Nació en Ocaña, el 26 de mayo de 1929. Pertenecía a una familia de tradición alfarera, su padre, Saturnino Coronado Tejero estaba casado con Remedio Velázquez del Val. Era la única hija de entre cinco hijos: José, fallecido en un bombardeo durante la guerra civil a los 11 años, Amador, Antonio y Emilio. Su padre hacía los trabajos más duros del alfar del “Tío Mingo”, donde trabajaba a sueldo y a lo sumo componía las bocas y los pitorros de los botijos, mientras que su madre hacía las asas y José, junto con Amador, pisaban y sobaban el barro y movían los botijos.
Al estallar la guerra e irse al frente muchos hombres, familiares de Dolores, el alfar familiar quedó diezmado y ella pudo, primero a escondidas y, posteriormente, de forma abierta, trabajar con el torno, no sin antes adaptar el asiento para que, siendo aún niña, pudiera llegar a mover la rueda. El reclutamiento de sus hermanos Amador y José hizo que, finalmente, se dedicase a hacer botijos.
Así, Dolores Coronado pudo aprender a realizar cacharros de forma natural, jugando y disfrutando, además de ir adquiriendo conciencia de su propia independencia en la toma de decisiones, todo ello dentro de una extensa familia, un barrio y un pueblo que amortiguó las penurias de la larga posguerra y arropó a la artista en momentos críticos para el desarrollo de su alfar. Hay que señalar, además, la profunda religiosidad de la ceramista que nunca se cansó de transmitir, siendo una activa integrante de Acción Católica.
En 1954 y tras entrar en crisis el alfar donde había trabajado la familia, Dolores se planeó instalar por su cuenta uno propio. Con 25 años, el apoyo de aquellos vecinos que proporcionaban los materiales y un crédito bancario, comenzó su proyecto personal en un solar de la calle del Norte de la población. Una entrevista del corresponsal de El Alcázar en Ocaña subraya la capacidad de iniciativa de la alfarera y la señala como una botijera que, además, es escultora. Pero antes tuvo que enfrentarse a una dura competencia frente a los diez alfares que había en la localidad, desafío del que salió adelante buscando una red de vendedores en Toledo, la provincia y en Madrid o de grandes empresas y establecimientos de decoración, no limitando su comercio a la cacharrería, sino también dedicándose al porte de otras muchas mercancías.
Además de verter su capacidad artística en la cerámica, se dedicó a la música (tocó el laúd) y al teatro. Con la llegada de la democracia también participaría en política, presentándose a las elecciones locales en 1979 por Unión de Centro Democrático (UCD) y en las que consiguió una concejalía. Dolores llevaría en concreto el área de festejos y cultura y, entre otras cosas, consiguió gestionar la restauración el Teatro Lope de Vega.
Ganó muchos premios de artesanía en Puente del Arzobispo, Talavera de la Reina y participó, desde la primera edición (1980) en la Feria Regional de Artesanía de Castilla-La Mancha (FARCAMA), o en la Feria Internacional de Madrid, en la Casa de Campo. Nombrada “Maestra artesana de Castilla-La Mancha” en Talavera de la Reina, en 1997. Dolores Coronado conoció un reconocimiento entre los estudiosos de la alfarería española, su obra puede admirarse en muchos museos del país y gracias a los medios de comunicación, su nombre siempre estará ligado a Ocaña y a su extraordinaria obra.
Bibliografía
- CORONADO VELÁZQUEZ, Dolores, Mis recuerdos, Ocaña, Imp. Rubiales, 2003.
Foto: Dolores Coronado en FARCAMA, Toledo, 8-10-1982. Archivo Municipal de Toledo.
