Honorio Cortés Rodríguez fue un hombre brillante cuya biografía, marcada por datos dispersos, merecería una investigación sistemática. A juzgar por la documentación conservada en el archivo de la JAE y la cárcel provincial de Cuenca, debió nacer a fines de 1904 o a principios de 1905. Pero se contradicen ambas fuentes tanto en cuanto al lugar de nacimiento (Valladolid, en el primer caso, y el municipio conquense de Canalejas, en el segundo) como en su profesión (profesor de latín y técnico de correos, respectivamente). Sin embargo, no hay duda de que se trata de la misma persona, no sólo por la coincidencia onomástica y vital, sino también por el singular conocimiento de la lengua alemana que demostró como latinista, primero, y, más tarde, en la cárcel.
La documentación del Centro de Documentación de la Memoria Histórica confirma su nacimiento en la ciudad del Pisuerga. De los cambios profesionales da una pista la Gaceta de Madrid de 23 de julio de 1928 (nº 205, p. 441), que recoge su licencia por enfermedad como oficial del cuerpo de correos, adscrito a la administración del correo central, por treinta días. Aprovechó entonces para licenciarse en Letras en 1932.
Llegó a Cuenca durante el curso 1933/34, para sustituir en el Instituto a Emilio Aranda Toledo como encargado de curso de Latín. Opositó a cátedras en diciembre de 1934 y no parece que obtuviera los votos suficientes, pese a que algunas fuentes dan por sentado su condición de catedrático. De poco le sirvió su trayectoria intelectual. Acababa de escribir su Historia de la Literatura Latina (junto a Bernardo Alemany y publicado en 1933 por la editorial madrileña Hernando), concebido como el primer tomo de una obra de mayor enjundia, que dedicó sus 558 páginas a los períodos preliterario y arcaico de la literatura latina. Francisco García Jurado, en su “Ensayo de una historiografía de la Literatura Latina en España (1778-1936)” (Revista de Estudios Latinos, núm. 8, 2008, pp. 179-201), lo ha calificado de algo “inusitado en la historiografía de la literatura latina escrita en España”. Honorio Cortés publicó además artículos en revistas especializadas sobre Apuleyo (“Algunas reminiscencias de Apuleyo en la literatura española”, en Revista de Filología Española, núm. 22, 1935), el latín medieval y Lope de Vega.
Con el propósito de completar la obra citada, Cortés solicitó una pensión a la JAE en febrero de 1936 para una estancia de nueve meses en Berlín, Leipzig y París, donde contactaría con especialistas en la época de Augusto y la latino-cristiana. No obstante, las vicisitudes de la guerra imposibilitaron tal viaje y, en consecuencia, quedó inconclusa.
Su vida cambió radicalmente desde entonces.
En diciembre de 1936, el director del Instituto informaba que Cortés se encontraba como miliciano y dudaba de que pudiera incorporarse a la docencia. Se volcó entonces en tareas políticas, como secretario de Agitación y Propaganda del Comité Provincial en junio de 1937 (según su ficha en el Centro Documental de la Memoria Histórica, DNSD-SECRETARÍA, FICHERO,13,C0182511), siendo uno de los responsables de Cuenca Roja, órgano del Partido Comunista, y colaboró asiduamente en el semanario ugetista Tierra hasta 1938.
El 25 de mayo de 1939 fue detenido y sometido a varios Consejos de Guerra sumarísimos (en abril de 1940 y noviembre de 1941). Hasta febrero de 1942 estuvo recluido en Cuenca (en la prisión provincial y, sobre todo, en el seminario, usado como cárcel de urgencia) para pasar temporalmente a la prisión de Uclés y, de ahí, en mayo de 1942, a la de Ocaña. Meliano Peraile, que compartió con él experiencia carcelaria en el seminario, lo calificó en su libro Lo que fuera mejor nunca haber visto: memorias, 1939-1955 (Madrid, ediciones Libertarias, 1991, p. 62) de “hombre de espíritu fino y buena cultura”, que sobrellevó todo este tiempo jugando al ajedrez, participando en tertulias artísticas y en un periódico clandestino, amén de impartir clases de alemán a media docena de presos; no queda rastro documental, sin embargo, de su aseveración sobre su destitución del secretariado provincial comunista por su “manifiesta homosexualidad”. Otro rasgo más de su confusa biografía, pues estaba casado en el momento de su detención y tuvo descendencia posteriormente.
En 1946, el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo lo condenó a 30 años de prisión e inhabilitación absoluta y perpetua (sumario 348-46, signat. TERMC, 17932), pero no llegó a cumplirla. Tras salir de la cárcel, se marchó a Colombia. A fines de los años cuarenta, el profesor Guillermo Hernández de Alba (en un ensayo sobre “Celestino Mutis, poeta latino”, publicado en Thesaurus. Boletín del Instituto Caro y Cuervo de Colomia, T. V, números 1-3, 1949, pp. 389-390), le agradecía la ayuda prestada a su amigo, “el profesor español de latinidad, don Honorio Cortés”. En 1968, la Universidad Pedagógica y Tecnológica (Tunja, Colombia) le publicó su última obra, el Libro azul. Su rastro biográfico se pierde en ese momento. Hace unos años, su nieta Chony Cortés Olea de Olarte, le dedicó un libro (Presente ortografía) a su abuelo paterno, Honorio.
Bibliografía
- López Villaverde, Á. L. “Cortés Rodríguez, Honorio”. En Educación, ciencia y cultura en España. Auge y colapso (1907-1940): pensionados de la JAE / coord. por Isidro Sánchez Sánchez; 2012, págs. 171-173
Imagen: Cortes Rodríguez, H., Una firma que no se puede falsificar. Bogotá, Publicaciones Fuerzas Armadas, 1965.