Domingo Iglesias González, nació en Piedrabuena (Ciudad Real) el año 1902, residiendo en su pueblo natal hasta los veinte años, en que se traslada a Madrid para ampliar estudios y dedicarse al periodismo. A caballo, su vida de entonces, entre Piedrabuena y Madrid, durante la República colabora en la capital de España con los periódicos liberales del momento y cuando estalla la Guerra civil se enrola al ejército republicano creando su propia compañía, al frente de la cual llegó al alcanzar el grado de Comandante Mayor. Lucha en los frentes de Extremadura y en los de Toledo, cogiéndole el fin de la contienda por tierras de esta región, desde donde, cruzando España, tomaría camino del destierro exiliándose en Francia, apoyándose en las cercanías de frontera y, sobre todo, en el conocimiento del idioma, que ya entonces dominaba.
Durante la Guerra mundial y en territorio francés, formó parte de la resistencia francesa, momento en que fue detenido por los alemanes, que lo encierran en el campo de concentración, de donde al poco tiempo logra escaparse gracias a una treta personal y a la utilización del idioma alemán, que también hablaba. Esta colaboración con la resistencia francesa y la detención de los alemanes, le valdría más tarde una indemnización económica y una renta vitalicia; no así lograría igualmente disfrutar del beneficio económico que, ya en democracia, otorgara el Estado español a los militares de la República, aun cuando le fuera reconocida su graduación de Mayor, pues su fallecimiento (Toulouse, 1984) le llegó antes de que se ultimaran los trámites.
Republicano y socialista, vivió su exilio en Toulouse. Y cuando ya la vida y la paz le concedieron horas de mayor descanso, afincó su quehacer en pequeños núcleos rurales de sus cercanías, como fueron Cabanac-Séguenville y Montbe-ron, viniendo a España sólo en dos breves temporadas, ambas en el tiempo que la democracia se había consolidado.
Hombre que cimentó su saber en las culturas clásicas, eran su preferencia la griega y la romana, a cuyos autores recurría frecuentemente. De su obra literaria y poética hay conocimiento de que se conservan –gran parte de ellos inéditos– unos cuarenta o cincuenta poemas y algún breve relato en prosa, la mayoría de los cuales impregnados de un ambiente bucólico, en defensa del campo y la naturaleza que amó y donde desarrolló los años de su infancia, adolescencia y primera juventud, sin que por ello falten las influencias clásicas de su preferencia y los sentimientos humanos e ideológicos del hombre.