serna-perez
José Salustiano Serna Pérez
Albacete.
1907 -
Albacete.
1983.
Abogado, Escritor y Periodista.

José S. Serna nació el 30 de noviembre de 1907 en Albacete y murió en su querida y nunca abandonada ciudad el 20 de mayo de 1983. Durante aquellos días los medios de comunicación dedicaron páginas y páginas lamentando la pérdida de una verdadera institución de la literatura local. Es verdad que era un hombre muy querido al que llamaban “el maestro Serna” y el “patriarca de las Letras Albacetenses”. Palabras que tienen valor porque como escribió, en una biografía,  Francisco Fuster, “si hubiera escapado de la vida provinciana, quizás habría llegado a ser un escritor famoso a escala verdaderamente nacional e incluso internacional”. Pero lo cierto es que Serna se quedó en su amada ciudad y se convirtió como escritor en el verdadero centro neurálgico de la vida literaria de Albacete. Como él mismo dijo alguna vez, “me agrada que me llamen escritor provinciano. Cuando Pemán estrenó Los monos gritan al amanecer le llamaron así. Pero en el tráfago de Madrid nunca hubiera podido escribir mi Diccionario sobre cómo habla La Mancha”.

Su nombre completo era José Salustiano Serna Pérez. Un nombre que simplificó para la literatura en 1922, como José S. Serna, cuando publicó su primer artículo sin haber cumplido todavía los 15 años. Una firma literaria que mantuvo inalterable toda su vida en homenaje a su padre Salustiano Serna, fallecido prematuramente cuando su hijo José sólo tenía 12 años. 

Estudió el bachillerato en el Instituto de Albacete Bachiller Sabuco y se licenció en Derecho en la Universidad de Murcia en 1929. Hoy, aquel joven se sentiría feliz al ver que la ciudad le ha puesto su nombre al Centro Público de Infantil y Primaria José S Serna. 

Sin duda, las dos actividades de su vida fueron la profesión de abogado -“que ejerció brillantísimamente”, como nos recuerda Fuster – y la vocación de escritor. Según él mismo contaba, en una confidencia epistolar le decía a su querido maestro Azorín: “Yo vivo de la profesión y para la Literatura”. Y es cierto porque, gracias a la abogacía, Serna vivió dignamente, pudo cuidar y educar a su numerosa familia y dedicarse a la Literatura, que tanto amaba y que le permitía soñar y escribir libremente durante la paz y el silencio de las largas noches hasta que, a menudo, entraba ya en su despacho la luz de la madrugada. Fue así como consiguió hacer su Diccionario manchego fuera del ajetreo madrileño. Una enorme labor de artesanía, solitaria y tenaz, que muestra su gran conocimiento lingüístico del habla manchega y su profundo amor por Albacete. Un libro del que continuamente se pide una tercera edición. 

Pero, faltaríamos a la verdad si no dijésemos que la abogacía, lo que él llamaba “la profesión”, la vivió también vocacionalmente. En uno de sus escritos decía: 

“Sólo el abogado es capaz de no sentir el desaliento ante tantos caminos sin posada a la vista. Por eso sabe cubrir de alegría su sufrimiento, disimular las heridas diarias, vestir de ilusión los cotidianos desengaños. Es la fuerza de choque, la que lucha en vanguardia, la infantería del Derecho…”. 

Por estas palabras, Fuster –al que mostramos por sus recuerdos nuestro máximo agradecimiento- escribió: “… me atrevo a pedir a mis colegas que estas palabras tan hermosas y exactas las manden grabar en una placa de bronce y las coloquen en el umbral de la sede del Colegio de Abogados… como homenaje póstumo a José S. Serna, ese gran abogado y escritor que hemos perdido todos”. Como si fuese un aval a esas “palabras tan hermosas”, en 1982 el Ministerio de Justicia le concedió y le impuso la Medalla de Oro a la Justicia en la Audiencia Territorial de Albacete. 

En el ámbito literario, Serna cultivó todos los géneros (novela, cuento, periodismo, teatro, biografía, ensayo e investigación). 

Comenzó su enorme vocación a una edad muy temprana. A los doce años escribió treinta y dos cuadernos de aventuras de Dick Smith. Y con catorce años escribió su primer artículo literario, “El placer de la reconciliación”, en el semanario Albacete del 24 de septiembre de 1922. En el sector del periodismo fue permanente colaborador y redactor de plantilla. El 30 de julio de 1931 fue uno de los fundadores de la Asociación de la Prensa. Escribió en todos los periódicos locales, como Albacete, La Voz de Albacete, Crónica y La Verdad y su colaboración fue también habitual en la prensa nacional, como La Voz, El Sol, ABC y en el Heraldo de Madrid con una sección que titulaba “Crónicas albacetenses”. Precisamente en el Heraldo de Madrid publicó en 1933 su famosa y novedosa entrevista a Federico García Lorca, divulgada de forma íntegra en las Obras Completas de Lorca, que fueron posteriormente editadas por Aguilar.  

