Francisco Mora Méndez nació en Villatobas (Toledo) el 26 de septiembre de 1842. Era hijo de una familia jornalera integrada por seis hermanos. Solamente fue la escuela cuando las labores del campo se lo permitían. A los diez años perdió a su padre y hubo de comenzar a ganarse la vida como zagal de pastor. En busca de nuevos horizontes, la familia se trasladó a Madrid, donde aprendió el oficio de zapatero.
A la par, de forma autodidacta, descifrando los rótulos de las calles y tiendas aprendió a leer, cultivando ese conocimiento en libros y periódicos. Frecuentador de la sociedad “El Fomento de la Arte”, se inscribió en la coral obrera y, posteriormente, en el Orfeón Artístico Matritense, donde hizo amistad con el tipógrafo Anselmo Lorenzo, también toledano como él. Su interés por la música le llevó al Conservatorio, donde fue compañero de Ruperto Chapí. En esos años participó en algunas algaradas callejeras y fue miembro de la Milicia Nacional.
Junto a su hermano Ángel, carpintero, Francisco se integró en el grupo que Fanelli había formado en Madrid para difundir los ideales de la Asociación Internacional de Trabajadores. Su primer núcleo se constituyó en diciembre de 1868 en el Club de Antón Martin y nuestro biografiado fue nombrado secretario. En enero siguiente salía a la calle el primer número de La Solidaridad, periódico internacionalista en cuyo consejo de redacción estaban Lorenzo y Mora. A propuesta suya, en febrero de 1870 se convocó el primer Congreso Obrero Nacional. En la cita, celebrada en Barcelona, participaron unos noventa delegados, representantes de los 40.000 afiliados que por entonces ya tenía esta organización. Del mismo nació la Federación Regional Española de la Asociación Internacional de Trabajadores, en cuyo Consejo Federal quedaron integrados los hermanos Mora.
Recordando aquello días, Juan José Morato, en su obra Líderes del Movimiento Obrero Español 1868-1921,calificó a Mora como “serio, puntual, cuidadoso, de verdadera representación personal y no desprovisto totalmente de firmeza”, cualidades que el parecer no convencían a Engels, quien le creía “débil y vacilante”.
Tras la Comuna de Paría, desde el gobierno de Sagasta comenzaron a ponerse trabas a la Federación, motivo por el que los miembros de su Consejo hubieron de dividirse. Francisco Mora y Anselmo Lorenzo se trasladaron provisionalmente a Lisboa, llevándose consigo la documentación del grupo. En su huida, se detuvieron en Toledo, donde mantuvieron un encuentro con los obreros de la capital, quienes les entregaron algún dinero como ayuda para el exilio. En sus memorias políticas El proletariado militante (1901), Anselmo Lorenzo recordaba que permanecieron en la actual capital de Castilla-La Mancha cuarenta y ocho horas y que su salida hacia Lisboa tuvo lugar del día del Corpus del año 1871.
En diciembre de ese mismo año, buscando refugio a la persecución que sufría en Francia tras los sucesos de la Comuna, llegó a España Paul Lafargue, yerno de Marx. Sus contactos con los internacionalistas españoles, especialmente con Lorenzo, Mora y Pablo Iglesias, contribuyeron a difundir las posiciones marxistas entre los obreros españoles frente a las tesis anarquistas que había sembrado Fanelli. En pocos meses, al igual que ocurriese con la A.I.T. tras el Congreso de La Haya de 1872, la Federación Regional Española se escindiría.
Mientras Anselmo Lorenzo se alineaba con los bakuninistas y sucedía a Mora como secretario en la Federación Española de la Internacional, el grupo marxista al que pertenecía Mora constituía la Nueva Federación Madrileña, siendo secundado por las federaciones de Lérida, Pont de Vilumana, Vitoria, Zaragoza y Alcalá de Henares, así como las secciones de Valencia y Cádiz. Con la finalidad de reorganizarse, en mayo de 1873 celebraron un pequeño congreso en la ciudad de Toledo.
