Hijo del asturiano Manuel González Lastra, que se había trasladado a Carriches por su implicación en la producción de especialidades farmacéuticas. Su padre tuvo su propio laboratorio de producción de medicamentos, por lo que su periodo de infancia y juventud se desarrolló en un ambiente químico-farmacéutico que le marcaría para el resto de su vida.
Se incorporó pronto a la Facultad de Farmacia de la Universidad Central de Madrid (actual Complutense), en la que obtuvo el grado de licenciado seguido del de doctor en Farmacia en 1922. En ese mismo año también obtuvo el título de licenciado en Medicina en la misma universidad. Por su profunda implicación sanitaria quiso completar más tarde sus titulaciones con la de licenciado en Veterinaria (Facultad de León) en 1950.
Pronto ejerció como responsable del laboratorio farmacéutico familiar, en Carriches, y ejerció también como médico clínico con su consulta privada. Igualmente obtuvo por oposición, en 1925, con el número uno, la plaza de Profesor Químico del Laboratorio Municipal de Madrid.
Su vocación de docente universitario e investigador le llevó a optar a una cátedra universitaria con 33 años. En 1930 ganó las oposiciones de catedrático de Materia Farmacéutica Vegetal (después llamada Farmacognosia), en la Facultad de Farmacia de Madrid. En la oposición dejó constancia de su memoria prodigiosa y de su saber enciclopédico.
Su labor universitaria fue dilatada e intensa, enseñando a docenas de promociones de estudiantes de Farmacia, pero también se implicó en la formación y selección de profesores. A su lado se iniciaron y formaron, durante períodos variables, distintos graduados que llegarían a ser catedráticos e investigadores en Botánica, Fisiología Vegetal, Fisiología Animal y Farmacognosia y Farmacología.
Era un profesor muy respetado y muy exigente, y sus alumnos recuerdan su extraordinaria formación, lo que le permitía integrar en las clases permanentemente conocimientos complementarios a las lecciones que tocaba desarrollar. Muchos de ellos los aplicaba a los conocimientos clínicos que poseía, ya que durante un tiempo también ejerció la medicina. En la despedida docente, en su última clase en la Facultad de Farmacia, finalizó su última lección apoyándose en la poesía de Antonio Machado, dirigiéndose a todos los presentes con el conocido verso conmigo vais, mi corazón os lleva.
También fue director, desde su fundación, del Instituto “José Celestino Mutis” de Farmacognosia, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Vocal Consejero de los Patronatos “Alonso de Herrera” y “Santiago Ramón y Cajal”, y de la Escuela-Residencia de Auxiliares de la Investigación. Director de la revista “Farmacognosia”.
Investigó en temas diversos, desde materiales vegetales de interés farmacéutico, para lo que hubo de dominar la Botánica sistemática, así como las técnicas morfológicas y químicas de reconocimiento de drogas vegetales fundamentales para la Farmacia. Su trabajo se adentró, también, en el conocimiento de los principios activos, especialmente de las drogas vegetales, y en su acción biológica, base de su calificación como fármacos. Hizo varias estancias de trabajo en centros pioneros del mundo, especialmente en Suiza, al lado del Profesor Stolle, a quien apadrinaría como doctor honoris causa en la Complutense. Al profundizar en la acción farmacológica, en especial de algunos compuestos cardiotónicos derivados de especies de plantas del género Digitalis, pudo dar cuenta en muchas ocasiones de su dominio notable de la fisiología y la farmacología cardiovascular, así como de las implicaciones del sistema nervioso vegetativo en todos estos mecanismos. Sus saberes de farmacéutico y de médico –derivados del estudio temprano de ambas licenciaturas y del ejercicio profesional de las dos– fueron la base de que el profesor César González se constituyera en una verdadera referencia para los farmacólogos españoles.
Otro grupo de especies sobre las que trabajó especialmente fueron la quina, la estricnina, el caucho, el ruibarbo y el cornezuelo del centeno.
Gran parte de su vida profesional la dedicó a las Reales Academias Nacionales de Farmacia (ocupó la medalla 25 desde 1936) y de Medicina (con la medalla 35 en 1945).
Condecorado con las Grandes Cruces de Alfonso X el Sabio (1959) y de Sanidad (1968). Miembro, entre otras, de la Real Sociedad de Historia Natural, de la Sociedad Colombiana y Honorario de las de Farmacia de Brasil, Colombia e Hispano-Italiana.
Murió a los 88 años, con el deseo no cumplido de escribir un libro de Farmacognosia del que tenía casi toda la información, pero al que no le dio tiempo a darle forma.
El colegio público de su pueblo natal lleva el nombre lleva el nombre de Doctor César González Gómez. Además, en sesión celebrada el 10 de mayo de 1967 en la Diputación de Toledo, y presidida por el ministro de Educación y Ciencia, fue nombrado Hijo Predilecto de la provincia de Toledo, así como Presidente Honorario del Colegio de Farmacéuticos.
Referencias:
- Felipe Antón, R. 2008. Mi profesor. En Homenaje a D. César González Gómez. Pp. 19-31. Real Academia Nacional de Farmacia.
- García Gómez, E. 2018. Diez siglos de ciencia y científicos toledanos. Ed Covarrubias. Toledo.
- González Bueno, A. y Baratas Díaz, A. (eds.). 2013. La tutela imperfecta: biología y farmacia en la España del primer franquismo. CSIC. Madrid.
- Nombela Cano, C. 2008. Recuerdos personales. En Homenaje a D. César González Gómez. Pp. 32-35. Real Academia Nacional de Farmacia.
- http://revistaadovea.blogspot.com. es/2014/03/1967-en-el-recuerdo-nombramiento-de.html
- https://www.ranm.es/academicos/ academicos-de-numero-anteriores/986-1945-gonzalez-gomez-cesar. html