Nació en Ulzurrun, pueblecito del Valle de Ollo (Navarra), el día 10 de junio de 1883. Nació allí por casualidad. O mejor, por accidente de la filiación política del padre. Era liberal frente a la enorme presencia carlista en el territorio de Estella. Bonifacio, el padre, casó con María Guindo Ilzarbe y tuvo otro hijo, Leoncio, además de Félix. El padre de ambos, tal vez hastiado del estrecho mundo del carlismo de la zona impulsó a sus hijos para que estudiaran y salieran de aquel pequeño universo cerrado. Félix obedeció, pero nunca olvidó las montañas, los valles y los arboles de su paisaje navarro.
En Pamplona, donde terminaría recalando la familia, ambos hermanos tuvieron la suerte de disponer de un buen profesor, Félix Serrano, que les preparó para el ingreso en la Escuela Normal de Magisterio. También asistirían a la Escuela de Artes y Oficios, donde educaron su sensibilidad artística. Por el impulso de su maestro, del que Félix realizó un afectuoso retrato en la novela Toledo, Piedad, titulado ‘Un Sócrates rural’, Urabayen se adentró en la Literatura. Tanto este maestro como su padre les hablaron de Europa. Félix viajaría a Alemania, donde aprendió las diferencias entra el progreso y la cultura cívica europea y las distancias respecto al ambiente rural y empobrecido de España.
Por la promulgación del llamado Plan Romanones, obtuvo el título de Maestro y sería profesor de la Escuela de Magisterio de Toledo, la ciudad en la que se casó con María Mercedes de Priede y Hevia (Piedad, en su primera novela) y se sintió atrapado por la magia de Toledo hasta no quererse separar de la ciudad. Como inspiradores teóricos se encontraban Ganivet, Costa, Macías Picavea o Senador Gómez. Entre sus influencias literarias, Galdós, Blasco Ibáñez, Gabriel Miró y Pérez de Ayala.
En Toledo, además de las clases en la Escuela Normal de Magisterio, se dedicó a la escritura, a la descripción del patrimonio artístico de la ciudad y a su difusión más allá de la propia ciudad. Colaboró a ello el que la esposa fuera propietaria del Hotel Castilla, que se convirtió en un centro de alojamiento y debate culturales por los huéspedes del hotel. Allí organizaba charlas en las que se diseccionaba Toledo, España y Europa. Muchos de los debates de aquellas tertulias los trasladaría a las novelas sobre Toledo o a los folletones que publicaba en el periódico El Sol, de Madrid. Reunidos en los libros Por los Senderos del Mundo Creyente, Vidas difícilmente ejemplares, Serenata lírica a la vieja ciudad o Estampas del Camino.
Como su padre, también se comprometió con la política y llegaría a ser candidato al Congreso por Izquierda Republicana en el año 1936, dada su amistad con Manuel Azaña. Fue nombrado consejero de Cultura por el gobierno de la República, cargo que ejercería hasta el golpe militar de 1936.
Sus novelas, siguiendo las trazas de Blasco Ibáñez (La Catedral) y la de Pérez Galdós (Ángel Guerra y algunos otros escritos), se centran en Toledo en la que sitúa su paraíso particular. Asistía a tertulias en el Ateneo de Madrid, en la Granja del Henar o revisaba sus publicaciones, pero inmediatamente volvía a Toledo. Sus novelas son regeneracionistas, intimistas y románticas. Toledo es el escenario de su amor real con Mercedes Priede que cuenta en Toledo, Piedad, publicada en 1920. Le seguiría Toledo, la despojada donde cuenta la vida en ocasiones miserable de los habitantes de provincia que en este caso comercian con el patrimonio histórico y le desprecian. La trilogía de Toledo se completará con la aparición de Don Amor volvió a Toledo, publicada en 1936 el mismo día que se produjo la intentona fascista, según deja escrito al comienzo de la novela.
Para desintoxicarse de Toledo, cambia de tema y escribe otras novelas: La última cigüeña, a caballo entre Extremadura y Navarra. Basándose en un folletón titulado Soneto de Égloga llegará a El Barrio Maldito (1925). Esta está ordenada en torno a tres nombres de mujer: Sara, Dionisia y Rut y un epílogo. El barrio es Bozate en el pueblo de Arizcun, de Navarra, donde viven aislados los agotes, supuestos descendientes de leprosos o, lo más probable, descendientes de judíos como los chuetas de Mallorca o los vaqueiros de Asturias. Tras estas novelas volvería sobre el tema navarro en Centauros del Pirineo, historia de contrabandistas, llena de acción y técnica narrativa ágil. En 1932 publica en Toledo la novela Tras de trotera, santera, donde se narran los movimientos y antecedentes de la proclamación de la II República. Su ciclo como narrador se cerraría con la publicación –muchos años después de su redacción, en 1965– de la titulada Bajo los robles navarros, dedicada a Antonio Machado.
En noviembre de 1936 el embajador de México ofreció al matrimonio la posibilidad de abandonar España. Urabayen se negó. No tenía motivos para abandonar su país. No era culpable de nada, excepto en pensar de forma diferente a los triunfadores del golpe. En 1937 se desplaza desde Madrid a Alicante donde permaneció hasta el final de la guerra. A su vuelta a Madrid será detenido en plena calle y encarcelado. Había sido delatado por un antiguo policía de Toledo que le reconoció como izquierdista peligroso. Desde los calabozos de Gobernación fue trasladado a la cárcel de Conde de Toreno. En estos internamientos su salud se fue deteriorando por lo que fue ingresado en la enfermería del centro penitenciario. Fue liberado en noviembre de 1940 por las gestiones de su hija María Rosa y algunos amigos de la familia. Pero su estado de salud física ya era irreversible. Luego estaba la gran depresión que sufría y que lo iba consumiendo más que el cáncer del pulmón que contrajo en la cárcel por el hábito incansable de fumar.
Fallecería en el año 1943, cuando leía En busca de la felicidad, de Bertrand Russell. La ultima ironía de un escritor que ha escrito las mejores novelas sobre Toledo, olvidado en su momento y que continúa en ese olvido cazurro que con entusiasmo generacional cultivan algunos toledanos. A pesar de que se han hecho diferentes ediciones recientes de sus novelas, Urabayen continúa siendo, como Alberto Sánchez, el gran desconocido de Toledo y de la literatura nacional.
Bibliografía:
- Hilario Barrero, Vida y obra de un claro vascón de Toledo. El legado literario de Félix Urabayen, Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2003.
- Hilario Barrero, Prólogo a Don Amor volvió a Toledo, Toledo, Ed. El Perro malo, 2015.
- Francisco Gómez Porro, Francisco, «Félix Urabayen: un disidente». Añil: Cuadernos de Castilla-La Mancha, nº 16 (1998), pp. 59-62.
- Mariano Calvo, «Urabayen y Toledo», en el libro Rutas literarias de Toledo, Toledo, Cuarto Centenario, 1992, pp. 250-269.