“Biografía del Dr. D. José Diaz Benito”, El anfiteatro anatómico español. Periódico de medicina, cirugía y ciencias auxiliares, Madrid, nº 41 (1-10-1874).

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José Díaz Benito y Angulo
Nambroca (Toledo).
1824 -
Madrid.
1890.
Médico y escritor.

Nace en Nambroca, pueblo cercano a Toledo, el 23 de septiembre de 1824. Hace en Toledo sus estudios de Segunda Enseñanza y después, en 1840, se traslada a Madrid para estudiar Medicina en el Real Colegio de Cirugía de San Carlos.

Entra de practicante en el Hospital Militar, donde continúa toda su carrera. Desempeña, por oposición, la plaza de ayudante preparador y encargado de autopsias, durante cuyo tiempo escribe una obra de cirugía menor.

Obtiene el grado de Licenciado en Medicina y Cirugía en 1848. Ejerce primero, de forma breve, en el Hospital de Alcalá y después, como médico accidental, en el propio Hospital Militar. En 1853 ingresa, con el número 1, en el Cuerpo de Sanidad Militar y es confirmado en su destino de Madrid, pero por no haber sido trasladado al Hospital Militar de Algeciras con ocasión de la guerra de África se ve obligado a pedir su baja en el Cuerpo, reclamado por clientes y amigos. Crea un gabinete de sifiliografía, escribe una obra referida a enfermedades sifilíticas y realiza su correspondiente atlas, que le dan renombre de especialista.

En 1857 recibe la investidura de doctor en un acto celebrado en la Universidad Central (Discurso leído en la Universidad Central por el Licenciado en Medicina y Cirugía D. José Diaz Benito y Angulo, en el acto de recibir la investidura de doctor en la misma Facultad, Madrid, 1857). Entre otras cuestiones, recuerda las cualidades que deben adornar al médico, según algunos autores: perfecta ciencia, buena conciencia y mucha paciencia. Otros, las aumentan a seis: saber, querer, poder, sentir, no sentir que sabe y saber no sentir

La cosa se complica para “nuestros españoles, distinguidos por su sensatez y por su buen juicio”. No conformes con dichas enumeraciones retratan al médico rodeado de toda serie de características. Recuerda una larga cita del médico cordobés Francisco Leiva y Aguilar (Desengaño contra el mal uso del tabaco, 1634), del siglo XVII, donde se hace, según su criterio, un completo retrato del perfecto médico. Importa que “tenga puro y buen sentido para sentir, conocer y advertir; clara y perfecta estimativa para apreciar, distinguir é inventar; fácil y tenaz memoria para aprender, retener y ofrecer; aguda vista, vivo olfato, tacto exquisito, gusto en curar, cuidado en visitar, perseverancia en estudiar, estudiante desde que nació y estudiante hasta que muera. Ha de ser piadoso para que se compadezca, animoso para que se reporte, retórico para que persuada, afable para que anime, limpio para que aliente, prudente para que disponga, grave sin pesadumbre, y ligero sin liviandad. Que sepa sufrir necios, llevar trabajos y guardar secretos. No ha de ser muy mozo por falta de experiencia, no muy viejo por la de la memoria, no iracundo, no arrogante, no adulador, no avariento, no envidioso, no precipitado, no tímido ni tardo en el mal agudo, ni agudo en el mal tardo; siendo todas cosas para todos”. Desconozco la razón por la que Díaz Benito no completa la cita, que se hace de esta forma: “requiere tener tantos noes, y carencia de pasiones muy asidas y usadas, y hallarse con tantos síes, y propiedades de las que se ven juntas en pocos, que como dice Galeno, importa, que los médicos sean semejantes a los ángeles”. Quizá esa comparación con los ángeles no era del agrado de nuestro médico.

Pero entre tantas cualidades, indica, no aparecen algunas peculiares que debe tener el médico castrense, necesitado de algunas más y estudios especiales relacionados con las circunstancias en que se ejerce su profesión. Y reseña las siguientes: “joven, robusto, bien conformado, buen higienista, diestro cirujano, ingenioso para encontrar recursos de curación, sereno en los peligros, de ánimo fuerte en las calamidades, y orgulloso de su profesión”.

Años después es nombrado primer médico de Cámara del rey Amadeo I de Saboya, al que, además, acompaña en sus viajes. Atiende enfermedades e, incluso, el parto de la reina María Victoria (María Victoria dal Pozzo della Cisterna), el 29 de enero de 1873. Es decir, ayuda a llegar al mundo al príncipe Luis Amadeo de Saboya, duque de los Abruzos (Luigi Amedeo Giuseppe Maria Ferdinando Francesco di Savoia-Aosta​).

Desde 1874 es académico de número de la Real Academia Nacional de Medicina y ocupa el sillón nº 36. Toma posesión el 24 de mayo de ese año, con el discurso de ingreso titulado De la herencia en Medicina y de las enfermedades que se heredan, al que contesta Santiago Ortega Cañamero, académico desde 1861.

