José Fernández-Arroyo Fernández-Simón, nació en Manzanares, el 12 de febrero de 1928. Fallece en Madrid el 27 de abril de 2019. Los primeros años de su vida se desarrollan en su localidad natal. Conoció el arte de la mano de Antonio Iniesta –joven Manzanares que pugna por estudiar Bellas Artes–, lo que le lleva a pintar sus primeros cuadros; de manera paralela escribe sus primeros poemas y artículos, que se publican en el diario regional Lanza, en la sección “Pensando en Joven”, que orienta el poeta Ángel Crespo.
Entre 1949 y 1953 mantiene correspondencia con la alemana Edelgard Lambrecht, lo que dio lugar a su libro: Edelgard, diario de un sueño, 1948-1953. A raíz de este libro, José Antonio Abella escribe: La sonrisa robada, premio de la Crítica de Castilla y León (2014), un libro de investigación documental sobre la II Guerra Mundial y su posguerra.
En el año 1952, al finalizar el servicio militar que desarrolló en Ceuta, se traslada a Madrid, allí contacta con artistas de la estética postista como los poetas Ángel Crespo, Chicharro y Gabino Alejandro Carriedo, o el pintor Gregorio Prieto. A este respecto señala Natividad Cepeda en su artículo “El camino andado de José Fernández-Arroyo”:
“…el movimiento conocido como Postismo nació en el café Castilla de Madrid a principio de 1945. Para su presentación se repartieron unas tarjetas que llevaban el nombre de sus fundadores: Eduardo Chicharro, Briones, Carlos Edmundo de Ory y Silvano Sernesi (italiano)…”.
En el nº 1 de la revista Postismo, ellos lo definieron como el resultado de un movimiento profundo y semiconfuso de resortes del subconsciente tocados por sus creadores en sincronía directa o indirecta con elementos sensoriales del mundo exterior. A este primer manifiesto siguieron otros dos más, que fue una forma de canalizar la rebeldía y el rechazo a unas normas impuestas por la sociedad dominante de ese momento. En un ambiente donde la libertad era un bien extinguido el Postismo inventa una fórmula para evadir las normas, por lo que a sus seguidores se les tildó de locos y poco serios. Es la forja donde José Fernández-Arroyo empieza a canalizar su rebelde espíritu de búsqueda y autocrítica que le impulsa a buscar la belleza de la palabra, el color y la forma en las disciplinas artísticas de la pintura, la escultura y el arduo oficio de escribir. La poesía ha sido, y es, su río fecundo. Es en ella donde el hombre se descubre como creador, y es posible que quede un tanto silenciada sus otras creaciones, no porque sean menos interesantes, sino más bien, porque al no formar parte de galerías de arte su obra pictórica y escultórica pase en la actualidad un tanto desapercibida (Prometeo digital, 2009).
José Fernández-Arroyo colaboró activamente en las revistas del grupo: Deucalión, El pájaro de Paja, Doña Endrina y Trilce, entre otras; estas son sus primeras manifestaciones artísticas que vienen de la mano de la literatura, actividad que siempre permanecerá con el artista, ya que son numerosos los poemas y los libros editados por él; la poesía ha sido siempre su actividad principal; de manera individual, y con una gran calidad, ha editado la revista literaria Cascara amarga durante treinta años;
A partir de 1962, cultiva la escultura como forma de expresión, su interés se despertó a raíz de su amistad con el pintor manzanareño Antonio Iniesta; además, de su amistad con el escultor Antonio Guijarro, los pintores Gregorio Prieto y Agustín Úbeda el escultor de Cuenca Leonardo Martínez Bueno y otros; sin embargo, él no se considera un escultor, simplemente alguien afín a la poética de las Artes Plásticas; en su trayectoria escultórica, ha trabajado todos los materiales, madera, piedra, bronce o hierro. En una entrevista telefónica, el 29 de abril de 2013, declaraba a la autora de este texto: “…Yo me siento más poeta que escultor […]la mayor parte de mi obra escultórica es en hierro […] es una obra constructivista y abstracta…”.
No obstante, numerosas son las esculturas que ha realizado José Fernández-Arroyo. En su obra, es totalmente abstracta, en la que las figuras geométricas –de geometría irregular-, se posicionan unas al lado de otras; hay un paralelismo entre ellas, existiendo un predominio de la triangularidad, con un alargamiento buscado por el autor, que nos evoca la espiritualidad; estas se muestran, junto a otras más bajas que representan a la humanidad; verdaderamente es una metáfora poética, en la que el hombre toma protagonismo en la abstracción; en su semántica siempre aparecerá el hombre como objetivo fundamental del arte.
