Fue este hidalgo manchego un caballero que a modo de Don Quijote trabajó denodadamente para que El Toboso y el mundo cervantino ocuparan el lugar que la pluma de Cervantes les destinó.
Nació en 1871, en una familia agrícola con una buena posición económica; su padre era organista, profesión que él continuó en la parroquia toboseña donde existía un hermoso órgano del siglo XVIII.
De su infancia y juventud no se tienen documentos, solamente cuando se casa con Dolores Robles Gómez, matrimonio que no tuvo descendencia.
Su actividad pública comienza a principios del siglo XX, ejerciendo como juez de Paz, concejal y finalmente como alcalde de El Toboso con el inicio del Directorio de Primo de Rivera.
A partir del año 1925 comienza su aventura quijotesca en torno a proyectar El Toboso como el lugar que le corresponde en el mundo literario, cultural y turístico por la presencia de su personaje universal Dulcinea en la novela; despliega una ingente labor de viajes a Madrid, Toledo y otros lugares para realizar gestiones personales y al unísono se inicia una campaña en los medios de comunicación del lanzamiento de sus proyectos de poner a la Patria de Dulcinea en el centro literario y turístico.
Fundó en ese mismo año la Biblioteca-Museo Cervantina, en homenaje al glorioso libro y desde el principio se empezaron a recibir envíos de obras cervantinas y otras más, principalmente en torno a El Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha que iban firmadas y dedicadas por los responsables de las Instituciones u Organismos que los enviaban, presidentes de las Repúblicas, Academias, alcaldes…
Llegaron numerosas obras en diferentes lenguas, se llegan a contabilizar 25 idiomas, siendo el germen del actual Museo Centro Cervantino toboseño que actualmente posee el Quijote traducido a setenta y cinco idiomas y setecientos Quijotes con muchas características diferenciadoras dentro del mundo del libro.
Este servidor público expone a todos los niveles que posee documentos de valor extraordinario, relativos a personajes y asuntos del Quijote y otros hijos ilustres de aquella noble villa, por ejemplo los referentes al doctor Martínez Zarco y su esposa, doña Catalina de Morales y Villaseñor; uno interesantísimo de Felipe II, ordenando una inspección de tierras y labores, para dirimir un conflicto social de aquella época y otros, no menos interesantes, relacionados con el cardenal toledano Portocarrero, oriundo de El Toboso.
El alcalde toboseño trabajó en la línea de investigación del estudio en archivos para demostrar la existencia de Dulcinea a través de los documentos de Ana Martínez Zarco de Morales y Villaseñor, la que Cervantes llamaría la “Dulce Ana”, mostrando dónde estaría enterrada, árbol genealógico e incluso unas faldas que pertenecerían a ella. También en esa línea de exploración comunica la vivienda, la conocida Casa de Dulcinea y sus escudos, las grandes familias toboseñas, su relación con Cervantes y las viviendas que tuvieron en El Toboso.
Uno de sus objetivos, dentro de su ingente labor, el principal, el que tiene más repercusión, fue la proyección de la construcción de un gran monumento en honor a Dulcinea, don Quijote, Sancho y Cervantes; llegó a formarse una Junta Nacional del Monumento al Quijote; visita a todos los estamentos, instituciones, el Gobierno Nacional, Universidad Central, director Academia de la Historia, Gobierno Civil, Diputación Provincial… promueve Comisiones Culturales…; la Junta Nacional llega a tener al rey Alfonso XIII como presidente honorífico.
Respecto al Monumento al Quijote tuvo dos proyectos, uno inicial en el año 1925 cuyo coste se hace ascender a 40 millones de pesetas; los planos representaban una gigantesca estatua de Don Quijote con su tranquilo Rocinante y Sancho Panza, con el Rucio. El tamaño del monumento sería alrededor de 20 veces el tamaño natural, para simbolizar así las 20 tierras españolas que hablaban, su lengua, (se refería a los veinte países de habla hispana).
Este magno proyecto que incluía finalizar el tren en el mismo fue presentado por el comandante de Artillería, Calixto Serichol en una conferencia en la Diputación de Toledo el 2 de diciembre de 1925; el presupuesto del mismo se calculaba en 40 millones de pesetas (equivalentes aproximadamente a 100 millones de euros actuales); finalmente este monumento se descartó.
