Guadalajara halla en Francisco Santa Cruz un digno representante del Ultraísmo, movimiento poético-pictórico, síntesis de las vanguardias, surgido en España en 1918, originariamente como corriente literaria que reaccionó contra el Modernismo y cuyos principios y manifiesto fueron suscritos también por un numeroso grupo de artistas plásticos. A él se adhirió este artista seguntino, de nombre Francisco López Martínez, quien pasados los años y madurado su arte acabó adoptando el nombre artístico de Francisco Santa Cruz, apellido segundo de su abuelo paterno llamado Francisco López Santa Cruz y que dio nombre al popular comercio de Sigüenza “Casa Santa Cruz. Tejidos y novedades de París”, ubicado en la calle Medina frente a la Catedral.
En el edificio donde se localizaba dicho comercio nació Francisco el 14 de diciembre de 1899, tercer hijo de Melquíades López Blanco y de Carolina Martínez Mingo. Estudió en el colegio San Luis Gonzaga de Sigüenza y allí recibió sus primeras clases de dibujo y pintura de manos del artista Benito Palacios, profesor formado en San Fernando que intervino en la restauración de la cúpula de San Francisco el Grande de Madrid. Santa Cruz, nacido en una familia de comerciantes de clase pudiente, acompañó a su padre, siendo adolescente, en los diversos viajes que este realizó a París para adquirir telas y género para su comercio. Ello contribuyó a que el joven Paco, años después con vocación de pintor, se familiarizase con el arte de las primeras vanguardias que ya comenzaban a verse en la capital del Sena. En 1915, tras concluir el Bachillerato, se desplazó a Madrid y optó por inscribirse en el curso Preparatorio de Medicina. Allí se encontró con su hermano José y su cuñado, ambos también estudiantes de Medicina y con su amigo el escritor, poeta y periodista Luis Lozano.
En sus años de adolescencia surgieron algunas pinturas de escaso valor pictórico. Fue en 1916 cuando el joven Francisco López manifestase su afición por el mundo del cine y del teatro, quizá estimulara esta afición su padre que fue, además de concejal, el promotor del teatro local seguntino. De hecho, entre 1916 y 1917 participó en varias representaciones en el recién inaugurado teatro de Sigüenza. En este último año, con motivo de acompañar, de nuevo a su padre a París, conoció al pintor ruso Boris Grigoriev de quien recibió consejos sobre procedimientos y técnicas pictóricas. A su regreso a Madrid, su amigo el poeta Luis Lozano, lo introdujo en los ambientes vanguardistas de la época. Tras dejar sus estudios de Medicina y optar por dedicarse a la pintura, en 1918, inició su relación de amistad con el pintor, cartelista e ilustrador Carlos Sáenz de Tejada y con el también pintor Bores. De ahí que su amigo el poeta Luis Lozano los denominara “Los tres mosqueteros”. En el verano de 1920 coincidió en Sigüenza con su colega ultraísta el periodista y escritor César González Ruano. En septiembre de este mismo año falleció su padre y este hecho hizo que el joven Francisco López se estableciera en Madrid y participara de forma activa en 1921, en las reuniones ultraístas del Ateneo de Madrid y del club Parisiana, lugar de encuentro de la alta sociedad madrileña. En este último año, su amigo Lozano organizó una exposición en el Círculo de la Amistad de Sigüenza y Paco concurrió a ella por vez primera, mostrando seis obras, algunas muy básicas e inacabadas y aún firmadas como Francisco López Martínez.