En 1999, realizó una Exposición Antológica de su obra plástica en el Gran Teatro de Manzanares; en ella presenta las pinturas y esculturas más representativas de su trayectoria artística.
Su obra ha sido expuesta desde el año 1962, realizando ese año su primera exposición individual en la sala Abril, de Madrid; destacan otras muestras personales, como las celebradas en la Galería Fernando Fe (1964); Galería Orfila (1980, 1994, 1997, 2008) y Casas de La Mancha (1978) y Soria (1983) de Madrid; Sala de Arte de la Biblioteca de Manzanares (Ciudad Real) (1964, 1977); Galería de Arte de Manzanares (1982, 1994) y Sala de Arte del Gran Teatro de Manzanares (1999); sala Barbasán, Zaragoza (1977); Casa de Cultura de Cuenca y galería Grisalla de Valladolid (1978); Sala Unturbe, Segovia (2000); Sala de Exposiciones del Castillo de Manzanares el Real (Madrid) (2001); Casa de los Picos (antológica), Segovia (2006).
Obra poética:
En 1953 inaugura la colección «Doña Endrina», de Guadalajara, con la publicación de su libro de casi-sonetos (sonetos de 13 versos); En torno de lo último; seguido por los libros de poesía: Tratado de las cosas alegres (Colec. Trilce, 1959); y Especie pensativa, (Col. La piedra que habla, 1960). En 1961 colabora en un curioso libro de autoría compartida, Sonetos Pánicos/Sonetos Postistas, escrito por Fernando Arrabal, Luce Arrabal, José Fernández-Arroyo, José Luis Mayoral y Gisela Micaux, quienes se alternaban verso a verso en cada uno de los sonetos. Los poemarios posteriores de José Fernández-Arroyo son: Asuntos capitales, (Col. El toro de barro, Cuenca, 1977); Cartas desde un coche (Col. Cuencos Literarios, 1993); Del tránsito a la noche, Premio Juan Alcaide 1998 (Col. Juan Alcaide, Valdepeñas, 1998); Si mi lira delira (Col. Paramigos Poesía, 2001); No basta abrir una ventana (Paramigos Poesía, 2004); El tiempo, la palabra… y el olvido (Paramigos, 2005); Poesía Completa (Ediciones de la Asociación de Escritores y Artistas, Madrid, 2006). En 1997 crea la Revista de divulgación poética KÁSKARA MARGA, que continúa publicando durante siete años, en colaboración con su esposa Lolita Juan Merino, así como la Colección de Poesía «Paramigos Poesía», en la que publican conjuntamente los siguientes títulos: Recuerdos de Thailandia, 1993; Viaje a Alemania, 1994; A punto de dormir, 1995 y Andar y ver – Las cuatro estaciones, en 1996.
Obra en prosa:
Sus libros en prosa son los siguientes: El acontecimiento y otros relatos (Col. Ojo de Pez, C. Real, 1995) y Las preposiciones, en colaboración con Lolita Juan Merino, (Huerga & Fierro, Madrid, 1997). También destaca como obra prosística su diario íntimo -que ha venido escribiendo desde 1948 hasta el presente -, cuya primera parte, editada con el título Edelgard, diario de un sueño, 1948-1953 por la Biblioteca de Autores Manchegos de Ciudad Real, en 1991 y reeditada en 2006 por la editorial zaragozana Libros del innombrable. Un año después, esta misma editorial publica No es un sueño, que recoge en un grueso volumen la continuación de sus diarios. En 2014, Isla del Náufrago, ediciones publica de nuevo Edelgard, diario de un sueño, incluyéndose en esta edición las cartas completas de Edelgard Lambrecht.
Desde siempre José Fernández-Arroyo necesita expresarse y lo consigue con diferentes técnicas de expresión. Se mueve entre artistas en Madrid, junto a su esposa y compañera inseparable, Lolita Juan Merino. Juntos sacan adelante la revista Káskara Marga; juntos han publicado y trabajado para el arte, se mueven por los círculos artísticos de Madrid, y consiguen una obra de calidad literaria, de prestigio y respeto. La repercusión mundial no llega a conocerla, pero sí la inspiración, las ganas de expresarse y la constancia de una ilusión en momentos en los que el arte no es el primer plato de panorama español.