Pero muy pronto se inicia un segundo que este sí duró en el tiempo, que por desgracia tampoco se llevó a ejecutar, pero que creó una oleada de adhesiones y movimientos nacionales e internacionales a su favor; se formó una Junta Nacional pro Monumento, provinciales como en Toledo, Barcelona con respaldo desde Nueva York, Bruselas, Cuba…
Pues por ejemplo desde Barcelona se informa de donaciones económicas y se organizaron un partido de fútbol y una velada teatral para engrosar la suscripción destinada al monumento.
Se confeccionaron tapices que representaban el monumento de El Toboso, los retratos del Rey D. Alfonso XIII y de Cervantes para la venta de los mismos; consiguieron que el matasellos de la Central de Correos de Toledo se comprometiera a publicar, como lo hizo la de Madrid, el Monumento a Cervantes en El Toboso.
Esto debió crear un gran clima en el pueblo toboseño según declaraba la prensa que había despertado en todos los paisanos de Dulcinea por sus propias glorias y el afán de cultura y de progreso que se extiende a todas las clases del pueblo.
Trabaja en la conservación del “Molino de viento” como algo profundamente típico de la región manchega y la restauración de un molino en El Toboso.
Una de sus metas fundamentales fue trabajar por unas escuelas dignas; después de algunos años consiguió que se realizase un edificio elegante de estilo neomudéjar, con dos plantas que ha sido el grupo escolar hasta el año 2006 y que actualmente acoge la sede del Ayuntamiento.
Con la curiosidad histórica que a la inauguración de las escuelas y coincidiendo con el estudio de la puesta en funcionamiento de la “Ruta de Don Quijote en avión”, se realizó en mayo de 1928 el vuelo de Madrid a El Toboso, visita al pueblo, a la Venta de Don Quijote y regreso; las personalidades que vinieron el ministro de Gobernación, director de Turismo y entre otros José Antonio Primo de Rivera y el periodista Ángel Herrera Oria, que sería más tarde arzobispo de Málaga.
El 18 de enero de 1929 se constituye la Junta Provincial de Turismo en la que fue miembro Jaime y al mismo tiempo se crea la Junta Local del Turismo, la primera de la provincia presidida por él mismo.
Trabajó también en la promoción turística realizándose una colección de fotografías hechas por el fotógrafo albaceteño Jaime Belda con la imagen del patrimonio toboseño, las calles, personajes toboseños… el pozo y el brocal de la Venta de Don Quijote, una promoción presentada en un estuche de corcho a imitación del libro de El Ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha que contenía las postales toboseñas.
Demandó las mejoras en las infraestructuras, principalmente el camino de El Toboso a la Venta de Don Quijote por ser un importante lugar de atractivo turístico y de nexo al cruzar la carretera nacional de Madrid a Murcia y Alicante. En la fachada del edificio de La Venta se instaló por los propietarios una hermosa colección de cerámica talaverana de Henche con escenas quijotescas para fomentar el turismo.
También para alojar a los turistas que comenzaron a venir se pidió la construcción de un Parador de Turismo, del tipo de los que se empezaban a edificar por aquellos años.
Solicitó el Ayuntamiento que la Casa de Dulcinea fuera declarada monumento nacional por ser la morada de Ana Martínez de Zarco y al mismo tiempo denunciaba su abandono, así como de los escudos que la adornaban; acusación que también realizaban los hombres y mujeres que visitaban la Patria de Dulcinea, pues al estar de moda la villa toboseña vinieron escritores e hicieron suya la causa de las reivindicaciones.
Se tiene constancia que en 1928 visitó El Toboso el maestro Jacinto Guerrero, para escuchar a varios músicos toboseños con sus guitarras y bandurrias la interpretación de jotas y seguidillas, así como de contemplar cómo se bailaban, tomando notas para la composición de su obra más conocida La Rosa del Azafrán; todo transcurrió en la casa del alcalde toboseño Jaime Martínez.
Cerca de la finalización de su alcaldía recibió la medalla de la Orden del Mérito Civil que le fue regalada por una suscripción popular toboseña y comarca; acaba su alcaldía en el 1929 pero continua con su labor al frente de la Biblioteca Cervantina, instalándola en su casa, para realizar préstamos de los libros para la lectura de las gentes toboseñas.
Jaime Martínez Pantoja fue víctima de la Guerra Civil, y murió fusilado, junto con otros doce vecinos, por las milicias el 22 de agosto de 1936 en el paraje toboseño conocido como la Pata del Diablo, a cuatro kilómetros del pueblo.