También en 1921 inició el servicio militar siendo destinado a África. En 1922 reanuda sus estudios de Medicina y los alterna con la creación de dibujos y grabados en madera (xilografías), de tinte expresionista que aparecieron publicadas en la revista ultraísta “Vértices”, además de ilustraciones destinadas a la revista “Parábola”, ambas publicaciones lo contrataron como colaborador gráfico. Asimismo, diseñó la cubierta del libro de César González-Ruano “La inmolada”. A raíz de entrar en contacto con Jardiel Poncela, Fernández Cuenca y Manuel G. Margallo, con los que compartió tertulias en el café Europeo, surgió su única colaboración profesional con el cine en la película “!Es mi hombre¡”, dirigida por Carlos Fernández Cuenca. Tras su asistencia a la “Tertulia de los humoristas” de José Francés, participó en el IX Salón de los Humoristas, celebrado en el Palacio de Cristal de Madrid en junio de 1923. Asistió junto a sus amigos pintores a las clases de la “Academia libre” de Julio Moisés y conoció a Dalí, Maruja Mallo, Benjamín Palencia y Moreno Villa. Sus obras, a partir de 1924, aparecen firmadas con el nombre de Santa Cruz. Así se percibe su firma en la obra “Los canónigos de Sigüenza”, un gouache y acuarela de resonancia entre simbolista y vanguardista, mostrada en la Exposición Nacional de Bellas Artes del Palacio de Cristal del Retiro madrileño. En este año participó en el V Salón de Otoño del mes de octubre en el que su obra junto a la de Alberto Sánchez, Francisco Mateos y la del escultor Emiliano Barral, recibió el reconocimiento de la crítica. Santa Cruz continuó con sus trabajos de ilustración de portadas y de grabados para las páginas de la revista literaria ultraísta “Tobogán”, que meses después se dejó de publicar. En estos trabajos xilográficos se intuye en Santa Cruz la influencia del estilo de Norah Borges, Barradas, Bores y Cossío. De igual manera, Sáenz de Tejada y el pintor seguntino realizaron una obra conjunta, el mural “Chimeneas” que sirvió de fondo a la película de Adolfo Aznar “Colorín” (1924). Concurrió con obra a la Primera Exposición de la Sociedad de Artistas Ibéricos celebrada entre mayo y junio de 1925 en el Palacio de Exposiciones del Retiro de Madrid, compartiendo sala con Dalí, Moreno Villa, Bores y Sáenz de Tejada. Este último presentó una obra titulada “Retrato de Paco”, pintura dedicada a Santa Cruz.
En 1926, tras la marcha de sus amigos pintores a París, él optó por volver a Sigüenza y ayudar en el comercio familiar, además de continuar pintando. Abandonó en 1927, definitivamente los estudios de Medicina y se entregó, a la pintura de estudio y de caballete pintando Sigüenza y entornos desde la terraza de su casa. Fue acumulando obra con la idea de mostrarla en una futura exposición individual. En sus viajes de Sigüenza a Madrid se reunía con sus amigos poetas y pintores Pérez Ferrero, Alfonso Ponce de León, Benjamín Palencia y Santiago Ontañón en las tertulias de la Cervecería de Correos de la calle Alcalá.
En 1929 contrajo matrimonio con María Dolores Octavio de Toledo, hija del ilustre matemático Luis Octavio de Toledo y Zulueta. Será en 1930 cuando comiencen a surgir de sus manos cuantiosas ilustraciones destinadas a poner imágenes a artículos de Luis Lozano, Samuel Ros y Carmen Conde en revistas literarias como “Atlántico” y “Cosmópolis”. En ese año, la revista mexicana “Contemporáneos”, en su número 30, se hizo eco de su creación reproduciendo en sus páginas varias de sus obras. Llegó 1931, un año muy esperado por Santa Cruz para celebrar su anhelada exposición individual, que fue inaugurada en el Lyceum Club el 13 de abril, el día anterior a la proclamación de la República. Hecho que, sin duda, ensombreció tanto la apertura de la muestra como su exhibición. Allí el artista presentó 15 pinturas y 21 dibujos. Sin embargo, la crítica le fue muy favorable en su valoración de la obra expuesta.
También en este año de cambio de régimen, Santa Cruz se adhirió a la Agrupación Gremial de Artistas Plásticos y a través de la Federación de las Artes participó en la exposición Colectiva de Jóvenes Pintores en el Museo de Arte Moderno de Madrid. Expuso junto a Castedo, Moreno Villa, Souto, Botí, etc. Y en otoño, de ese mismo año, concurrió a la Segunda Exposición de Pintura y Escultura del Ateneo de Madrid. Asimismo, participó en septiembre en la muestra de la Sociedad de Artistas Ibéricos (SAI) celebrada en el Ateneo de San Sebastián. Y en octubre comenzó a colaborar con sus dibujos en el “Heraldo de Madrid”, ilustrando las páginas literarias de Pérez Ferrero. En febrero de 1932 presentó una obra “Pastores de elefantes”, en la Exposición de Arte Novecentista, en el Ateneo de Valencia y en septiembre con la SAI participó en la galería Charlottenborg de Copenhague.
En enero de 1933, también con la SAI expuso en la galería Flechtheim de Berlín junto a obras de Dalí, Gris, Alberto, Miró, Picasso, etc.
