El futuro general Federico Santa Coloma nació el 25 de noviembre de 1850 en Manila, en el seno de una larga familia que estaba asentada en la provincia de Cuenca desde finales del siglo XVII. Su padre, Eusebio Santa Coloma, también militar como él, había nacido en la capital de esta provincia y, había sido destinado a la colonia cuando, una vez terminado su servicio militar obligatorio en Barcelona, donde había participado con su unidad en el pronunciamiento contra el regente Baldomero Espartero, que estaba dirigido en la ciudad condal por el general José Cortines y Espinosa de los Monteros, decidió iniciar una carrera militar profesional dentro del ejército. Su madre, Valentina Lim Po, u Olimpo cuando castellanizó el apellido, era una mestiza de chino y filipina.
Nuestro protagonista inició su carrera militar en 1866, cuando ingresó como cadete en el regimiento del Príncipe, número 6 del ejército de Filipinas, lo que impidió que pudiera regresar a la península con el resto de su familia, cuando su padre, que había pasado hasta entonces toda su carrera en la colonia, decidió regresar a la metrópoli, a tiempo para poder participar en la defensa de la capital conquense cuando esta fue atacada por las tropas carlistas que estaban al mando del infante Alfonso Carlos.
En 1872, una vez cumplidos los seis años de servicio que eran obligatorios para todo militar, para poder ser reconocidos en el ejército peninsular con el mismo empleo y sueldo que habían tenido en el ejército de ultramar, Federico Santa Coloma pudo viajar por fin a la península, a tiempo para participar, y muy activamente, en la Tercera Guerra Carlista, siempre en el seno del ejército liberal; guerra que inició como subteniente y que terminó, siempre con ascensos por méritos de guerra, como capitán y graduado de comandante. Una de las importantes acciones en las que participó, y que además de varios ascensos le supuso también varias condecoraciones militares, fue su participación en la toma de Cantavieja (Teruel), en donde el general carlista Marco de Bello había establecido su cuartel general, en la que Santa Coloma se había presentado voluntario para formar parte de la columna que, a modo de operación de distracción, atacó una brecha de la muralla, mientras el grueso de las tropas atacaba por otra zona diferente.
Una vez terminada la guerra, Federico Santa Coloma realizó diferentes servicios lejos del frente, aunque en algunas ocasiones también se vio obligado a enfrentarse a diferentes procesos revolucionarios y anarquistas, muy propios de aquella época de entresiglos. Así las cosas, en 1891 fue ascendido a teniente coronel, al mismo tiempo que se le entregaba el mando del batallón de cazadores de Figueras. Durante esa etapa de su carrera militar también formó parte de las tropas que participaron en los actos que se celebraron para conmemorar la visita oficial a nuestro país del presidente de la República Francesa, Émile Loubet, por lo que fueron condecorado con la placa de la orden francesa de la Estrella Negra -la Ordre de l’Étoile Noire-, que había sido reconocida por el gobierno francés todos aquellos que trabajaron para desarrollar la influencia francesa en la costa occidental de África. Y al mismo tiempo, también participó en diversas comisiones de estudio para la introducción de diferentes mejoras en el ejército español, entre los que destaca la realización, en 1906, de un anteproyecto para la creación de una nueva guerrera para jefes y oficiales de infantería, para ejercicios, marcha y campaña, con el fin principal de que los distintivos del empleo de dichos jefes y oficiales, pudieran pasar más desapercibidos para el enemigo. Coincidiendo con la realización de este anteproyecto, Santa Coloma fue ascendido a coronel, siendo destinado para el mando de la segunda media brigada de cazadores, con destino en Madrid.
En 1908 fue destinado para el mando del regimiento de infantería León, el cual, junto a su regimiento hermano, el Inmemorial del Rey, eran los más antiguos de la infantería española. El mando de esta unidad le valió a nuestro protagonista su otra condecoración extranjera, la medalla conmemorativa del trigésimo aniversario del inicio del reinado del emperador Francisco José de Austria-Hungría, junto al resto de su unidad, de la que el archiduque Federico de Habsburgo era coronel honorario; por este motivo, el regimiento había celebrado el jubileo de manera oficial. Y muy pocos meses después, en 1909, se iniciaba una nueva página de la guerra en el norte de África, esta vez en Melilla, a cuyo frente fue enviada la unidad que mandaba nuestro protagonista. De esta forma, entre los meses de agosto de 1909 y enero del año siguiente, Santa Coloma permaneció de nuevo en campaña, participando en diversas acciones militares, y a pesar de que la guerra había finalizado oficialmente el 17 de diciembre de 1909. Esa participación le valió, una vez más por méritos de guerra, el ascenso a general de brigada, ascenso que le fue notificado cuando se encontraba todavía en el norte de África, participando con su antiguo regimiento en la pacificación definitiva del territorio.