Es concejal en el Ayuntamiento de Madrid y propone el cierre de todos los cementerios que entonces existen, para reemplazarlos por dos grandes. Así expone las razones: “En efecto, su proximidad á la población, con la cual se confunde en algunos puntos, sus reducidas dimensiones, su mala situación con relación á los vientos dominantes, y el sistema vicioso de enterramientos que en ellos se sigue, hacen indispensable y urgente que termine de una vez la amenaza de aquellos permanentes focos de infección” (Segundo dictamen sobre las condiciones y circunstancias que han de reunir las dos grandes necrópolis que tiene acordado construir el Excmo. Ayuntamiento de esta Corte, para el mejor servicio inhumatorio y garantía de la salud pública, Madrid, 1878).

Gracias a sus ahorros de toda la vida, ya viejo, se embarca en la construcción del conocido balneario árabe de la calle de Velázquez, “magnífica instalación balneoterápica é hidroterápica, que atestigua la inteligencia y laboriosidad del Dr. Díaz Benito” (El Magisterio Español, Madrid, 30-12-1890). Poco antes de su muerte, edita y dirige Baños árabes, revista clínica trimestral de hidroterapia, electricidad y gimnástica, con sede en la calle Velázquez, 29 y con un precio de cincuenta céntimos el número para los suscriptores. El número primero aparece en abril de 1888.

Y en la sesión inaugural del año de 1889 de la Real Academia de Medicina, pronuncia el discurso correspondiente, lo que es un homenaje más a su trayectoria.

Fallece en Madrid el 19 de diciembre de 1890 “uno de los representantes más distinguidos de la Medicina española” (El Magisterio Español, Madrid, 30-12-1890). Su entierro y exequias son muy concurridas, con representación de variadas clases sociales madrileñas. En la esquela publicada en El Imparcial (Madrid, 20-12-1890) se presenta al finado con estos datos: Doctor en Medicina y Cirugía, Médico de Cámara que fue de S. M. el rey D. Amadeo I, individuo de la Real Academia de Medicina de Madrid, de la Junta Provincial de Sanidad y de la Superior de Prisiones, corresponsal de las Academias de Medicina de Lisboa, Nápoles y varias otras nacionales y extranjeras; condecorado con la Gran Cruz de Isabel la Católica y con las de primera y segunda clase de Beneficencia, comendador de la Corona de Italia y caballero de Carlos III, etcétera, etcétera.

Y gracias a dicha esquela conocemos otros datos familiares. Su esposa es Rosario Rodríguez y Alegre; sus hijos, Santiago, Rosario, Antonia y Ángel; y su hermano, Mariano. Su domicilio está en la calle de Velázquez, 29 y el entierro se produce en el cementerio de la Sacramental de San Lorenzo.

Obra (Selección):

  • Guía teórico-práctica del sangrador, dentista y callista, ó tratado completo de cirugía menor ó ministrante, Madrid, Librería de P. Calleja y Comp., 1848.  Junto a Pedro González Velasco.
  • Tratado práctico de partos. Atlas de sesenta láminas representando las diversas posiciones de fetos en el acto del parto, los órganos genitales externos e internos, y monstruosidades, Madrid, Alejandro Gómez Fuentenebro, 1854. Junto a Pedro González Velasco.
  • Discurso leído en la Universidad Central por el Licenciado en Medicina y Cirugía D. José Diaz Benito y Angulo, en el acto de recibir la investidura de doctor en la misma Facultad, Madrid, Alejandro Gómez Fuentenebro, 1857.
  • Aforismos y pronósticos de la fiebre tifoidea, Madrid, Imp. Sanz y Rivera, 1862.
  • Atlas de enfermedades venéreas y sifilíticas, Madrid, Imprenta Nacional, 1864.
  • ¡Al pueblo!… Consejos higiénicos y remedios preventivos contra el cólera-morbo-asiático, con el modo de disminuir sus estragos y combatir los primeros síntomas hasta la llegada del médico, Madrid, Imp. de El Cascabel, 1865.
  • Memoria expositiva de los servicios que el Cuerpo facultativo de Beneficencia Municipal de Madrid ha prestado durante el bienio de 1865 y 1866 presentada á la Excma. Junta Municipal de Beneficencia, Madrid, 1868.
  • Tratado completo de cirujía menor o Elementos de cirujía. Manual práctico, Madrid, Librería de P. Calleja y Comp., 1874.
  • Segundo dictamen sobre las condiciones y circunstancias que han de reunir las dos grandes necrópolis que tiene acordado construir el Excmo. Ayuntamiento de esta Corte, para el mejor servicio inhumatorio y garantía de la salud pública, Madrid, Imp. y Lit. de los Asilos de san Bernardino, 1878.
  • Discurso leído en la solemne sesión inaugural del año de 1889 en la Real Academia de Medicina, Madrid, 1889.

Bibliografía:

  • “Díaz Benito y Angulo, José”. Médicos Históricos Españoles. Proyecto de la Universidad Complutense de Madrid. https://medicoshistoricos.ucm.es/. Consulta 3-8-2024.
  • Manuel Díaz-Rubio García, 100 médicos españoles del siglo XX, Madrid, You & Us, 2000.
  • Valentín Matilla Gómez, 202 Biografías Académicas, Madrid, Real Academia Nacional de Medicina, Madrid, 1987.
  • R. y A, Apuntes biográficos del doctor D. José Díaz-Benito y Angulo, Madrid, Imp. y lit. de los Huerfanos, 1891.
  • “1874 – Díaz Benito y Angulo, José”, en Real Academia Nacional de Medicina: https://www.ranm.es/. Consulta 3-8-2024.

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