Soy Ernesto Sempere Beneyto. Procedo de Onil, Alicante, donde nací en 1893. Soy Ingeniero Industrial de profesión y trabajo como Sobrestante (Ayudante) de Obras Públicas en la Diputación de Ciudad Real. Mi oposición pública a la dictadura de Primo de Rivera entre 1923 y 1929 en favor de la democracia me ha costado un traslado laboral a Galicia. Mi activismo político se acentúa con la proclamación de la Segunda República en 1931.
Así, llego a ser presidente provincial en Ciudad Real del Partido Radical Socialista en 1933, desde 1934 presido el partido de Unión Republicana y en febrero de 1936 formo parte de la candidatura del Frente Popular al Congreso de los Diputados por Ciudad Real en las elecciones legislativas de aquel entonces. Además, también soy Presidente provincial en Ciudad Real del Instituto de Reforma Agraria y de su Junta de Incautación, por lo que tomo parte en la expropiación de algunas fincas manifiestamente mejorables, entre ellas la denominada Zacatena, de 2.166 hectáreas y propiedad de la Duquesa de San Carlos, la primera que se hizo en toda España sobre un miembro de la Grandeza y que en septiembre de 1936 es entregada a la Sociedad Filial de Trabajadores de la Tierra de Daimiel para ser explotada en colectividad.
Unos días antes de ser relevado en represalia como presidente del Instituto de Reforma Agraria en marzo de 1934 tras el triunfo de las derechas y el subsiguiente inicio del Bienio Negro, como ingeniero del I. R. A. ordené también la inclusión de la finca Cañada del Águila, propiedad del Marqués de Santa Cruz e hijo de la antes citada Duquesa de San Carlos, en el inventario de Bienes Expropiables a la Grandeza.
Tras el golpe de Estado terrorista del 18 de julio de 1936, participo en las reclutas y preparación de las defensas de Ciudad Real como Miembro del Comité de Guerra hasta noviembre de 1936 en que es disuelto; oficio como presidente del Comité de Control de Obras Públicas, como presidente del Sindicato de Ingeniería y Arquitectura afecto a la UGT desde noviembre de 1936 y como Gobernador Civil en funciones de mayo a julio de 1937.
Incorporado al frente de Almadén y Córdoba, en otoño de 1937 soy nombrado Mayor del Ejército Popular de la República, al mando del 36º Batallón de Obras y Fortificación, con el que finalmente asciendo a Teniente Coronel y Jefe del Estado Mayor de ingenieros, zapadores, pontoneros, fortificaciones, voladuras y pistas de guerra de la Agrupación de Divisiones Toral durante la última ofensiva de la República contra los sublevados en el frente de Valsequillo y Peñarroya.
Podría pensarse que este dilatado historial de mi entrega personal al compromiso político en favor de la clase obrera es la causa primera de mi condena a muerte, pero el historiador Óscar Bascuñán Añover en su trabajo titulado Justicia de Venganza. Los Sempere, la represión política de una familia republicana en Ciudad Real cree que hay fundadas razones para sospechar que las enemistades que me granjeé entre la nobleza y la plutocracia nacional y local por mi labor como presidente provincial del I. R. A. y de la Junta de Incautación de fincas no sólo auguraron mi final, sino que también “ayudan a entender los deseos de venganza de ciertos sectores sociales tradicionalmente dominantes contra determinadas personas que participan en la gestión progresista del régimen republicano”.
Fruto de esa vendetta de la oligarquía, tras el triunfo de los golpistas en abril de 1939 soy detenido e ingresado en prisión aquel 24 de noviembre, pasando a disposición del Auditor de Guerra de Ciudad Real en méritos de Sumarísimo de Urgencia nº 1816. Soy juzgado en Consejo de Guerra celebrado el 3 de junio de 1940 y condenado a muerte, junto con Pedro Marquínez Ruiz de Alda (concejal del Ayuntamiento de Ciudad Real), José Tirado Berenguer (presidente provincial de la CNT y secretario de la FAI) , Ambrosia Tapiador Cuéllar, Francisco Lara Torrijos, Felipez Muñoz Rivero, Bartolomé Gutiérrez Corroto y Felipe Mohino Muñoz.
Casi de forma inmediata aunque poco esperanzado, mientras mi hijo Ernesto Sempere Villarrubia se encuentra también preso en otra cárcel de Ciudad Real condenado ya a 20 años por haber hecho agitación y propaganda en el Instituto de Enseñanzas Medias, yo solicito mi indulto, aunque en vano.
