El periodista y escritor Florencio Martínez Ruiz nació en Alcalá de La Vega, pueblo de la Serranía de Cuenca en 1930. Estudió Latín y Humanidades y Teología, Magisterio en la Escuela Normal “Fray Luis de León”, y se graduó en 1961 en la Escuela Oficial de Periodismo y Filosofía y Letras, en Madrid.
Con catorce años ingresa en el Seminario de Cuenca, años de estudio y de apertura al mundo. Se despierta su vocación literaria a lo largo de estos años y publica su primer poema “La espiga” en la hoja “Mariposas evangélicas”. Aparece en Roma en 1950 la revista Estría, en la que publica una “plaquette” de poemas que luego se integrarían en Cuaderno de la Merced. Asimismo toma contacto con otras publicaciones como Incunable”, Signo, Juventud, aparte de diversas revistas poéticas como Estrofa, Arquero, Alcaravan. Colabora por primera vez en Ofensiva, con el artículo “Esa oscura desbandada”. Participa en la creación de la revista Gárgola (1954), y funda en Barcelona Haliterses. A finales de los años cincuenta se marcha a Madrid para estudiar Filosofía y Letras. Ingresa en la Escuela Oficial de Periodismo y, a la vez, se integra en el equipo del semanario El Español como redactor-volante. Durante varios años realizará más de cien entrevistas y reportajes a personalidades de la cultura. Comienzan sus colaboraciones en La Hora, Punta Europa, La Estafeta Literaria.
Publica asimismo alguno de sus poemas en Poesía Española. En 1959 en un viaje a León como enviado especial al Congreso Isidoriano, conoce a Francisco Umbral, redactor entonces de La Voz de León, iniciándose con ello una excelente relación personal y literaria que duró a lo largo del tiempo. Al año siguiente obtiene diversos premios periodísticos como el del Domund (artículos y reportajes), Signo, de poesía.
En los años sesenta es nombrado miembro de la Junta de Clasificación de Teatro. Inicia una colaboración semanal en El Español bajo la rúbrica de “Actualidad y polémica de la cultura”; también es nombrado redactor-colaborador de la sección de Ediciones de la Dirección General de Información. Colabora intensamente en diversos periódicos y revistas culturales, como en Arriba con la sección “El Concilio al oído”, entre otras colaboraciones literarias y de crítica.
Inicia una página literaria de crítica e información cultural en el diario Ya. Contrae matrimonio con María Jesús Pérez Mateos y en el viaje de bodas a Mallorca contacta con la revista dirigida por Camilo José Cela, Papeles de sons Armadans, en donde publicará un ensayo sobre “El último teatro realista español”. Se incorpora como jefe de información al semanario El Español, en una nueva etapa. Intensifica sus colaboraciones en diversas revistas, como Reseña, Punta Europa, La Estafeta Literaria, Razón y Fe, etcétera.
En 1968 ingresa como redactor en el diario ABC. Trabaja en los “Domingos de ABC”, a la vez que participa en otras secciones del periódico. Escribe diversos ensayos sobre novelistas y narradores: Saúl Bellow, Heinrich Böll, Alexander Solzhenytsin, etcétera. Comienza a ejercer de forma regular la crítica literaria: la de poesía en Blanco y Negro y la de novela, como crítico titular, en La Estafeta Literaria. Durante un breve tiempo colaboró como crítico literario en Gaceta Ilustrada, con el nombre de Eduardo Alcalá.
A mediados de los setenta, en ABC pasa del “Suplemento Semanal” a la sección de Cultura, en la que es responsable de “Mirador Literario” y de “Domingo Cultural”. A partir de este año se ocupa de la crítica de poesía. Además es nombrado redactor-jefe de Mundo Hispánico, la revista del Instituto de Cultura Hispánica que le permite vivir un intenso contacto con la literatura hispanoamericana.
