Glicerio Chaves Hornero nació el 7 de septiembre de 1934 en Almagro (Ciudad Real), hijo de un agente municipal del ayuntamiento y una madre dedicada a sus labores. A los doce años empezó a trabajar como aprendiz de carpintero ebanista en una empresa de la localidad llamada Manuel Díaz. Por razones económicas no pudo compatibilizar los estudios con el trabajo. Sus maestros fueron el autoaprendizaje y la experiencia.
A los veinte años inició una empresa junto a su hermano Julián. Esta empresa estuvo constituida mientras duró en la persona física de Glicerio Chaves Hornero. En un principio se dedicaba a la fabricación de muebles juveniles y dormitorios de matrimonio y con los años creció hasta abarcar el mercado nacional. Más que una fábrica era un taller en el que se fabricaban muebles de encargo contra pedido. Este taller estuvo situado en una primera etapa en una sala de una casa propia adquirida con dinero prestado por sus padres en la calle Emilio Piñuela de Almagro.
En 1958, a los 24 años, se casó con Ángela Sánchez-Pastor Muñoz –el alma de la casa– y entre 1959, año en que nació su hija mayor Pilar, y 1977, año del nacimiento de su hijo menor Raúl, tuvo diez hijos.
Lo que en un principio fue nada más que un taller dedicado a fabricar y servir pedidos locales pasó a cubrir otros mercados cuando en el año 1970 adquirieron unos terrenos nuevos en la ronda de Santo Domingo –también en Almagro– y en ellos construyeron una nave de fabricación de 1000 metros cuadrados. Allí, tras adquirir maquinaria nueva con un crédito externo y dinero propio, empezó la fabricación de muebles en serie (salones, dormitorios, y otros). A partir del año 1975, y paulatinamente, los tres primeros hijos de Glicerio Chaves se fueron incorporando al negocio.
En el invierno del año 1979 las naves de fabricación sufrieron un gran incendio y quedaron destruidas casi en su totalidad. Ante esta fatalidad, Glicerio Chaves y su hermano dirigieron a todos sus trabajadores en la ardua tarea de la reconstrucción y en cuatro o cinco meses, las naves estuvieron de nuevo en pie y aptas para reiniciar la actividad.
En el año 1981 los hermanos Chaves deciden separarse. Tras un acuerdo económico, Julián se queda con la fábrica y Glicerio junto con sus hijos se dedicó a la representación de muebles de otras firmas por las provincias de Ciudad Real y Toledo. En estos años Glicerio montó para sus hijas un supermercado ubicado en los bajos de su casa, supermercado que luego cerró para que estas se incorporasen a la empresa que fundaría más adelante.
En 1983, una vez que hubo vuelto su hijo Ángel del servicio militar, y esta vez sin su hermano, pero con ocho de sus diez hijos, dejó la representación y creó una nueva empresa, situada también en Almagro, pero ahora en la calle Corredera de San Pedro, dotada de unas instalaciones de 1.500 metros cuadrados y con un capital humano de 15 empleados –contándose entre ellos los ocho hermanos–. Esta empresa, al igual que la primera que fundó, estuvo constituida mientras duró en la persona física de Glicerio Chaves Hornero.
El mercado al que se dedicó fue ya entonces regional, Extremadura, Jaén, Córdoba y Castilla La-Mancha, utilizando para ello los contactos obtenidos durante su época de representación. Esta empresa empezó con la fabricación de mobiliario juvenil clásico.
En 1986, para incorporar a la sociedad a sus hijos, creó Glicerio Chaves Hornero S. L., sociedad que contaba, ya desde sus inicios, con un capital social de 2.500.000 pesetas –el equivalente a 15.025 euros de hoy–.
Cinco años después, en 1991, la industria ya tenía 27 trabajadores y se trasladó a Bolaños de Calatrava (Ciudad Real) donde se construyeron unas nuevas naves industriales con una superficie de 3.000 metros cuadrados. La construcción la financió la empresa con sus propios beneficios, y para hacerlo Glicerio Chaves creó una empresa paralela de construcción para la que contrató a dos trabajadores que estuvieron trabajando en las nuevas naves durante un año y medio. Una vez terminadas las naves, la empresa de construcción sobrevivió unos años y luego fue disuelta por sus herederos.
Fue entonces cuando, aprovechando las nuevas instalaciones, la producción se diversificó y amplió tanto en volumen como en alcance comercial. Entraron en el mercado del mueble juvenil moderno y matrimonio clásico. Fueron sus hijos mayores quienes descubrieron que el mueble juvenil clásico no entraba en algunos mercados importantes, que tenía fecha de caducidad y Glicerio Chaves, junto con ellos, decidió dar el giro que sería a la larga el más importante y definitivo para la empresa. La comercialización se extendió a todo el territorio nacional.
