Bartolomé y Mingo, Eugenio

Galería

Eugenio Bartolomé y Mingo
Argecilla (Guadalajara).
1839 -
Madrid.
1920.
Pedagogo.

Nació Eugenio Bartolomé y Mingo en la pequeña localidad de Argecilla (Guadalajara), en el partido judicial de Brihuega, el 19 de marzo de 1839. Sus padres, Juan Bartolomé y Librada de Mingo, dedicados a la agricultura, serían convencidos por el maestro y médico de la localidad, Nicolás Tejero, para que dotasen a Eugenio, dada su aplicación, de estudios superiores; lo que llevaría a cabo primeramente en el Seminario de Sigüenza, donde sería acogido por el entonces deán de la catedral, Dr. Juárez, quien sería su primer profesor de Latín, por espacio de cuatro años, hasta que la temprana muerte de su padre le hizo retornar a Argecilla para ocuparse durante breve tiempo de los asuntos familiares.

Desde Argecilla pasó a Guadalajara para seguir sus estudios de Magisterio que lo harían popular en la comarca, ocupando como primer destino la escuela pública de Brihuega; localidad en la que abriría, al margen de la escuela que regentaba, un aula nocturna para la enseñanza de adultos, y en donde contraería matrimonio con Dolores del Cerro, natural de la localidad.

Comenzaría a destacar en Brihuega por sus métodos de enseñanza, nada comunes a lo entonces conocido, con la creación de un periódico dirigido a los niños: El Canta Claro, de periodicidad mensual; así como la formación de una compañía de teatro infantil que llevaría a cabo numerosas representaciones, ya que entendía que:

“El teatro infantil, que venía a ser una especie de derivación de la escuela, era a la vez motivo de nuevas amistades que fundían en unidad compacta opuestos y heterogéneos sentimientos al calor del trato de gentes y de las mutuas condescendencias que impone la convivencia social, sin las cuales condescendencias no sería posible ni se concibe siquiera el organismo de la familia, y mucho menos el de una población, aunque sea insignificante”.

A la creación del teatro infantil seguiría el de la “Sociedad Dramática de Brihuega”, de la que formarían parte los jóvenes de ambos sexos de la localidad; continuando por el Centro Educativo del Obrero, de clases nocturnas antes referenciado; así como el Centro para la cultura de señoritas que, dados los tiempos, sería de efímera duración.

Desde Brihuega daría el salto a Madrid, continuando desde aquí sus estudios de Filosofía y Letras, para convertirse en profesor de las Escuelas Froebel, de los Jardines de la Infancia, creadas por el Conde de Toreno, en donde permanecería el resto de su vida laboral, en torno a los cuarenta años, hasta su jubilación al término del curso de 1918-1919. Con el tiempo sería primer director de dichos Jardines de la Infancia, lo que le llevaría a obtener el aprecio de sus discípulos y compañeros de aula, quienes le tributarían, al término de su vida laboral, un cálido homenaje el 21 de marzo de 1919.

En Madrid se iniciaría en el mundo literario con colaboraciones en numerosas revistas y periódicos destinados a la clase docente, generalizándose sus trabajos en la revista de Pedagogía de Primera Enseñanza: La Escuela Moderna, siendo su firma habitual en la Gaceta de Instrucción Pública, El Amigo, o El Magisterio. Con el tiempo llegaría a ser director de La Escuela Moderna; igualmente dirigiría la Revista de Pedagogía, también dirigida a la clase docente. En dicha revista, además de colaboraciones en torno a la enseñanza y la pedagogía se dirigiría a los maestros a fin de crear un sólido y respetado gremio, ya que, en numerosas ocasiones, los Ayuntamientos, de los que por algún tiempo dependieron, dejaban a un lado la dotación de aulas o mejora de los sistemas de enseñanza. Perteneció a la Junta Directiva del Fomento de las Artes, en donde desempeñó el cargo de bibliotecario; siéndole concedida la Cruz de Isabel la Católica.

Sus compañeros, al hablar de él en los distintos homenajes que le tributaron, lo definieron como: “humilde y modesto”, atribuyendo a esta humilde modestia el que su nombre fuese más conocido fuera que dentro de España: “más su labor pedagógica, labor constante, de más de medio siglo de actuación, amplia, extensa, eficaz, cultural, abierta a todo progreso, esa labor imperecedera y admirable, no puede ser borrada por el tiempo; subsiste y subsistirá, glorificando el nombre del maestro”.

Daría a la imprenta algunas obras significativas que sirvieron como método de enseñanza en las escuelas, entre las que cabe citarse una Gramática Castellana y una Enseñanza para Adultos.   Junto a estas, fue autor de:

  • Epítome de gramática castellana para uso de las niñas, Madrid, 1882.
  • Párvulos y adultos; Madrid, 1892.
  • El trabajo manual en la obra de la Educación, Madrid, 1902.
  • Cantos Escolares y Nociones de Teoría del Solfeo, Madrid, 1905.

 Su hijo, Abelardo Bartolomé del Cerro, alcanzaría el doctorado en Ciencias Naturales, siendo catedrático en las Universidades de Salamanca, Valladolid y Madrid. Eugenio Bartolomé y Mingo falleció en Madrid, el 9 de enero de 1920.

Referencias:

  • La Escuela Moderna, Madrid (1-12-1919).
  • María del Mar del Pozo Andrés y otros, Guadalajara en la Historia del Magisterio Español, Alcalá, Universidad de Alcalá de Henares, 1986.

 

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