazgos, vínculos, patronatos, memorias, capellanías y derechos pertenecientes a la familia Medrano y Treviño en esta ciudad de Ciudad Real, Almagro, Yllescas, Arenas, Oropesa, Ávila, San Esteban de los Patos, Membrilla y otros pueblos con expresión de las fincas que componen cada fundación y cargas a que respectivamente está sujeta. Manuscrito, 1825. – Prolegomenon. Manuscrito, 1825

Bibliografía

  • BARREDA FONTES, José María; Diego Medrano, de súbdito a ciudadano. Cuadernos de Estudios Manchegos, nº 45, pp. 85-102
  • LAGARES, M.; NEIRA, J.; Medrano y Treviño. Creador de las Cajas de Ahorros Españolas. Madrid. 2003
  • VV. AA. Diccionario Biográfico de los parlamentarios españoles (1820-1950). Congreso de los Diputados.

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