herrero-garcia
Miguel Herrero García
Ronda (Málaga).
1895 -
Madrid.
1961.
Catedrático de Instituto y Periodista.

Nació en Ronda (Málaga) en 1885 y murió en Madrid el 15 de noviembre de 1961, cuando tenía setenta y cinco años. Realizó el Bachillerato en Sevilla, la licenciatura en Filosofía y Letras, con nota de sobresaliente y premio extraordinario, en Granada y el doctorado en Madrid. Como “uno de nuestros primeros bibliófilos e investigadores del siglo XVII” era calificado en la necrológica de ABC (17-11-1961). Empezaba el día con la asistencia a misa y con la visita al librero de viejo, se recordaba, y también se indicaba que “sufrió persecución y cárcel, y en la etapa roja pudo salvar su vida refugiándose en una Embajada”.

  En su dedicación profesional hay que recordar que en 1917 aprobó oposiciones de Lengua Latina. Nombrado por orden de 11 de mayo catedrático numerario, fue destinado al Instituto de Cartagena. Rápidamente participó en concurso de traslado y pasó, por orden de 14 de noviembre del mismo año, al Instituto general y Técnico de Cuenca. Sólo un año más tarde fue nombrado profesor para la enseñanza de Letras en el Instituto-Escuela de Madrid, dependiente de la JAE, donde permanecería hasta 1936. En julio de 1918 había escrito una carta a Ramón Menéndez Pidal ofreciéndose para impartir las clases de Latín y recibió una amable negativa, aunque alabando la voluntad y formación de Herrero. Pero la oportunidad llegó en noviembre, al renunciar como profesor de Letras el catedrático del Instituto de León Eloy Díaz Jiménez y Molleda y recibir el encargo. No obstante, hasta 1930 no obtuvo en propiedad la cátedra en el Instituto Escuela y hasta ese año lo fue, al menos oficialmente, del Instituto de Cuenca. Desde 1917 formó parte del Centro de Estudios Históricos, concretamente de su Sección de Filología, donde mantuvo una estrecha relación con el citado Menéndez Pidal.

Obtuvo varias pensiones de la JAE cuando ya era profesor en el Instituto-Escuela, la primera en 1920 para estudiar la organización de la segunda enseñanza. En agosto de ese año visitó las escuelas al aire libre establecidas alrededor de Ginebra, en septiembre asistió a clases de francés en el Liceo secundario oficial de Ginebra y visitó la Maison des Petits del Instituto Rousseau. En octubre estuvo en París para asistir a los cursos siguientes: “Higiene social y escolar” y “profilaxis antivenérea”, en el Museo Pedagógico; Sociología, en la Sorbona; “Pedagogía en la escuela normal superior”; y otros. También visitó un buen número de escuelas: escuelas Montessori, escuelas froebelianas, escuelas de mademoiselle Moulín, escuelas profesionales Diderot, Estienne, escuela nueva “des Roches” y los Liceos Montaigne, Saint-Louis y Henry IV. Después visitó diversos centros educativos en Bruselas, Gante, Amberes, Lieja y Lovaina.

Mantuvo una viva e intensa polémica con José Castillejo, cosa poco habitual tratándose de pensionados. En una larga carta dirigida desde París a Castillejo en enero de 1921 criticaba la enseñanza francesa aportando diversos argumentos. El secretario de la JAE contestaba, en escueta misiva de 1 de febrero, que acaso no disciplinaba suficientemente su trabajo y él tenía que dar a la Junta el índice de su labor. Pero la respuesta sobre la crítica de Herrero era contundente: “La enseñanza secundaria francesa, llena de defectos como está, es hoy acaso la primera del mundo. Y usted no puede tener autoridad para criticarla hasta ser capaz: a) de entenderla, b) de crear una mejor. Todo esto quiere decir que ponga usted sus cinco sentidos en enterarse y en ser capaz de enseñar con el fruto que lo hace un francés. Y luego aquí criticaremos y mejoraremos”. Herrero envió, con fecha de 5 de febrero, una larguísima carta (36 páginas) incidiendo en sus argumentos y terminando con la siguiente frase: “Sabe le quiere su primer eléve”. Castillejo leyó la carta a los compañeros del Instituto- Escuela, alabando en cierto modo a Herrero. Siguieron otras cartas desde París y Castillejo concluyó: “Que si no puede aprovechar nada en los países de lengua francesa debe volver a España y aprender alemán e inglés mientras ensaya sus métodos en el I/E”. Pero las interesantes cartas de Herrero siguieron llegando a Madrid con informes diversos y posicionamientos diferentes.

Por Real orden de 2 de octubre de 1926 se le concedió la consideración de pensionado para impartir en el departamento de Español de la Universidad de Cambridge un curso de Literatura española a que había sido invitado y por ello no pudo prestar sus servicios en el Instituto-Escuela en el período 1926-27. Con el respaldo de Menéndez Pidal pidió tan consideración pero creó un problema que hizo tomar la decisión de no conceder ayuda o pensión a catedráticos del Instituto Escuela fuera del período de vacaciones.

