moya-fernandez
Francisco Javier Moya Fernández
Hellín (Albacete).
1821 -
Madrid.
1883.
Político y Periodista.

Nace en Hellín (Albacete), en 1821. Estudia filosofía en el Seminario de Murcia, y Derecho en las Universidades de Valencia y Madrid En esta última ciudad, una vez acabada la carrera, ingresa en la redacción de El Eco del Comercio, donde en sus páginas centrales publica una serie de artículos con el nombre conjunto de Estudios sociales, en los que predomina el influjo de Fourier y Saint-Simon.

En febrero de 1848, la academia científico-literaria El Porvenir inaugura una Cátedra de Socialismo dirigida por Moya. La relación continua con todos los representantes del izquierdismo progresista le lleva a colaborar en todas sus publicaciones: El Eco de la Juventud, de Garrido; La Reforma Económica, de Sixto Cámara; La Asociación, de Ordax Avecilla; La Tribuna del Pueblo, La Enciclopedia,…

En la revolución de 1854 ocupa las secretarías de los gobiernos civiles de Cáceres y Cuenca. Entre 1856 y 1860, trabaja de abogado en Albacete, donde publica un periódico La Semana (1858), al no conservarse ningún número, no podemos conocer su contenido, no dudamos que seguiría con su mentalidad progresista social. Después se traslada a Hellín, desde donde colabora en La Iberia, de Madrid, con artículos contra la dinastía reinante, por lo que fue procesado (1865).

Vuelto a Madrid, actúa de redactor-jefe de este último periódico. En 1868, es nombrado presidente de la Junta del distrito de Hospicio; redacta el manifiesto electoral del Partido demócrata de Madrid. Elegido diputado en las Constituyentes de 1869, vota a favor de Amadeo de Saboya. En 1872 es senador.

Entre 1868 y 1874 tuvo diversos cargos oficiales: director general de Estadística; de Agricultura, Industria y Comercio y ministro del Tribunal de Cuentas, etc. En la Restauración, fue seguidor de Sagasta; en 1881, fue nombrado fiscal del Tribunal de Cuentas.

Es un escritor prolijo de temas diversos. Las ideas sociales transmitidas por Moya, de una manera un tanto apresurada y confusa, ofrecen una visión idealista del pasado, una crítica a la sociedad presente, a la cual se ha llegado por una degeneración de los postulados divinos, el egoísmo personal y la mala organización de la sociedad. Los temas tratados en el conjunto de Estudios sociales -el periódico los anuncia pertenecientes a un libro de próxima aparición, no publicado posteriormente- son herederos de la revolución francesa, socializados por las ideas de Fourier y traicionados por las clases políticas y poderosas.

La justicia, el derecho, los deberes y obligaciones sociales, una visión global de lo que significa sociedad, así como otros temas no publicados: atracción, asociación, etc. mezclados unos con otros en los diferentes artículos, y repitiendo ideas en varios de ellos. Todos los artículos mantienen la misma estructura: hablar de un tiempo anterior, normalmente idealizado; plantea y crítica la situación actual; y ofrece sus teorías para la solución social. Normalmente para dar respaldo a sus opiniones recurre a citas de pensadores anteriores o actuales.

Moya parte de la mala utilización y degeneración que se hace de las palabras y conceptos sociales. Todas las palabras, en un principio, son buenas, pero ha sido la mala aplicación de los hombres, y su malsano interés, los que han traicionado la bondad divina y de la naturaleza:

“El desorden y el capricho insolente de la fuerza han sancionado el empleo de una palabra, que designando naturalmente unión, orden, libre voluntad, protección y armonía, no expresa la realidad de lo que es, más que discordia, malestar, violencia y desconcierto. Por socie-dad se entiende en el lenguaje común y técnico de lo arbitrario, la forma que actualmente observa el mundo; ¿pero esta palabra está rectamente aplicada…?»

Los culpables son los gobernantes y los ricos, pues ellos actúan siempre en su propio beneficio, sin tener en cuenta la situación de las clases bajas, de los obreros del campo y de la industria. Para acabar con la nueva manera de esclavitud que se produce en la sociedad liberal, y en el propio interés de este país, sólo hay una palabra: asociación. No tanto una realidad asociativa concreta, sino un concepto abstracto, donde se respete la libertad, el orden, el trabajo, el capital, la ciencia, el derecho,…

“La asociación debe ser la enseña pacífica que guíe a los pueblos a la conquista del orden, despreciando por fin los pobres medios que hasta ahora se han empleado para conseguirlo. La asociación extenderá los beneficios de la ilustración a todos los individuos que deben educarse en común bajo reglas generales. Todas las profesiones, todas las tiendas, todos los cono-cimientos útiles y agradables deben estar a la disposición de todos, dejando a las inclinaciones y al gusto particular la elección del destino que cada uno quiera dar a sus facultades».

Establecidas estas premisas ideológicas, la sociedad entrará en unas perspectivas de desarrollo e igualdad, donde cada uno realizad sus aspiraciones, sin otras limitaciones que las propiamente personales. Se acabará con todo tipo de violencias e imposiciones, y cada persona actuará bajo su propia responsabilidad.

Entonces habrá libertad, porque cada uno elegirá las ocupaciones a que se conozca más dispuesto, y siendo honrado, inteligente y trabajador. podrá aspirar a todos los cargos y preeminencia, de la sociedad. Entonces habrá tranquilidad„ porque la asociación estará interesada en ella y en su conservación, de la que dependerá la felicidad general. Entonces habrá justicia, porque cada uno tendrá lo que sea suyo, el fruto de su trabajo, de su capacidad o de su capital, con la proporción con que contribuya a la mejora; y habrá orden por fin, porque las miras-se habrán cumplido, los adelantos no sumirán a nadie en la miseria, la mayor cultura no comprometerá ninguna posesión, la concurrencia no rebajará el precio de la mano de obra, la intriga, la violencia y la hipocresía no se repartirán los dones de la naturaleza y la perfección será en beneficio de la asociación toda».

Muere en Madrid, en 1883.

Bibliografía

  • Antonio Moreno García: Hellineros ilustres; Inst. de Estudios Albacetenses, Albacete, 2011
  • Luis Enrique Esteban Barahona: La I Internacional en Castilla-La Mancha; Ed. Celeste; Biblioteca Añil nº 2; Madrid, 1998
  • Manuel Requena Gallego: Biografía de F J Moya y Fernández en el Diccionario Biográfico de la RAH Francisco Javier de Moya Fernández | Real Academia de la Historia (rah.es)

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