Nació en Toledo en el seno de una familia militar muy tradicional. Su padre y abuelo paterno alcanzaron el grado de general, y dos de sus hermanos también fueron militares profesionales. De su matrimonio con Adelaida López Carrillo tuvo cinco hijos. El primogénito sería asesinado por los republicanos en Paracuellos del Jarama, en noviembre de 1936.
Enrique Eymar ingresó en 1903 en la Academia de Infantería de Toledo, de la que salió como segundo teniente en julio de 1906. En 1910 estuvo destinado en Santander, donde participó en la represión de una huelga de mineros en Castro Urdiales, y en septiembre de 1917, con el batallón de Cazadores de Estella, fue trasladado a Barcelona para apaciguar las alteraciones de orden público que tuvieron lugar en esa ciudad por la enorme carestía de los productos básicos en el contexto de la Primera Guerra Mundial.
Ya como capitán intervino en la guerra colonial de Marruecos, en la que resultó herido grave en 1924. Por méritos de guerra ascendió a comandante en 1925, permaneciendo varios años de baja médica hasta que finalmente en 1929, al ser declarado inútil total para el servicio, ingresó en el Cuerpo de Inválidos Militares.
Tras jurar fidelidad y prometer por su honor servir a la República en 1931, fue ascendido a teniente coronel en 1932, por disposición firmada por Manuel Azaña, ejerciendo los cargos de subdirector del Museo del Ejército y de segundo jefe del Cuerpo de Inválidos.
Los tres años de guerra civil los pasó en Madrid, por lo que en mayo de 1939 se le instruyó un procedimiento sumarísimo para examinar su conducta durante el “dominio rojo”. Enrique Eymar, en prisión provisional domiciliaria, alegó que fue desposeído de sus empleos al ser considerado un fascista y desafecto a la República. Además, por si esto fuese poco, un hijo suyo había sido víctima de la represión roja, por lo que la causa abierta contra él pronto quedó sobreseída.
Actividad judicial en Madrid.
Lejos de ser depurado por el bando vencedor, en noviembre de 1940 ascendió a coronel. Un mes más tarde sería nombrado Juez de Prisioneros de la Primera Región Militar y a partir de 1941 juez instructor de dicha región, que comprendía las provincias de Madrid, Toledo, Ciudad Real, Cuenca, Badajoz, Cáceres, Ávila y Segovia. Desde finales de 1943 en los testimonios de sentencias y condenas aparece como “coronel de infantería, caballero mutilado por la Patria y juez instructor del Juzgado Especial de los Delitos de Comunismo y Espionaje de la 1ª Región Militar”.
A la hora de ejercer esta función jurisdiccional no se tuvo en cuenta su manifiesta incompatibilidad con la misma, pues podía entenderse como algo bastante lógico el que desde su posición de poder buscase ajustar cuentas con aquellos que por afinidad ideológica le habían arrebatado de manera violenta a su primogénito. Aspecto este que se añadía a su ideología extremadamente conservadora.
En su despacho, situado en un principio en la Dirección General de Seguridad, en el emblemático edificio de la Puerta del Sol, instruyó a lo largo de más de veintitrés años miles y miles de causas. El coronel Eymar siempre se distinguió por su gran parcialidad y su carácter vengativo, condenando a muerte o a largas estancias en prisión a numerosos republicanos en unas parodias de juicios en los que los acusados no tenían las más mínimas garantías procesales. De manera sistemática, para conseguir las declaraciones de los detenidos, la Brigada Político Social hacía uso de los métodos de tortura más salvajes, testimonios que luego servían de base a la acusación fiscal. Su nombre simboliza a la perfección el carácter represor y sanguinario del régimen dictatorial del general Franco.
Entre las causas más notorias en las que intervino estuvieron las de: Jesús Carrera Olascoaga, Marcos Ana, Mercedes Gómez Otero, José Vitini Flórez, Jesús Monzón Reparaz, Cristino García Granda, José Isasa Olaizola, José Antonio Llerandi Segura, Nicolás Sánchez Albornoz, Vicente Rojo Lluch, Enrique Múgica Herzog, Simón Sánchez Montero, Miguel Núñez González, Luis Gómez Llorente o Adolfo Lucas Reguilón García. Este último, guerrillero antifranquista, conocido como “Severo Eubel de la Paz”, le dedicó un soneto, pese a que el coronel Eymar le había condenado a muerte, pena luego quedó rebajada a treinta años de cárcel.
Las últimas condenas a muerte en las que participó Eymar fueron en 1963, la del militante comunista Julian Grimau García, fusilado, y las de los anarquistas Francisco Granado Gata y Joaquín Delgado Martínez, asesinados a garrote vil.
En enero de 1958 fue nombrado por el dictador Francisco Franco, juez especial militar contra las actividades extremistas, con jurisdicción en todo el territorio nacional, cargo en el que se mantuvo hasta el 20 de marzo de 1964, año en el que se extinguió dicho juzgado y se traspasaron gran parte de sus competencias a la recién creada Jurisdicción de Orden Público.
Méritos y honores obtenidos.
En reconocimiento a su actividad profesional se le impusieron dos condecoraciones, la Medalla al Mérito Penitenciario (julio de 1946) y la Medalla de Plata al Mérito Policial (enero de 1950). También obtendría el grado de General de Brigada de Infantería Honorifico.
Enrique Eymar Fernández falleció en Madrid el 21 de agosto de 1967, a los 82 años.
Bibliografía:
- Juan José del Águila Torres, El TOP. La represión de la libertad (1963-1977), Barcelona, Planeta, 2002.
- Carlos Fernández Rodríguez, Madrid Clandestino. La reestructuración del PCE, 1939-1945, Madrid, Fundación Domingo Malagón, 2002.
- Andrés Trapiello, Madrid 1945. La noche de los Cuatro Caminos, Barcelona, Destino, 2022.
- Benito Díaz Díaz, Huidos y guerrilleros antifranquistas en el centro de España, 1939-1955 (Madrid, Ávila, Ciudad Real, Toledo, Cáceres y Badajoz), Toledo, Tilia, 2011.