El reconocimiento como general le obligó a entregar a su segundo el mando de su regimiento, con fecha de 23 de abril de 1910, regresando inmediatamente a la península, en expectativa de destino, a bordo del vapor Ciudad de Mahón. Pocos días más tarde fue designado jefe de la primera brigada de la cuarta división del ejército, con sede en Granada, aunque la reactivación de la guerra en África, a la que de manera alternativa fueron destinadas las dos brigadas de la división, hizo que nuestro protagonista alternara diferentes etapas en el frente, principalmente en la zona de Ceuta y comarcas limítrofes, con otras de Málaga, actuando de gobernador militar interino de la ciudad mediterránea. Y se encontraba precisamente en Ceuta cuando le fue notificada la decisión que había tomado el Ayuntamiento de Cuenca, en abril de 1914, de dar el nombre a una calle de la ciudad, precisamente la que se hallaba a la espalda de su casa familiar, en la ciudad del Júcar.
Y por fin, la pacificación parcial del territorio norteafricano y la reorganización del ejército de operaciones en el protectorado, y sobre todo el ascenso de su antiguo jefe, el general Francisco Villalón, a general de división, en marzo de 1913 era destinado para mandar la segunda brigada de la misma cuarta división, que estaba formada por los regimientos Borbón y Extremadura; el cargo estaba aparejado con la gobernación militar de Málaga, que, como sabemos, ya había ejercido con carácter interino.
El 16 de febrero de 1916 fue ascendido a general de división, permaneciendo a partir de ese momento en Madrid, en expectativa de destino, hasta el mes de abril de 1917, en que fue destinado para mandar la séptima división, cargo que además estaba aparejado con la gobernación militar de Gerona. Y como gobernador militar permanecía entre los meses de agosto y octubre de ese mismo año, cuando tuvo que hacerse cargo también de la gobernación civil de la provincia, al establecerse en todo el país el estado de guerra, como consecuencia de un nuevo brote de huelgas violentas y terrorismo de carácter anarquista.
El 6 de febrero de 1918, Santa Coloma presentó la dimisión de su cargo por motivos de salud, siendo autorizado a fijar su residencia de nuevo en Madrid, en expectativa, otra vez, de un nuevo destino. Sin embargo, su carrera militar había llegado ya a su final. El 3 de junio de ese mismo año pasó a situación de primera reserva, al haberle llegado ya la edad reglamentaria, y pocos meses más tarde pasaba también a situación de segunda reserva, lo que significaba ya su retirada definitiva del ejército. Ya retirado, una Real Orden firmada por el monarca Alfonso XIII el 19 de abril de 1921, le autorizaba a usar en la empuñadura de su sable, como emblema, un león de oro, con motivo de haber mandado el regimiento homónimo durante la campaña de Melilla.
El 20 de abril de 1929, nuestro protagonista fallecía en Madrid, pocos meses después del fallecimiento de su esposa, Susana Estrada y Roca, con la que había contraído matrimonio apenas ocho años antes, mientras estaba ya en situación de reserva, y después de haber permanecido soltero durante toda su carrera militar.
Bibliografía:
- Julián Recuenco Pérez, “Federico Santa Coloma Olimpo (1850-1929): Un general español a caballo entre dos guerras”, Revista Digital de Historia Militar (2024), https://historiamilitar.es/. Consulta 3-11-2024.
- Julián Recuenco Pérez, “Un militar conquense a caballo entre dos siglos”, Julián Recuenco Pérez (coord.), Entre la Guerra Carlista y la Restauración: Cuenca en el último tercio del siglo XIX, Cuenca, Diputación Provincial, 2016.
- Julián Recuenco Pérez, El León de Melilla. Federico Santa Coloma: un general a caballo entre el liberalismo y el africanismo, Cuenca, Diputación Provincial, 2017.