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Francisco Ruiz Morote y Díaz de Lara
Manzanares (Ciudad Real).
1818 -
Castellón de la Plana.
1891.
Maestro, Librero y Escritor de libros escolares.

Nació el 5 de diciembre de 1818 en Manzanares (Ciudad Real). En 1846 era maestro de educación primaria superior en Manzanares; entre 1853 y 1861 ejerció su magisterio en Torralba de Calatrava antes de trasladarse a Ciudad Real para asumir la regencia de la escuela práctica aneja a la Normal de Maestros. 

En 1850 fundó una librería con sus apellidos, que sus sucesores han mantenido hasta la actualidad. Como regente de la escuela aneja a la Normal de Ciudad Real su acción educadora y pedagógica siempre gozó del respeto del magisterio provincial y la gratitud de sus alumnos tanto de primaria como de la Normal a los que dirigía las prácticas de enseñanza. En este destino y con estas responsabilidades permaneció ininterrumpidamente durante veintinueve años, también es digna de destacar la descomunal cantidad de manuales escolares escritos a lo largo de su vida; no conocemos a ningún maestro o profesor de magisterio de los siglos XIX y XX en Ciudad Real, que tuviera una obra de divulgación didáctica y pedagógica más fecunda que él. 

Entre los libros que publicó destacan los dedicados a la Ortografía, siendo considerado un gran impulsor de esta parte de la ciencia. Fue promotor e innovador de nuevos procedimientos para facilitar la enseñanza en las escuelas primarias, no solo en áreas de Gramática, sino en otras materias como la  Geografía, la Aritmética, Catones y Silabarios para iniciar la lectura de los niños. Su Silabario fue declarado de uso oficial en el Instituto de Ciudad Real para aprendizaje y perfeccionamiento de lectura.

Sus obras no pretendían limitarse a ser utilizadas en la Aneja y en la Normal de Ciudad Real, o en las escuelas de la provincia, tenían vocación de que se conocieran y difundieran por todo el territorio nacional, aunque al principio tuvieron una difusión local y provincial, poco a poco, según fueron conocidas, fueron demandadas y vendidas en diversas librerías nacionales, mucho más cuando fueron aprobadas por el Gobierno para poder ser utilizadas como texto oficial, de ello tenemos noticias en 1866. Las obras que entonces ya se publicaban con esta categoría eran:

Geografía Universal para niños, escrita por un método especial y sencillo, basado en los principios de intuición, adoptada como texto en varias Escuelas Normales de maestras y en muchas escuelas superiores y elementales de niños y niñas, también una Geometría y dibujo lineal para niños, con las mismas características, un Silabario, que en esos momentos ya aparecía con su 5ª edición, pero que llegó a tener 38, e incluía los métodos de letreo, silábico y racional, el cual se ofrecía también en diez carteles con cuatro lecciones cada uno en gruesos caracteres, para que pudiesen ser colgados en las paredes de las aulas. 

En 1864 había publicado Elementos de Geografía, que se anunciaba como obra escrita para las escuelas de ambos sexos, por un método nuevo, basado en los luminosos principios de la intuición y se vendía al precio de 30 reales la docena. 

En 1876 publicó su Catón metódico o libro primero de lectura que alcanzó 17 ediciones y estaba destinado también para Moral y Urbanidad de las secciones superiores, además también publicó un texto con el título de Contadores de Aritmética, que contenía problemas muy variados, aplicados a los usos comunes de la vida. También era bastante utilizada en las escuelas del momento su Ortografía popular, teórico-práctica, la cual superó las diez ediciones.

Pero no solo se limitó a escribir manuales escolares para ser utilizados como texto en las escuelas primarias; su responsabilidad como regente de la escuela práctica le llevó a idear otro tipo de documentos administrativos que facilitaran la tarea a los directores e incluso a la administración educativa para gestionar diversos aspectos que eran de su responsabilidad, por ello también publicó un Registro de asistencia y aplicación, único en su clase, importantísimo para profesores y autoridades. Se anunciaba diciendo “es sencillo de llevar y por él se satisface con datos fehacientes a los cargos que las autoridades y padres puedan hacer de los pocos progresos de algunos discípulos, causa de la poca aptitud, aplicación o irregularidad con que asisten” cada ejemplar costaba 30 reales, y también publicó una Listas de asistencia y aplicación, que se vendía por 5 reales, todas ellas editadas en la imprenta local de Cayetano Clemente Rubisco.

Un buen número de sus libros fueron premiados en diversas exposiciones pedagógicas. Su Gramática Castellana teórico-práctica, y su Ortografía Popular teórico-práctica fueron premiadas en las Exposiciones Aragonesa, o en las de Viena, Madrid y Pedagógica de Madrid. 

Hay que destacar que sus obras fueran no solamente expuestas, sino premiadas, especialmente en las exposiciones que tenían el calificativo de “universales” como la de Viena en 1873 y la de Barcelona en 1888, por llevarse a cabo en ciudades muy cosmopolitas y por la enorme cantidad de expositores y visitantes que concurrieron a ellas, en concreto, en la de Viena que tuvo como tema “Cultura y Educación”, participaron 56.830 expositores de 35 países y tuvo más de siete millones de visitantes, lo que le da un carácter internacional  a la obra de Ruiz Morote y lo convierte en el primer maestro manchego cuyos libros pudieron ser conocidos mundialmente.

La labor pedagógica de Francisco Ruiz Morote fue reconocida oficialmente en 1882 al otorgarle el gobierno el título de Caballero de la Distinguida Orden de Carlos III, por sus eminentes servicios en beneficio de la nación. En el mismo año el director general de Instrucción Pública, por Real Orden del 23 de mayo, aprobó como texto para todas las escuelas de primera enseñanza su cuaderno titulado Escritura Metódica. 

Algunos de sus libros fueron de los más vendidos de su tiempo, como por ejemplo, su Silabario Metódico que alcanzó 38 ediciones. Muchos de sus manuales se editaron y reeditaron después de su fallecimiento, manteniéndose su uso en las escuelas primarias como referente insustituible durante muchos años. 

El Ayuntamiento de Manzanares le dedico una calle con su nombre y también el Ayuntamiento capitalino en 1923 para honrar su nombre le dedicó una calle, y su ubicación no podía ser mejor: la anterior calle Dorada donde estuvieron instaladas las dos escuelas normales con sus anejas y donde el Sr. Ruiz Morote como regente y profesor dio lo mejor de sí mismo durante casi treinta años de su vida.

Tras permanecer en Ciudad Real hasta 1890 ya con más de setenta años se trasladó a Castellón para hacerse cargo de la escuela de esta ciudad. Falleció un año después, el 10 de diciembre de 1891, siendo enterrado en el cementerio de Ciudad Real. 

Bibliografía

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