José S. Serna era de talante liberal y conocido por su inclinación republicana; durante la Guerra Civil, que vivió en Albacete; intervino en diversas ocasiones como abogado defensor ante los tribunales populares. Acabada la guerra empezó su profesión de abogado bajo el recelo inevitable que generaba su pasado republicano. De hecho, su actividad periodística la ejerció sobre todo en el periódico republicano de su tierra Hoy (1932) donde fue redactor de plantilla y escribió artículos, crónicas e información periodística. Sin embargo, la aportación fundamental de José S. Serna al periodismo se halla en el hecho de haber sido también el fundador o director y principal redactor de las cuatro revistas más importantes de Albacete, actualmente imprescindibles para conocer la cultura provincial y local a lo largo del siglo XX: Ágora (1934-36), Revista de Albacete y de su feria (1947-56), Cal y Canto (1959-61) y Feria (1957-82) que dirigió hasta su muerte. Al mismo tiempo, participó en dos revistas importantes y muy reconocidas en la ciudad y en la provincia, Barcarola y Al-Basit. 

En definitiva, y sin temor a equivocarnos, podemos afirmar que fue un hombre reconocido en su tierra como el promotor fundamental de la cultura de su ciudad. Amigo personal de García Lorca, Azorín y Unamuno -a los que llevó a Albacete-. José S. Serna, el “patriarca de las letras albacetenses”, fue en definitiva un intelectual considerado como el maestro de todas las generaciones literarias albacetenses posteriores a la suya. En abril de 1983, un mes antes de su muerte, la Real Academia Española (RAE) a raíz de la publicación de su Diccionario Cómo habla La Mancha lo nombró Académico Correspondiente en La Mancha. Nombramiento que, según sus propias palabras, era “la mayor satisfacción de su vida”.

De su extensa obra literaria destacamos: 

  • 1922 (14 años) Diario de Albacete. Su artículo, titulado “El placer de la reconciliación”.
  • 1925 (18 años) Piruetas de la vida. Novela enviada al gran novelista Eduardo Zamacois, el cual le vaticinó “No dude usted de que le esperan en la carrera literaria triunfos envidiables, pues le adornan las principales cualidades que todo buen escritor debe tener”.
  • 1925 (18 años) El destino lo quiere… 
  • 1928 (21 años) Cuaderno Sentimental (estampas albacetenses). Prólogo de Eduardo Zamacois.
  • 1933 Yo perdonaré (Drama). Prologado de nuevo por Eduardo Zamacois. La excelente puesta en escena fue del famoso escultor Ignacio Pinazo.
  • 1934 Siete caricaturas literarias.
  • 1951 El hombre que murió de un discurso, con grandísimos elogios en Ya, Dígame y Triunfo.
  • 1952 Toreo y azar de Pedrés. Una estampa muy valiosa del Albacete de los años 50.  
  • 1957 Hombres de tierra. Premio de la Diputación de Albacete, 1958.
  • 1960 Esas vidas en mi espejo (memorias de un escritor provinciano). Publicadas por entregas en la revista Cal y Canto.
  • 1965 Vida y fantasía de Azorín. 
  • 1970 Azorín: Albacete, siempre. Ilustraciones de Benjamín Palencia. Recoge todo lo que Azorín escribió sobre nuestra provincia. 
  • 1974 Cómo habla La Mancha. Diccionario manchego. 
  • 1975 La feria de los brazos abiertos.
  • En esos años dejó además en preparación Don Quijote, Baudelaire y otros ensayos. Ventura y Aventura de Descartes y Un drama demasiado vulgar (Novela). 

Terminamos. Pero no podemos acabar esta biografía sin añadir que fue un hombre entrañablemente familiar. Se casó en 1942 con Matilde Masiá y entre ambos crearon una extensa familia de siete hijos, que sienten por Albacete y su hermosa provincia manchega un amor tan profundo como el que les transmitió su padre, el abogado y escritor José S. Serna. 

Foto: 175 Aniversario ICALBA. Blog dedicado al 175 Aniversario del Ilustre Colegio de Abogados de Albacete (http://175aniversario.blogspot.com/). Consultado el 29-5-2024.

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