Elvira y Sofía Malaguilla Sánchez-Arribas fueron dos hermanas, nacidas en Guadalajara con solo dos años de diferencia, que durante sus primeros años en la capital alcarreña vivieron vidas casi paralelas cuyo interés trasciende la simple peripecia personal. Concretamente, Elvira nació en Guadalajara el día 10 de agosto de 1900 y falleció en Madrid el 17 de mayo de 1985, mientras que Sofía vino al mundo en Guadalajara en el mes de diciembre de 1902 y murió en Madrid en el mismo mes del año 1945.
Fueron sus abuelos paternos Eugenio Malaguilla, un jornalero nacido en Alovera que falleció el 15 de mayo de 1874 a los 37 años de edad, y Petra Antón Ruiz, que nació el 29 de abril de 1841 en Guadalajara, donde murió en febrero de 1923; y sus padres fueron Eduardo Malaguilla Antón y Sofía Sánchez-Arribas. Como en tantos hogares de aquel tiempo, sobre todo en los de las clases populares, la mortalidad infantil marcó la vida familiar de los Malaguilla Sánchez-Arribas: el 11 de febrero de 1897, a los cinco días de nacer, murió su primera hija, a la que también se le impuso el nombre de Sofía, y otras dos niñas perecieron el 21 de marzo de 1899, con solo mes y medio de vida y a la que también se bautizó como Sofía, y en el mismo mes de 1906. Finalmente, llegaron a la edad adulta Elvira, Sofía, Eugenia, Eduardo y Elena.
Aunque su abuelo era originario de Alovera, se trasladó a la capital provincial residiendo en el número 1 de la calle de San Juan de Dios, mientras que Elvira y Sofía vivieron con sus padres, sucesivamente, en el número 5 de la calle de San Bartolomé, en el número 20 de la calle de Jáudenes y en el piso principal del número 7 de la Plaza de Moreno. Su padre, Eduardo Malaguilla Antón, empezó su vida profesional como funcionario, primero de la Pagaduría de Hacienda y, más adelante, como Inspector del Timbre del Estado; pero, suponemos que cansado de las habituales cesantías, se convirtió en Agente de Negocios. Al mismo tiempo, participaba de la vida social de la capital alcarreña, ocupando cargos en las Juntas Directivas de la Sociedad Cooperativa cívico-militar, del Casino de Guadalajara, de la Cámara local de Comercio e Industria y de la Cámara Minera provincial, entre otras.
Elvira contrajo matrimonio en noviembre de 1928 en la iglesia de San Nicolás de la capital alcarreña con Pedro Egea, funcionario del Catastro destinado en Guadalajara, siendo apadrinados por su padre, Eduardo Malaguilla, y su hermana Sofía; el día 15 de noviembre de 1929 nació la única hija de la pareja, bautizada con el nombre de Elvira. A su vez, Sofía contrajo matrimonio con el periodista e historiador falangista Luis de Sosa, que fue catedrático de la Escuela de Periodismo madrileña tras acabar la Guerra Civil, con el que no tuvo hijos.
Su vida académica
Después de cursar sus estudios primarios, seguramente en el Colegio del Sagrado Corazón, popularmente conocido como “las Francesas”, Elvira y Sofía ingresaron en septiembre de 1913 en el Instituto General y Técnico de Guadalajara, estando entre las siete primeras mujeres que obtuvieron el título de Bachillerato en esta provincia y, antes de ellas, solo Amparo Bravo Bartolomé había nacido en tierras alcarreñas. Concretamente, en la convocatoria de junio de 1918 alcanzaron ese título de Bachillerato Superior las alumnas María Antonia López Medranda, de 17 años, Elvira Malaguilla Sánchez-Arribas, de 18, y su hermana Sofía Malaguilla Sánchez-Arribas, de 16. Ambas marcharon después a estudiar en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central, en Madrid, completando su licenciatura en el curso 1923-1924 y mereciendo la calificación de sobresaliente. Además, tanto Elvira como Sofía cursaron, con matrícula libre, estudios de piano en el Real Conservatorio de Música de Madrid, obteniendo excelentes calificaciones.
Fueron, sobre todo, las primeras mujeres que impartieron clase en el Instituto de segunda enseñanza de Guadalajara. En marzo de 1926 Elvira Malaguilla Sánchez-Arribas, fue nombrada Profesora Ayudante Interina para las asignaturas de Psicología y Lógica, de Ética y de Fundamentos de Derecho, cesando el 30 de septiembre de ese mismo año porque se reincorporó el titular. Y, para el curso siguiente, fue su hermana, Sofía Malaguilla Sánchez-Arribas, a la que se designó el 30 de noviembre de 1926 como Ayudante interina en la Sección de Letras del mismo Instituto.
