latorre

Galería

Federico Latorre y Rodrigo
Toledo.
1840 -
Toledo.
1923.
Pintor, Periodista y Profesor.

Nacido el 9 de octubre de 1840, Federico Latorre fue alumno destacado de la Escuela de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid, agregada a la Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde coincidió, entre otros, con Casto Plasencia, Miguel Jadraque, Alejandro Ferrant, Manuel Gómez Moreno, Raimundo de Madrazo y el que iba a ser su amigo durante toda su vida, el pintor Matías Moreno. Entre sus profesores más ilustres destacaban Federico de Madrazo, que daba clases de Antiguo y Ropajes, Carlos de Haes, maestro de Paisaje, y el aragonés Pablo Gonzalvo, que impartía la asignatura de Perspectiva.

Las clases en la Escuela de Pintura de Madrid las aprovechó. En la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1864 el joven Federico Latorre ya presenta dos obras: Dos centinelas avanzados del campo marroquí y Serenata de Fausto. La ópera debió de dejarle al pintor una fuerte impresión, pues vuelve a ella con otros dos cuadros, Duelo de Fausto y Valentín, y Los amantes sorprendidos. Con ellos y con un Retrato de señora acude a la Exposición Nacional de 1866.  El creciente prestigio del joven pintor llegó a su ciudad natal. El Tajo (10-12-1866), la revista fundada por el abogado, historiador y periodista Martín Gamero, recoge la noticia de que “el joven pintor D. Federico Latorre Rodrigo, natural de esta ciudad, está pintando un gran cuadro al óleo que representa tan notable monumento [la Puerta del Sol de Toledo], que piensa dedicarle a nuestra Diputación provincial”. Ese mismo año de 1866 presentó a la Exposición Provincial de Toledo su óleo Doña María de Pacheco recibiendo al herido D. Pedro de Guzmán, premiado con medalla de bronce. Una de sus primeras obras importantes fue la Figura alegórica de la República que la Diputación Provincial de Madrid le encargó en 1873. Como puede apreciarse, Federico Latorre tocó todos los géneros pictóricos de la época, el género histórico, sin duda el más prestigioso en las Exposiciones Nacionales, pero también los temas de inspiración literaria y el retrato. Ahora bien, su tema más querido no podía ser otro que el paisaje urbano de Toledo, vistas que a veces compone libremente y en las que suele introducir personajes literarios y novelescos, como el óleo que reproducimos aquí y que representa la portada del palacio de Munárriz, fechado en 1874. En otras ocasiones el pintor reproduce fielmente la realidad, como en este pequeño óleo del puente de San Martín, o este otro, de carácter más popular y costumbrista, datado en 1900, en el que vemos a un azacán con su burro en un cobertizo toledano, tal vez el de Santa Clara. 

No faltaron galardones en su carrera de pintor. Obtuvo medalla de bronce en la Exposición Universal de Barcelona de 1888 y mención honorífica en la Exposición Internacional de Bellas Artes de 1892 con la obra Puerta de la Sala Capitular de la Catedral de Toledo. Concurrió a las Exposiciones Nacionales de 1895, 1897 y 1906 con Interior de la Catedral de Toledo, Puerta de Santa Catalina de la Catedral de Toledo y En la cocina, que merecieron sendas menciones. 

Federico Latorre pertenecía a esa clase de hombres polifacéticos que no eran raros en su época. Durante tres años dirigió la revista El Nuevo Ateneo, “revista científica, literaria, artística, de interés y noticias locales y generales”, como rezaba el subtítulo de la misma, una revista que nació en 1879 como sucesora del periódico recientemente clausurado por decisión gubernativa El Ateneo. Conviene recordar la naturaleza de estas pequeñas publicaciones locales, tan bien estudiadas por Isidro Sánchez en su Historia y evolución de la prensa toledana. En la década de 1874-1884 aparecieron en Toledo 16 periódicos, declarándose la mayoría de ellos como de “ciencias y literatura”, pues en la España de la Restauración, hasta 1883 en que aparece la nueva Ley de Imprenta, prácticamente no existe la prensa política. El origen de la publicación que va a dirigir Latorre hay que buscarlo en el Casino de Toledo, inaugurado el 19 de marzo de 1866, con el nombre de Centro de Artistas e Industriales, y con una nómina de 287 socios fundadores. Entre las actividades del Centro, una de las más importantes es la celebración de conferencias científico-literarias. En 1878 el Gobierno Civil aprueba el Reglamento por el que se han de celebrar dichas conferencias, “con la limitación de que las discusiones filosóficas se aparten de toda escuela de tendencia krausista, materialista, etcétera”. Con el fin de recoger estas charlas, entre otras noticias locales, provinciales o internacionales, pero siempre en relación con las ciencias o la literatura, nació la revista El Ateneo, de existencia efímera, como se ha dicho, pues al poco de salir fue suspendida. El Nuevo Ateneo dirigido por Federico Latorre en seguida tomó el relevo, y tuvo un recorrido relativamente largo comparado con el de otros periódicos, apareciendo el primer número el 15 de febrero de 1879 y el último diez años después, en 1889, primero con una periodicidad semanal y luego, a partir de julio de 1882, quincenal. 

Entre los colaboradores habituales de la revista se encuentran diversas personalidades de la escena cultural toledana, como el militar y escritor Eugenio de Olavarría, el pintor Matías Moreno o el profesor del Instituto Saturnino Milego, que acabaría sucediendo a Latorre en la dirección de El Nuevo Ateneo.

La administración de la revista se encontraba en un principio en la Calle del Cristo de la Luz, 16, pero luego pasó a la Calle Comercio, 31, en el mismo local que la Imprenta De Fando e Hijo en la que se editaba la revista.