En abril de 1930 formó parte del secretariado del partido Unión Monárquica Nacional y fue por aquellos años frecuente conferenciante en el Centro de Defensa Social u otras organizaciones de signo conservador y católico. Por ejemplo, en diciembre de 1934 participó en la Semana Pro Ecclesia et Patria, organizada en Cuenca y cuyas conferencias se celebraron en la Iglesia de San Esteban presididas por el obispo, doctor Cruz Laplana. Y lo hizo con una intervención dedicada al  cardenal Gil de Albornoz.

Un decreto de 23 de septiembre de 1936, firmado por el ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes Jesús Hernández Tomás, aprobaba el cese de un gran número de docentes de diferentes categorías. Encabezaban la relación de catedráticos de instituto, precisamente, Miguel Herrero García y José Ibáñez Martín, junto a otros docentes destinados en Madrid.

Al terminar la guerra, en abril de 1939, por una orden del Ministerio de Educación Nacional se escogían directores, secretarios e interventores de diversos instituto madrileños. Miguel Herrero fue nombrado secretario del Instituto Lope de Vega, del que se designaba como director a José Ibáñez Martín, después ministro de Educación Nacional. En ese instituto se jubiló en 1955. Simultáneamente desempeñó la cátedra de Pedagogía en la Universidad Central, desde 1939 a 1942, que se encontraba vacante. Fue miembro del CSIC desde su creación y en 1940 fue nombrado vocal del Patronato Marcelino Menéndez y Pelayo, del citado Consejo. 

También fue muy importante su faceta periodística. En su juventud fue redactor de El Correo Español, El Correo de Andalucía (Sevilla) y El Debate (Madrid). Desde 1922 formó parte del consejo de redacción de El Debate y fue redactor jefe de Acción Española, revista integrista, ultra católica y monárquica editada entre 1931 y 1937. Comentando las obras completas de Vázquez de Mella, por ejemplo, escribía lo siguiente: “Su hostilidad al sistema de transigencias, de entregas parciales al enemigo, fue siempre implacable. Fit via vi; el camino se abre por la fuerza; la verdad vale más que la opinión; un golpe de fuerza da hecho en un momento lo que tardan siglos en hacer mil cosquilleos de estéril dialéctica. Semejante posición, diametralmente opuesta a la táctica liberal, que nuestros mismos enemigos nos han enseñado, para nuestra ruina, reviste de novedad las obras de Mella, y señala a la juventud métodos más viriles, más sanos y más españoles, de lucha y de acción” (Acción Española, 15-12-1931). 

Con la creación del Instituto Nacional del Libro Español en 1939 fue designado jefe de Ordenación Bibliográfica y director de la revista Bibliografía Hispánica. Miembro de la Asociación de la Prensa de Madrid, colaboró en publicaciones periódicas como África, Archivo Español de Arte, Arte Español, Cistercium, Clavileño, Correo Erudito, Ellas (dirigida por José María Pemán), Escorial, Espiritualidad Seglar, Estudios Geográficos, Estudios Segovianos, Fénix (revista para el Tercer Centenario de Lope de Vega que publicó junto a Joaquín de Entrambasaguas), Hispania, Investigación y Progreso, Játiva, Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, Revista de Bibliografía Nacional, Revista de Educación, Revista de Filología Española, Revista de Ideas Estéticas, Revista de Indias, Revista de la Biblioteca, Archivo y Museo (Ayuntamiento de Madrid), Revista de Santander, Revista Española de Arte, Revista Internacional de Estudios Vascos, La Vida Sobrenatural o Ya. 

Además de artículos sobre temática muy diversa en revistas, Miguel Herrero fue autor de una vasta obra y se pueden recordar títulos como los siguientes:

  • Cuentos de los siglos XVI y XVII, selección hecha por M. Herrero García Publicación, Madrid, Instituto-Escuela, 1926.
  • El Madrid de Calderón, Textos y comentarios de Miguel Herrero García, Madrid, Imp. Municipal, 1926.
  • Sermonario clásico: con un ensayo sobre la Oratoria sagrada, Madrid, Escelicer, 1942. 
  • Contribución de la Literatura a la Historia del Arte, Madrid, CSIC, 1943.
  • La Biblioteca del Monasterio de la Salceda, Madrid, 1945. 
  • Los Buratos. Una familia textil de la antigua sedería española, Madrid, Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Madrid, 1945.
  • Entremeses. Cervantes. Edición y notas de Miguel Herrero García Publicación: Madrid, Espasa Calpe, 1945.  
  • Catálogo de la Exposición del Libro español en Lisboa, Madrid, 1946.
  • El Olivo a través de las letras españolas, Madrid, Sindicato Nacional del olivo, 1950.
  • Entremés de Don Quijote, Madrid, CSIC, 1948.
  • La Agricultura en los libros del Siglo de Oro, Madrid, 1953. 
  • El alumbrado de la casa española en tiempo de los Austrias, Madrid, CSIC, 1954.
  • Bibliografía española de la Asunción de María, Madrid, 1958.
  • Bibliografía Española de Lourdes (1858-1958), Madrid, 1958.
  • Entremeses. Cervantes. Edición, prólogo y notas de Miguel Herrero García Publicación, Madrid, Espasa-Calpe, 1966.
  • Viaje del Parnaso. Miguel de Cervantes Saavedra, Edición y comentarios de Miguel Herrero García, Madrid, Instituto «Miguel de Cervantes», 1983. 
  • Cuentos de los siglos XVI y XVII, selección hecha por M. Herrero García Edición, Valladolid, Maxtor, 2008.

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