En 1977, durante la entrega de la Gran Orden de Carlos III al premio Nobel Vicente Aleixandre, conoce al rey don Juan Carlos en un breve encuentro a las puertas del chalet de Velintonia. Es nombrado asesor de los programas culturales de TVE, “Encuentros con las Letras” y “Las cuatro esquinas”. Asimismo es colaborador fijo de la sección “Firmas”. Compra una casa en la parte alta de Cuenca y a partir de ese momento empieza a intensificar su relación con los medios literarios relacionados con Cuenca y la región. Años después funda la revista cultural La Ínsula Barataria, con un grupo de periodistas conquenses. Aparecen en Cuadernos Hispanoamericanos la “Oda barroca a la Ciudad Encantada” y el “Soneto frayluisiano a Cuenca”.
En Cuenca pregonó la Semana Santa, las fiestas de San Julián y la Feria del Libro, además de participar en la creación de la Real Academia Conquense de las Artes y las Letras; premiado con el Tormo de Oro y reconocido como “Conquense del Año”. Durante diez años, de 1993 a 2003, escribió en su totalidad los artículos, reportajes, entrevistas y notas de El Cultural de El Día de Cuenca.
Después de su jubilación, tras treinta años en el diario madrileño ABC, colaboró como crítico radiofónico del periódico firmando con el seudónimo de ‘Piloto’. Desde el año 2003 y hasta su fallecimiento fue asesor y coordinador de la colección de libros de bolsillo de la Diputación de Cuenca, Atalaya. Florencio Martínez Ruiz a lo largo de su singladura periodística simultaneó su firma con los seudónimos de Eduardo Alcalá, Dámaso Cuenca y Luis de la Villa, tanto en la prensa nacional como en la regional y local.
Entre sus libros figuran La nueva poesía española, antología crítica (1971), Cuaderno de la Merced (1976); Nuevo Mester de Clerecía (1977); Juan Alcaide en sus raíces (1996); Siete Cipreses Conquenses (1999); Poetas conquenses del 50: los niños de la guerra. Atalaya (2003); Cuenca y los enconquensados. Atalaya (2003); El Cabriel dormido –primera edición– (2004); La Ciudad Encantada, de Carmen de Burgos. Atalaya (2004); Poetas en el vientre de la ballena (La primera generación conquense de posguerra) Atalaya (2006); Aproximación a la obra narrativa de Meliano Peraile. Atalaya (2007); José Luis Coll: in memoriam, obra coral donde también firma con su seudónimo Eduardo Alcalá. Atalaya (2008); Leer y entender la poesía de Diego Jesús Jiménez. Atalaya (2009) y Federico Muelas, el bardo de Contrebia, escrito en 2010 y publicado en 2024 por la Diputación Provincial de Cuenca.
Entre el gremio de los periodistas y críticos españoles siempre se dijo que los artículos concebidos por Florencio Martínez Ruiz eran en sí mismos como un soneto, lo consideraban un «animal» periodístico y literario que consagró treinta años de su vida al diario ABC y por cuyas páginas Florencio, –al que también se le calificó como un hombre llamado «escritura»–, hizo desfilar con su pluma genial, sensible y sublime a Borges, Miró, Halcón, Ortega y Gasset, Cunqueiro, Baroja, Zubiri, Sender, Alberti, Rosales, Celaya, Aleixandre, Dámaso Alonso, Carpentier, Gabriel García Márquez, Kenzaburo Oé, Hemingway, Pessoa, etcétera. Florencio fue y es Periodismo en estado puro. Periodismo a pie de máquinas. Periodismo, codo a codo con la rotativa.
La escritora conquense, Mariví Cavero Sierra, en una magnífica antología sobre la obra periodística de Florencio, resume con toda certeza el estilo y la calidad de su obra: «escribe en prosa colada, válida en sí misma, que sirve además, por su carácter ancilar, de semblanza crítica. Por su privilegiada formulación humanística y por su precisión estilística –nuestro escritor y periodista tiene el don de aquietar el ritmo de su sintaxis y de serenar la cadencia de sus párrafos– más que utilizar servilmente el lenguaje, le hace cantar, con un vocabulario extraído de las raíces del idioma, acaso un poco barroco, por la falta de exposición de sus ácidos reactivos, pero auténtica burbuja de claridad y elegancia. Florencio Martínez Ruiz embute impresiones, metáforas, juicios críticos, alusiones y locuciones en textos calados de belleza, como el guante a la mano, haciendo en el mármol de su prosa una estría viva y sugerente».
Murió en Madrid, el 6 de febrero de 2013.