Como escenógrafo, Santa Cruz, creó carteles y decorados para espectáculos de “La Argentinita” en el teatro Falla de Cádiz (1933) y teatro de los Campos Elíseos de París (1934), este último con Alberto y Ontañón. En este año hizo junto a Sáenz de Tejada el cartel para el Baile de Máscaras de Carnaval del Círculo de Bellas Artes de Madrid y colaboró con una portada para “Blanco y Negro”. En 1935 ilustró con caricaturas y dibujos el “Almanaque literario” junto a Maruja Mallo, Ángel Ferrant y Norah Borges y participó en la exposición de dibujos de la III Feria del Libro de Madrid. Santa Cruz en 1936, tras publicar su último dibujo en el “Heraldo”, pasó los años de la Guerra Civil entre Sigüenza y Madrid y los dedicó a realizar grabados y carteles con motivos bélicos. Tras la contienda obtuvo un puesto de trabajo en el Ministerio de Industria y su tiempo libre lo dedicó a realizar cuantiosos dibujos a pluma. Entre 1940 y 1950, siempre que su trabajo se lo permitiera, continuó dibujando y pintando. En estos años perdió su estudio y con ello muchas de sus obras al hundirse el edificio en 1945. Pasados unos años, en 1953 concurrió con obra, junto con Pepe Caballero, Redondela, Botí y Faraldo, a la Exposición Homenaje a Vázquez Díaz en el Palacio de Bibliotecas y Museos.
En 1955 cayó gravemente enfermo y dos años después, el 25 de agosto de 1957, falleció en su casa de verano de Sigüenza.
Los inicios de Santa Cruz naturalistas, con el paso del tiempo, van evolucionando hacia una figuración intimista donde el retrato, el bodegón y las escenas domésticas cobran protagonismo hasta mediados de los años 20. A partir de este período su creación se va volviendo más esquemática. Sus obras en gouaches y acuarelas van ganando en cromatismos. Las figuras plasmadas en sus dibujos, ilustraciones y escenografías se perciben muy esquematizadas y sueltas. En la mayoría de los casos las figuras humanas y de animales, al igual que los paisajes surgentes de trazos, se muestran levemente sugeridos. Sin embargo, las figuras son muy gestuales y expresivas, poseen movimiento. Revisando la creación de Santa Cruz, dependiendo de la temática y del momento creativo, vemos que ha bebido de distintas fuentes estilísticas. De su inicial naturalismo pasó a una figuración intimista y expresionista presente en “Autorretrato” y “Frente al espejo”, y, tras su estancia de mili en África, su expresionismo de tintes orientalistas evoluciona hacia un simbolismo y surrealismo manifiestos en sus óleos y acuarelas “Caza de jirafas”, “Pastores de elefantes”, etc. También en “Cantores de la catedral” y otras pinturas de esta época muestra su atracción ingenuista. Por lo general, su creación se nutre de visiones oníricas, entre metafísicas y surrealizantes. Sus visiones de rascacielos, coches y aviones acusan sus aspiraciones ultraístas. Aunque Santa Cruz se interesó por todas las corrientes de vanguardia: post-dadaístas, futuristas o neocubistas, quizá el período creativo de mayor interés de Santa sea el que abarca desde 1925 hasta la Guerra Civil en el que surge toda su obra ultraísta, manifiesta en óleos, acuarelas, dibujos, ilustraciones y caricaturas para revistas y publicaciones de la época.
En 2007, Alicia Davara y Lorenzo de Grandes fueron comisarios de una exposición en la Casa del Doncel de Sigüenza donde hubo presencia de obras de Santa Cruz en esta colectiva de título “Pintores de Sigüenza” de la que quedó un libro. En noviembre de este mismo año en la Casa del Doncel se exhibió la muestra “Francisco Santa Cruz. 50 años en el olvido”, mostrada también en enero de 2008 en la sala de Caja Guadalajara de esta capital. Entre mayo y octubre de 2009, el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid presentó una interesante retrospectiva “Francisco Santa Cruz. La vanguardia oculta”. También en este año se editó una monografía de Francisco Llorca Zabala titulada “Francisco Santa Cruz, un retrato inacabado”.
Bibliografía
- Bonet Juan Manuel. Diccionario de las Vanguardias en España. 1907-1936, Alianza Editorial, 1995.
- Davara Alicia y De Grandes Lorenzo. Santa Cruz. La vanguardia oculta. Edita Ayto. de Madrid, 2009.