Federico Latorre abandonó la dirección de El Nuevo Ateneo en 1881, cuando traslada su residencia y su estudio a Madrid. Pero pronto volvería a la ciudad del Tajo, donde se hizo cargo de la dirección artística de la revista Toledo, publicación quincenal ilustrada cuyo primer número apareció el primero de abril de 1889 y a la que Latorre aportó, además de sus artículos en los que denunciaba el estado lamentable en el que se encontraban muchos monumentos de la ciudad y las desafortunadas intervenciones de las autoridades responsables de cuidarla, muchos dibujos de las calles y los monumentos de Toledo. 

Pero hay que destacar también la labor de Federico Latorre como docente. En 1913 La Campana Gorda, en el homenaje que le rinde en el contexto de su serie de retratos dedicados a “Personajes toledanos”, se refiere al artista como “venerable escritor y maestro en diferentes ramas de la juventud toledana”. Catedrático de Lengua Francesa en el Instituto Provincial de Toledo desde 1897, Federico Latorre escribió un Nuevo método teórico práctico para aprender el francés que conoció un notable éxito y fue premiado en la Exposición Universal de Barcelona de 1888. 

Su amigo Matías Moreno también se lo trajo como profesor de francés en la recién inaugurada Escuela de Artes y Oficios. En la memoria del curso 1902-1903 aparece en la nómina de profesores auxiliares de dicha Escuela, junto a Julio González Hernández, el damasquinador y cincelador Dionisio Martínez Merino, y Santiago Santamaría Gutiérrez. Fue Federico Latorre quien, como profesor más antiguo, se hizo cargo de la dirección de la Escuela a la muerte de Matías Moreno. La amistad entre los antiguos condiscípulos de la Escuela de Pintura de Madrid era tan estrecha que Moreno hizo un “Busto de Don Federico Latorre”, obra con la cual el artista obtuvo Mención Honorífica en la Exposición Nacional de 1904. 

Latorre también hizo sus pinitos literarios, llegando a escribir algún relato, publicado por entregas en la revista Toledo (26-1-1916, y ss.), como La rubia de los nardos y los claveles. En él cuenta el amor del pintor Juan Blendo, alter ego de nuestro autor, el cual, mientras tomaba apuntes en la calle un día del Corpus quedó prendado de una mocita, Marta, casi una niña. Conferenciante habitual del Ateneo de Madrid, Latorre cultivó una prosa culta e inteligente que puede apreciarse en la conferencia leída en 1914, el año del tercer centenario del Greco, en el Paraninfo del Instituto General y Técnico de Toledo titulada “Las Bellas Artes, sus reformadores y el Greco (documento que pertenece al Archivo Vega Inclán y que puede consultarse en Internet).

Como artista de reconocido prestigio en la ciudad, formó parte de la comisión que había de seleccionar las obras para representar a la provincia en la Exposición de Bellas Artes de Munich de 1883. En dicha comisión, presidida por el Gobernador provincial, se encontraban como vocales, junto a Federico Latorre, el también pintor Matías Moreno, y los cinceladores y damasquinadores Mariano Álvarez y Críspulo Avecilla, antiguo compañero de Álvarez en la Fábrica de Armas (El Nuevo Ateneo, 1-5-1883). En 1884, con motivo de un Real Decreto sobre las necesidades de la clase obrera, se crea otra Comisión Provincial, presidida de nuevo por el gobernador D. Luciano Miguel, que había de informar sobre las mismas. En ella están presentes representantes de todos los sectores de la sociedad toledana: obreros, propietarios de fincas urbanas, comerciantes, prensa local, médicos, audiencia, Ayuntamiento, Diputación y clero. En dicha comisión Mariano Álvarez representa a la Sociedad de Artistas e Industriales y su amigo Latorre a la Sociedad Económica de Amigos del País (El Nuevo Ateneo, 1-7-1884). En cuanto a sus ideas políticas, Latorre era republicano convencido, llegando a ser secretario del comité local de la coalición republicana formada en 1890, aunque ello no le impidió pintar en 1897 (El Día de Toledo, 25-10-1897) el retrato al óleo de Alfonso XIII niño con el uniforme de alumno de infantería, de pie, en el Salón del Trono, ante el sillón regio y entre dos leones. Expresó su disconformidad, eso sí, al igual que sus correligionarios de partido, con la erección de una estatua de Alfonso XII; en cambio, formó parte de la comisión creada en 1900 para erigir un monumento al eximio toledano Juan de Padilla, abriéndose una suscripción popular a tal efecto (una estatua, por cierto, que no se llegaría a levantar hasta más de un siglo después). 

Por lo demás sabemos que su casa se encontraba en la calle Alfileritos y que de sus tres hijos solo le sobrevivió uno, Enrique. Federico Latorre estuvo trabajando hasta el final de sus días. Sus cuadros siguieron ocupando un lugar importante en las exposiciones que se realizan en Toledo, como la Tercera Exposición de Arte organizada por la Academia de B. A. en su sede social, el Salón de Mesa (Toledo, 30-5-1921). Junto a obras de Vicente López, Villaamil o Valeriano Bécquer, se pudieron admirar cuadros muy notables, casi todos con temas toledanos, de Vicente Cutanda, Federico Latorre, Rafael Ramírez de Arellano, Enrique Vera, Pedro Román o Roberto González Estéfani. En la fotografía que acompaña a estas líneas lo vemos en su estudio en una foto de Rodríguez. Tenía 82 años. El 4 de abril de 1923 fue recibido solemnemente en la Sala Capitular, como Socio Numerario de la Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. Los mismos que acompañaron a Federico Latorre en este acto académico, asistieron a su sepelio pocos meses después, el 18 de mayo. 

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