Nació en Gálvez, Toledo, en el seno de una familia humilde. Allí vivió la dureza de la posguerra hasta los 18 años, en un entorno marcado por las penurias económicas. Sin embargo, logró destacar en la escuela por sus cualidades artísticas, especialmente como escultor autodidacta. Un maestro nacional de Gálvez se interesó por él y buscó los medios para sacarlo de un entorno que no le ofrecía posibilidades para evolucionar artísticamente. La Diputación Provincial de Toledo le concedió una beca para realizar estudios en la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de la ciudad imperial. En la Escuela de Arte, entró en contacto con el escultor y maestro de talla en piedra, Cecilio Béjar Durante (1915-1971). A su lado, se inició en el conocimiento de los materiales, técnicas y procedimientos escultóricos, y antes de finalizar sus estudios, comenzó a trabajar como colaborador en su taller, que en ese momento estaba llevando a cabo los trabajos de restauración escultórica de San Juan de los Reyes. Tras finalizar sus estudios, se incorporó como profesor a la Escuela de Artes de Toledo, plaza que finalmente consolidó por oposición en 1983.

Dos constantes marcaron su intensa vida: su trabajo como escultor, con un legado de más de mil obras, y su labor docente. Su obra, reconocida y premiada en numerosas ocasiones, se encuentra repartida por calles, plazas y colecciones particulares de España, Francia y Portugal. Destaca su trabajo como retratista. El retrato ocupa uno de los lugares más importantes en la producción artística de este escultor y a través de su análisis queda claramente definida la evolución de su obra, que también se desarrolla en el mundo animal. Kalato muestra en su obra también un gran conocimiento de la anatomía y las actitudes de los animales, apreciándose una clara preferencia por las aves y los perros. Las palomas, ciervos y galgos son sometidos a un proceso de investigación que desemboca en la síntesis de la anatomía animal y en la articulación de volúmenes depurados de amplias superficies, que se alejan del realismo más intenso. La evolución formal hacia la reducción volumétrica se observa en los tratamientos escultóricos empleados en los galgos.

El reconocimiento público se extiende a su labor docente en la Escuela de Arte, donde se había iniciado en el oficio de escultor, formando a toda una generación de creadores plásticos toledanos. En los 40 años de docencia de «Kalato» en la Escuela de Arte de Toledo, el maestro enseñó el conocimiento preciso de los materiales, el trabajo concienzudo con las herramientas y las máquinas, y supo transmitir los lenguajes artísticos propios de la escultura.

Trayectoria profesional

Durante el verano de 1958, Kalato colaboró, a propuesta de su maestro, Cecilio Béjar, con el artista Victorio Macho en la Casona cercana a la Escuela de Arte, que actualmente es sede de la Fundación Toledo. Kalato contrajo matrimonio en 1962 con Julia Gómez Barroso. Colaboró con su maestro Cecilio Béjar en obras de restauración en Aranjuez, Madrid o Ávila. Continuó con las clases en la Escuela de Arte, como maestro de talla en piedra, que no abandonó hasta su jubilación en 1998. Siguió desarrollando su trabajo como escultor, exponiendo su obra en salas de Toledo, Madrid, Cuenca y Ciudad Real, hasta su muerte en abril de 2004. Ha dejado un legado de más de 700 obras repartidas en colecciones privadas y públicas; una buena parte se conserva en su estudio de Toledo.

En 1975, recibió el encargo de hacer un conjunto escultórico alegórico al trabajo en su pueblo natal, Gálvez, que se inauguró el 30 de septiembre de 1976 con el nombre de «Monumento al Trabajo». El proyecto, diseñado y realizado por Kalato, está constituido por tres figuras simbólicas de marcado corte naturalista, en las que cada una de ellas porta dos atributos, que representan las ramas más significativas de su pueblo natal: agricultura y ganadería, ciencia y artesanía, industria y comercio.

En 1981, Kalato organizó una exposición homenaje a Cecilio Béjar, quien falleció en un accidente de tráfico en 1971. En 1985, presentó su obra en una exposición en la Escuela de Arte de Toledo. En 1987, fue nombrado académico numerario de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, con la medalla número XIV, precediendo a Guillermo Téllez.

En 1994, se instaló en la ciudad de Toledo un conjunto escultórico que, bajo el lema «Paz y Bien», representa la imagen de Santa Clara con motivo del VIII centenario de su muerte en la plaza del casco histórico del mismo nombre. Una monumental escultura dedicada a Santa Clara, realizada en piedra caliza, representa la defensa de los ideales de esa congregación: «Paz y Bien». La escultura, un bloque de más de dos metros de piedra caliza, muestra la actitud de valentía de la Santa, con un corazón impávido, dando un paso hacia adelante y sosteniendo la Hostia Santa entre las manos, haciendo retroceder a las tropas sarracenas, que habían logrado penetrar el claustro del convento de San Damián de la ciudad italiana de Asís, y que habían sido pagadas por el emperador Federico II de Suabia. La escultura fue bendecida por el obispo auxiliar de Toledo, Rafael Palmero, en presencia de fieles y amigos de Santa Clara.

Con motivo de su jubilación como maestro de taller en la Escuela de Arte y Oficios Artísticos de Toledo, realizó una exposición para rendir homenaje a todos los directores que conoció durante su paso por esta institución. En 2002, se inauguró en este centro de enseñanza su última exposición, con una representación de toda su obra. En esta última fase de madurez, se hizo más grande pero más reservado, continuando su investigación y sumergiéndose en nuevas formas de lenguaje plástico, de gran belleza. Siguió esculpiendo en su estudio hasta su fallecimiento en 2004.

En 2008, el Gobierno de Castilla-La Mancha, a través de la Consejería de Cultura, organizó una exposición homenaje a su trayectoria como maestro y como escultor en el Museo de Santa Cruz de Toledo, en la que participaron artistas y alumnos. Esta exposición se recoge en una publicación titulada ‘Kalato, Creación y didáctica de la escultura’, un ambicioso proyecto expositivo que proponía una relación más directa entre las instituciones docentes y las museísticas. De ahí nació el Cuaderno del Profesor de la Consejería de Educación de Castilla-La Mancha, un documento que proporciona al docente los instrumentos didácticos necesarios para que los alumnos desarrollen una sensibilidad artística que les capacite para concebir objetos tridimensionales, así como para analizar una obra de arte escultórico.

El historiador y periodista Jesús Fuentes Lázaro escribió sobre su visión polifacética de la escultura: mármol, granito, terracota, madera o hierro. «Daba igual el material, con todos se atrevía y en ellos iba dejando huella en su evolución artística. Tiene la obra distintas etapas, desde la más clásica a la más moderna y en todas se percibe su dominio de la técnica e investigación infatigable. Es un hombre autodidacta, como el propio Alberto Sánchez, a caballo entre la generación de escultores figurativos y las nuevas orientaciones abstractas que se imponían en el mundo. Situado entre ambos estilos, buscaba su espacio personal. Narra con sus obras el tiempo que le tocó vivir y los esfuerzos que se hacían por incorporar las tendencias que invadían el arte contemporáneo».