Desde un punto de vista práctico, esta reunión tuvo pocos resultados, pero sirvió para consolidar al grupo marxista de la Internacional que años después cristalizaría en la constitución del Partido Socialista Obrero Español.
Durante esa década, Mora encontró en el teatro una forma de sustento mejor retribuida que la de zapatero, más acorde con sus gustos y aptitudes. Aunque no llegó a ser un cantante brillante (seguramente, él nunca lo pretendió), supo ganarse el aprecio y estima de empresarios y directores, quienes valoraban sus buenos conocimientos técnicos del arte musical.
Constituido el PSOE en mayo de 1879, Francisco Mora participó activamente en sus primeras reuniones. El 18 de abril de 1880 tuvo el honor de ser el encargado de dar lectura ante sus compañeros del primer Programa Manifiesto del partido. En el mismo se abogaba por la abolición de todas las clases sociales en busca de un mismo fin: el bienestar de la Humanidad, armonizando la práctica socialista con la libertad, la igualdad, la fraternidad y la justicia.
Tras la fundación del PSOE, en 1886 Francisco Mora abandonó el partido al no estar de acuerdo con las bases aprobadas para el funcionamiento de El Socialista. Dejada ya también su profesión de zapatero, como vimos, se dedicó al canto. Su alejamiento del partido no le hizo olvidar su faceta propagandística, formando un orfeón obrero que llevaba en su repertorio himnos tan vibrantes como “La Internacional” o “La Marsellesa”. Dentro de ámbito artístico madrileño siempre mantuvo una actitud proselitista, promoviendo entre ellos los valores del asociacionismo de clase como instrumento para la defensa de sus intereses profesionales y el apoyo mutuo. Fundó la Asociación de Artistas Democráticos y Líricos Españoles, redactando, además, su reglamento y asumiendo su presidencia en años posteriores.
Después de un tiempo de distanciamiento del partido, en 1901 reingresó en el mismo. Al año siguiente publicó su libro Historia del socialismo español: desde sus primeras manifestaciones hasta nuestros días, que junto al ya citado de Anselmo Lorenzo constituyen textos fundamentales para conocer los primeros años de andadura del movimiento obrero en España. El manuscrito de Mora se había publicado antes, por entregas y a modo de folletín, en las páginas de El Socialista.
En esta segunda etapa militante, Mora estuvo presente en distintos congresos del partido, ostentando, en ocasiones, la representación de algunas agrupaciones toledanas, como las de Gerindote, en 1911, o Bargas, en el congreso extraordinario de 1921 en el que se materializó la escisión comunista en el seno del PSOE.
Fue secretario y vicepresidente la Comisión Ejecutiva del partido, entre 1902 y 1915, y, hasta su muerte, miembro del Comité Nacional. En sus últimos años fue concejal del Ayuntamiento de Madrid (1911-1915) y vocal del Instituto de Reformas Sociales, al que representó en la Junta de Colonización, el Consejo de las Minas de Almadén y el Consejo Superior de Fomento. También, en 1913, fue nombrado administrador de El Socialista en su etapa previa a ser editado como diario, dimitiendo poco después por estar en desacuerdo con la orientación que seguía el periódico.
“En todos estos cargos –escribió Morato en la obra antes citada- se condujo con puntualidad y firmeza ilustrada, no velando nunca sus ideas, sino exponiéndolas, pero sin garrulerías líricas, sin desplantes y con toda cortesía”.
En sus actuaciones en estos organismos apostó, además, por la moderación y entendimiento ante las convocatorias de huelgas o conflictos, no habiendo intervenido, personalmente, en ningún paro.
Francisco Mora falleció en Madrid el 22 de mayo 1924.
Bibliografía
- MORATO, Juan José, Líderes del Movimiento Obrero Español 1868-1921. Selección y notas de Víctor Manuel Arbeloa, Madrid, Cuadernos para el Diálogo, 1972.
- SÁNCHEZ LUBIAN, Enrique, “Francisco Mora: zapatero toledano cofundador del PSOE”, La Tribuna de Toledo, 1 de mayo de 2004.