Pero una vez obtenido el título académico, y seguramente forzadas por las dificultades que enfrentaba el trabajo de las mujeres, optaron por presentarse a sendas oposiciones a funcionarias del Estado, un ámbito laboral exclusivamente masculino hasta solo doce años atrás. Por Real Orden del 24 de mayo de 1925 se convocaron oposiciones a Oficiales de tercera clase de la Administración Civil del Estado y a ellas concurrió Elvira Malaguilla. Tras los exámenes, celebrados en los meses de aquel invierno, aprobó la oposición con el número 1 de su promoción, siendo destinada al Gobierno Civil de Guadalajara, donde tomó posesión de su puesto en febrero de 1926. En abril de 1931, tras la proclamación de la Segunda República, fue ascendida a Oficial de segunda clase con el mismo destino, a pesar de que había mostrado públicas simpatías por la Dictadura del general Miguel Primo de Rivera, ascendiendo solo tres meses después a Oficial primero.
Mientras tanto, Sofía Malaguilla se presentó a las oposiciones para el Cuerpo Auxiliar de Estadística, aprobando en 1926 al mismo tiempo que su hermana y siendo destinada a la provincia de Huesca, donde permaneció hasta el mes de octubre del mismo año en que fue trasladada a la misma oficina en la provincia de Guadalajara. Más adelante, en 1933, también su hermana Elena aprobó las oposiciones para el Cuerpo Administrativo de Mecanógrafos-calculadores del Cuerpo Nacional de Estadística.
Después de la Guerra Civil
El final de la Guerra Civil española en abril de 1939 supuso un punto de inflexión para Elvira, Sofía y el resto de los hermanos Malaguilla Sánchez Arribas. A todas las hermanas, que eran funcionarias de la Administración Civil del Estado, se les abrió el correspondiente expediente de depuración, y a Eduardo, que había tenido una actuación destacada durante el conflicto como militante del Partido Comunista de España (PCE) y decano del Colegio de Abogados de la provincia, se le puso en busca y captura.
Elvira Malaguilla había permanecido durante toda la contienda en su puesto de Jefe de Negociado de tercera clase del Gobierno Civil de Guadalajara en comisión de servicios, y el 10 de junio de 1939 se la apartó del puesto hasta concluir su expediente de depuración, cuya resolución favorable le permitió continuar en el servicio activo, jubilándose como Jefa Superior de la Administración Civil del Estado. Por otro lado, Sofía Malaguilla había sido declarada cesante por el gobierno de la República de acuerdo con lo establecido en un Decreto del 12 de octubre de 1935, amortizándose su plaza desde el 7 de enero de 1938. Pero en 1939, tras cerrarse su expediente de depuración, volvió al servicio activo como Oficial administrativo de primera clase, con pleno reconocimiento de todos sus derechos, y en el escalafón elaborado el 1 de julio de 1941 figuraba en el Cuerpo Facultativo Nacional de estadística.
Otra de las hermanas, Elena Malaguilla que estaba destinada en Madrid, tras el forzoso expediente de depuración al que se sometió a todos los funcionarios, fue readmitida en el Cuerpo Administrativo de Estadística con la sanción de separación del servicio durante un año. Sin embargo, el 2 de diciembre de 1952, y mediante una Orden firmada por el almirante Luis Carrero Blanco, se dejó sin efecto la citada sanción, “debiendo, por tanto, ser repuesta en el lugar que le correspondería ocupar actualmente en el Escalafón” en el cuerpo Estadístico Técnico de tercera clase.
Peor suerte corrió Eduardo Malaguilla, que debió de partir al exilio en compañía de su mujer e hijo, estableciéndose temporalmente en La Habana. El 16 de diciembre de 1941, dos días después de cumplir treinta y cinco años, desembarcó en el puerto mexicano de Veracruz y declaró llegar como exiliado y tener como oficio el de contable, siguiendo la recomendación de que manifestasen tener capacitación profesional para los empleos más útiles en el país anfitrión. En un primer momento, disfrutó de un subsidio mensual de mil francos proporcionado por la Junta de Auxilio a los Refugiados Españoles (JARE), lo que parece evidenciar su acercamiento a las filas del PSOE.
Pero, al margen de la vida particular de Elvira y Sofía Malaguilla, el proceso de emancipación de la mujer del que ellas habían sido pioneras en el Instituto de Bachillerato de Guadalajara como alumnas y profesoras, se interrumpió a partir del 1 de abril de 1939 como consecuencia de los esfuerzos del nuevo régimen dictatorial por recuperar el papel tradicional y subordinado de las mujeres españolas.