Nació el 21 de marzo de 1846 en Cañizar, donde su padre ejercía de cirujano, y en su pueblo aprendió las primeras letras. Pasó después a cursar la segunda enseñanza al Instituto de Guadalajara teniendo como profesores predilectos a Román Biel y José Julio de la Fuente, quienes le inculcaron especialmente el amor a la historia y las artes, actividades que no olvidó y cultivó a lo largo de su vida.
Se trasladó posteriormente a Madrid para estudiar Ciencias, carrera en la que, simultaneando luego estos estudios con los de Medicina, se licenciaría en 1867 y doctoraría al año siguiente. En esta Facultad sería profesor ayudante como indica en la portada de su obra, y como hace constar en su expediente personal, donde vemos que la ayudantía en la cátedra de Química de la Facultad de Ciencias de la Universidad madrileña la ocupó desde octubre de 1867 a enero de 1872. Las fechas de sus grados académicos son estas exactamente, tomadas de expediente personal: licenciado en Ciencias Físicas, 27 de junio de 1867; Doctor en Ciencias Físicas, el 21 de septiembre de 1867; Licenciado en Medicina, el 30 de junio de 1869; Doctor en Medicina, el 27 de abril de 1870.
Inmediatamente después de su doctorado en Medicina, siendo muy joven aún, tomaba posesión de la cátedra de Terapéutica en la Facultad de Medicina de Granada, en 1 de marzo de 1871. Allí coincidió en el claustro con su ilustre paisano Juan Creus (V.) y tuvo como discípulos, entre otros, a Olóriz, Rivera y Gómez Ocaña. En esta Universidad permaneció hasta 1887 en que, por traslado, pasó a la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Madrid. Durante su estancia en Granada, desempeñó gratuitamente la cátedra de Dermatología, durante 14 años, y fué además director del Hospital de San Juan de Dios, con nombramiento en propiedad desde el 8 de julio de 1884 al 23 de marzo de 1889. Finalmente, fué director y médico del Hospital de coléricos de Santo Domingo que se implantó en Granada durante la gran epidemia de 1889, haciéndolo también de forma gratuita.
Fue elegido académico de la Real de Medicina de Madrid el 13 de abril de 1893, tomando posesión dos años después, el 31 de marzo. En esta institución fue colaborador eficaz en su sección de Farmacología.
Falleció en Guadalajara, según su biógrafo Gómez Ocaña, el 16 de julio de 1916. Al año siguiente esta ciudad le honraba dando su nombre a una calle (antigua del Museo).
El doctor Hernando debe su relieve histórico a su libro De la lepra en Granada, fruto de varios años de investigación en esta ciudad. Aquí como director del Hospital de Leprosos de San lázaro, profundizó en el estudio de los enfermos de esta enfermedad, endémica en la región. Se ocupa del estudio tanto de la patología, como de la clínica, profilaxis y tratamiento de la afección. Colaboraron varios colegas españoles, destacando García Solá, y recibiendo la ayuda de celebridades internacionales como Virchow, A. Neisser, A.V. Cornil y G.H.A. Hansen. La publicación se la costeó él mismo, no pudiendo pagar la edición de las láminas y las tablas, que quedaron inéditas. No es de extrañar pues jamás postró interés alguno por el dinero, llegando a vivir, a veces, en la miseria.
Además de los discursos que se citan en la bibliografía, destaca su colaboración en la Dermatología general y clínica iconográfica de enfermedades de la piel o dermatosis (1871 73) del Dr. Olavide Landazábal. En esta obra, Hernando escribió los siguientes capítulos: Estadísticas, historias y autopsias de leprosos hechas en la cátedra de Dermatología de Granada desde el curso de 1875 a 76 hasta el de 78 a 79, Cinco historias de leprosos con láminas, Trabajos experimentales sobre la transmisión de la tiña favosa del hombre al gato, Trabajos experimentales sobre la transmisión de las úlceras venéreas del hombre al gato.