Justo al año siguiente, en 1992 y a la edad de 57 años, murió de cáncer Glicerio Chaves Hornero. Desde ese momento se hicieron cargo de la gestión directa de la empresa su viuda y sus diez hijos, con Ángel Chaves Sánchez-Pastor como administrador.
La actividad que desarrolla la empresa desde entonces es la de fabricación de muebles modernos para dormitorios juveniles y de matrimonio. La empresa importa sobre todo maquinaria de tecnología innovadora, ya que sólo el 0,05% de la materia prima se trae del extranjero.
En el año 2001 se implanta en la empresa el sistema ERP (Planificación de los Recursos de la Empresa) que controla la parte comercial, finanzas y producción.
En la actualidad se ha llegado al control total del proceso industrial mediante la optimización de las líneas y flujos de trabajo, así como un aumento de la calidad de los productos servidos, y del servicio de entrega de los mismos.
En su sector, la empresa de Glicerio Chaves Hornero está situada entre los dos primeros fabricantes de España. Actualmente, el mercado de esta empresa se reduce al territorio nacional aunque también se exportan muebles a diferentes puntos de Portugal, y ello después de haber exportado mueble juvenil y dormitorios a países tan lejanos como Rusia, Bulgaria, algunos países árabes y otros de Latinoamérica. Su deseo sigue siendo abrir nuevos mercados en el exterior.
En el presente la empresa ocupa una superficie de 70.000 metros cuadrados y tiene una plantilla de 350 trabajadores. Además de estos trabajadores en nómina, Glicerio Chaves Hornero da trabajo a muchas otras personas. Algunos trabajos auxiliares lo realizan pequeñas empresas de autónomos que participan en los procesos de fabricación de los muebles. Además, la empresa trabaja con transportistas independientes para realizar parte del reparto de los muebles. También dispone de una red comercial, formada por trabajadores autónomos, distribuida por toda España.
Los motivos y factores que han propiciado el desarrollo, crecimiento y expansión de la empresa los dejó ya firmemente asentados Glicerio Chaves antes de su muerte. Son, entre otros, la buena relación calidad-precio del producto mantenida en el tiempo, relación que ha facilitado el que las ventas hayan evolucionado también de forma positiva y constante, incluso en épocas de crisis. Por otro lado, el departamento de I+D+I, lo mantiene un gabinete externo a la empresa. El diseño corre a cargo de los hermanos apoyados por diseñadores externos, ingenieros industriales e informáticos que componen el grueso del personal especializado.
Por último, la formación continua de los trabajadores, factor considerado por Glicerio como fundamental para permanecer siempre como uno de los primeros competidores por el mercado, ha sido considerada por sus herederos como una regla que siguen fielmente.
La clave del desarrollo constante de la empresa está en invertir continuamente, actualizarse, comprar nuevas máquinas, estar pendiente del camino que sigue el sector a través de ferias nacionales e internacionales, no dormirse en los laureles del éxito y no perder la sensibilidad ni el respeto a los que están empezando.
A lo largo de su trayectoria, la empresa de Glicerio Chaves ha recibido algunas subvenciones por su carácter de centro generador de empleo y ha participado activamente en algunas asociaciones empresariales como CEOE-CEPYME y AIDIMA (Instituto Tecnológico del Mueble, Madera, Embalajes y Afines).
Desde el punto de vista de sus herederos, Glicerio Chaves Hornero dejó una gran impronta como empresario pues, además de los principios empresariales ya comentados, el fundador siempre supo transmitirles su afán emprendedor, espíritu de trabajo, seriedad, dedicación, y mucha constancia.
La empresa ha recibido dos premios en su dilatada trayectoria. Uno de ellos en mayo de 1998 por la Asociación de la Madera y Corcho, como reconocimiento de los años de dedicación en el sector. El más importante lo recibió en el año 2006, en el día de Castilla-La Mancha celebrado en Hellín (Albacete), donde recibió la Placa al Mérito Regional, reconocimiento que les entregó el presidente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.
Entre las estrategias de futuro de la empresa destacan, según asegura su gerente, «salvar en cierto modo la situación de pérdida de poder adquisitivo del consumidor y hacer frente a las exportaciones procedentes de los Países del Este y China. Para ello vamos a continuar con nuestra apuesta de ser cada vez más competitivos, ofreciendo variedad y precio y un catálogo con mucho valor añadido».
Referencia:
- Artículo publicado en 2011. Rafael Hernández Núñez, “Glicerio Chaves Hornero (1934-1992)”, en María del Carmen Angulo Teja y Tomás García-Cuenca Ariati (coords.), Grandes Empresarios de Castilla-La Mancha, Madrid, LID Editorial Empresarial, 2011, pp. 163-166.