El 15 de julio de 1940, el coronel gobernador militar de Ciudad Real dirige el siguiente escrito al director de la Prisión Provincial: “Sírvase hacer entrega a la fuerza de la Guardia Civil que se presentará en esa prisión a las 5 horas del día 17 del actual de los reos que al respaldo se citan para conducirlos en la forma acostumbrada a la parte exterior del Cementerio de esta plaza donde serán ejecutados a las cinco y treinta de dicho día. Los reos entrarán en capilla a las una horas del mismo siendo asistidos por el Capellán de la Prisión durante su permanencia en ésta”. En el respaldo de la orden figuran los siguientes 26 nombres:
(…) “El Pichi” Barba Benito
Santos Blanco Ordóñez
Vicente Bustamante Ruiz
Antonio Caballero Cuevas
Manuel Cruz Donaire
José Estévez Lázaro
Manuel Fernández Pozo
Loreto Gamero González
Felipe Givica Gutiérrez
Francisco Lara Torrijos
Julián Menéndez Díaz
Victoriano Molin Bermejo
Andrés Orejón Peláez
Benigno Orejón Ruiz
Leandro Ormeño Expósito
Miguel Peralta López
Pedro Antonio Pérez Rosales
Gabriel Pérez Ruiz
Juan Manuel Romero Castillo
Santos Rueda Lozano
Reyes Sánchez Martín
José Sánchez Pérez
Ernesto Sempere Beneyto
Juan Toribio Peral
Francisco Trujillo Rodríguez
Pedro Vidal Ciudad
Yo, Ernesto Sempere Beneyto, soy asesinado por un pelotón de fusilamiento el 17 de julio de 1940, junto con todos estos hombres justos y con otros más de 2.000 en toda la provincia entre 1939 y 1945 como desquite en un bárbaro ajuste de cuentas de los ricos y poderosos contra las obreros, proletarios, jornaleros, profesionales e intelectuales que habían soñado en Ciudad Real con cambiar el mundo para hacerlo más libre, equitativo y solidario.
En 2025, hace ahora 85 años justos y precisos que han transcurrido desde la fecha de mi asesinato. Entonces eran, todavía son para mí, las doce y cinco de la noche de aquel día 17 de julio de 1940. Un carcelero nos ha comunicado a los amedrentados presos de la Provincial de Ciudad Real los nombres de los que seremos asesinados antes del amanecer. Me siento anonadado. En pocos minutos, a la una de la madrugada, seré conducido a la capilla de la prisión con mis 25 compañeros.
Allí el capellán de la prisión nos habla de resignación, nos anima a confesar nuestros ficcionados crímenes y nos exhorta a entregarnos a la divina misericordia. Aprovecho entonces para escribir mi despedida familiar y fijar mis últimas voluntades. En unas pocas horas, seré trasladado al Cementerio y allí, en el exterior, junto a uno de sus muros, en el lugar de costumbre –rutina adquirida a fuerza de aniquilar a más de dos millares de inocentes–, allí seré asesinado a las 05:30 h. de la mañana por la descarga letal de un pelotón y luego rematado en el suelo por un pistoletazo en la cabeza del oficial al mando.
Soy Ernesto Sempere Beneyto, asesinado junto con más de 2.000 ciudadrealeños y otros 232.000 españoles por los enemigos de la Justicia. Asesinado. Sólo por querer para todos un mundo más justo.
Bibliografía:
- Óscar Bascuñán Añover, “Justicia de venganza. Los Sempere: la represión política de una familia republicana de Ciudad Real”, en Francisco Alía Miranda y Ángel Ramón del Valle Calzado, La guerra civil en Castilla-La Mancha, 70 años después: actas del Congreso Internacional, Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha, 2008, PP. 1677-1702.
- Paco de Jerez, “Historia del asesinato de un hombre bueno, Ernesto Sempere, a manos de una oligarquía vengativa y revanchista: La Memoria al servicio de la Justicia. Día 197”, Todos los rostros, (16-7-2015), https://todoslosrostros.blogspot.com/. Consulta 20-2-2025.
- Óscar Bascuñán Añover, “Otro hombre bueno: historia de un republicano que protegió a personas en peligro durante la guerra civil”, en Cuadernos de Historia Contemporánea, nº 38 (2016), pp. 43-56.