Como dato anecdótico podemos añadir que en Guadalajara, donde venía a descansar durante las vacaciones siendo estudiante en Madrid, hizo sus primeras investigaciones científicas en un laboratorio modesto que montó en la plazuela de Dávalos. Allí inoculaba a toda clase de animales los gérmenes de diversas enfermedades y el resultado de sus estudios los comunicaba a su maestro de sifilografía en San Juan de Dios de Dios, don Domingo Pérez Gallego. Guadalajara puede blasonarse con los inicios de la investigación biológica realizada por el Dr. D. Benito Hernando.
Obras
- «Libro de la Sociedad Hunter (experimentos acerca de las enfermedades venéreas)», Manuscrito, 1869;
- De la lepra en Granada, Granada, 1881. Imp. de la Lealtad;
- Algunos detalles del tratamiento de las afecciones sifilíticas del sistema nervioso (Discurso leído en la Real Academia de Medicina de Madrid el día 31 de marzo de 1895 con motivo de su recepción como académico). Madrid, 1895. Imp. de Nicolás Moya;
- Discurso del señor Doctor Don Benito Hernando y Espinosa, Académico numerario, en contestación al anterior (Discurso de recepción pública en la Real Academia de Medicina de Madrid del Ilmo. Sr. Dr. D. Federico Olóriz y Aguilera, el día 24 de mayo de 1896). Madrid, 1896. Imp. de Nicolás Moya;
- Necesidad del estudio profundo de la Química Analítica para el adelantamiento de las Ciencias y de las Artes provechosas a la pública prosperidad (Discurso leído ante el claustro de la Universidad Central en el acto de recibir la investidura de Doctor en la Facultad de Ciencias, Sección de Físicas). Madrid, 1869. Imp. de Segundo Martínez; Metodología de las ciencias médicas (oración inaugural del curso 1877 1878 en la Universidad de Granada). Granada, 1877;
- Mapas y curvas gráficas de las aguas minerales de España, hechos con la colaboración de los alumnos en la cátedra de Terapéutica de Madrid. s.a.; Preparaciones micrográficas de aguas minerales y plantas medicamentosas. s.a.;
- IV Centenario de algunas de las fundaciones del Cardenal Cisneros. Madrid, 1898. Trabajo leído en la inauguración del curso 1898 99 en la Universidad Central.
Bibliografía
- Gómez Ocaña, J.: Elogio del Dr. D: Benito Hernando Espinosa, Madrid, 1919;
- Palancar, J.: La Personalidad Moral del Dr. Benito Hernando. Boletín del Colegio de Médicos de la provincia de Guadalajara. Año III. Noviembre, 1919, nº 12;
- Ramón y Cajal, S.: Recuerdos de mi vida, Vol. II. Madrid, 1917, Págs. 255 256; Sánchez Granjel, L.: Historia General de la Medicina Española, 1978-1986, Tomo V. Págs. 32, 177 y 207;
- López Piñero, J.M., Glick, T., Navarro Brotons, V., Portela Marco, E.: Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Barcelona, Ediciones Península, 1983, Tomo I, Pág. 449;
- Marco Cuellar, R.: La morfología microscópica normal y patológica en la medicina española del siglo XIX anterior a Cajal. Tesis doctoral. Valencia, 1966; Matilla, V.: 202 biografías académicas. Madrid, 1987. Págs. 89 90;
- Pareja Serrada, A.: Brihuega y su partido, Guadalajara, 1916, Págs. 489 490;
- Cordavias, E.: Con motivo de un homenaje. Elogio dedicado a la memoria de D. Benito Hernando, y leído en el Acto de descubrir la lápida que dio su nombre a la antigua calle del Museo. Guadalajara, 1917;
- Cordavias, E.: Don Benito Hernando y Guadalajara. Boletín del Colegio de Médicos de la provincia de Guadalajara. Año II, mayo 1918, nº3;
- Sanz Serrulla, F.J. y Herrera Casado, A.: Diccionario histórico de autoridades científicas de la provincia de Guadalajara. Guadalajara, 2020. Pp. 232-239.
- Gismera Velasco, T.: Benito Hernando Espinosa, un sabio alcarreño. Amazon, 2021.