Conocí a José Sánchez de la Rosa, Pepe siempre para mí, hace ya muchos años (primeros 80 del pasado siglo) en el desaparecido diario La Verdad (tras cuatro décadas de vida) y su delegación albaceteña, especialmente en la calle Mayor de la ciudad. Este periodista y escritor, sin estudios superiores que yo sepa, se jubiló en 1995 y estuvo escribiendo casi hasta el final de su vida, según me cuenta su compañero y también mío, José Fidel López Zornoza, que fue el último delegado de dicho periódico hasta el año 2013, sólo unos meses después del fallecimiento de Pepe.
Nacido en Albacete capital, se dice de Sánchez de la Rosa que escribió miles de artículos periodísticos, tanto para la radio como para la prensa escrita, además de muchos libros, muy bien escritos, que demuestran que ha sido uno de los grandes conocedores de la historia local de la ciudad, parece que con mucha documentación y rigor por su parte, siendo muy llamativos y curiosos los relativos a la posguerra española, que son prácticamente la mayoría. Todo ello, en buena parte, cuando aún no existía Internet. Sus fuentes e información, supongo, eran la lectura que hacía de los textos, revistas o diccionarios y enciclopedias que consultaba. Es lo que había, más, con el tiempo, la radio y la televisión.
Sánchez de la Rosa, que procedía de una familia humilde de poco antes de nuestra guerra, nació en la calle Cornejo, donde por cierto yo tuve una pequeña casa durante muy poco tiempo (¡qué casualidad!), en el popular barrio de Carretas. Su padre era ebanista, que no carpintero, y guardia de asalto. Y, según mi compañero de profesión Pepe López, parece que inicialmente trabajó vendiendo ropa en un comercio local, nada que ver con los medios de comunicación por tanto. Fue un gran lector y curioso por naturaleza, en opinión del también compañero de ambos, suyo y mío en La Verdad, Miguel Ángel Pineda, Chopi. Y por ello, tal vez de allí le vino su gran afición para trabajar primero en la radio, Radio Albacete, entonces llamada EAJ 44, y luego en diversas publicaciones, sobre todo en el diario La Verdad, como queda dicho, donde también llegó a ser delegado.
Lo de la radio fue alrededor de los años 40/50 y lo del periódico a partir de 1973, cuando éste echó a andar. En la radio llegó a escribir y a poner su peculiar voz (ni alta ni baja, más bien grave) a unas crónicas muy vistosas y de calidad literaria, recogidas en el nombre de su programa, El molino de papel, en un libro publicado en 1995 por la Diputación de Albacete, como la mayor parte de su obra, al igual que La Decana, historia y anécdota de EAJ 44 Radio Albacete (SER), 2002.
En esta última publicación, el albaceteño aparece en numerosas fotos en blanco y negro, en las que entrevista a personajes de la actualidad de esos años, como Manuel Fraga, César González Ruano, José María Pemán, Nuria Espert, José Isbert o Xavier Cugat, entre otros muchos. El molino de papel, como tantos de los escritos de De la Rosa, recogía inicialmente algún aspecto de la actualidad local o provincial y en su remate final se iba a lo nacional o internacional, como que, por ejemplo, en 1950 comenzó la guerra de Corea, que acabó tres años después. Y todo ello, yo lo vi y viví, escrito a través de las máquinas Hispano Olivetti del momento. ¡Aún no habían llegado los ordenadores y menos se habían generalizado!
Por si fuera poco, Pepe Sánchez de la Rosa fue teniente de alcalde del Ayuntamiento de Albacete, concejal de Deportes, pregonero de la Feria en 1993 y cronista oficial de la ciudad desde 2002, aparte de Albacetense del año en 2006. Ganó, además, numerosos premios profesionales y, debido a la cantidad y calidad de su producción periodística y literaria, amante de la libertad y profunda, la Asociación de Periodistas de Albacete en los últimos diez años ha creado un premio que lleva su nombre, en defensa de un buen y honesto periodismo local y provincial, dotado con dos mil euros, si no me equivoco.
En su libro Balada de la calle Cornejo, 1983, el prologuista del mismo, Ramón Ferrando, que fuera su jefe directo y primer director de La Verdad de Albacete, dijo que es un texto que “rezuma humanismo y cal” y también afirmó lo siguiente: “…las veredas del amor y la esperanza, junto al recuerdo y los viejos molinos de papel que giran y giran sus alas ininterrumpidamente”. Después de este su primer libro impreso, Sánchez de la Rosa publicó Regreso a la calle Cornejo, 2007, relatos de los años 50 en los que son frecuentes palabras como el hule que servía entonces de mantel de cocina, siempre enrollado en un palo; la lámpara de chorrillos, o la estufa de serrín.
Aquí, en ambos libros prácticamente, el escritor Andrés Gómez-Flores sostiene que su estilo le recuerda al de Azorín o a González Ruano y que: “…las dotes descriptivas de Sánchez de la Rosa y su maestría de narrador quedan patentes, una vez más, en esta caja de postales literarias para la eternidad”, diciendo asimismo que la suya es “…una literatura costumbrista entreverada de finos adornos de modernidad, propios de un joven autor como él”. Estoy bastante de acuerdo con sus palabras.
Pero mejor que no lo diga el mismo Sánchez de la Rosa: “Mi calle, todos los pasos me devuelven a ella, huelo las rosas de mis macetas, con el barro hasta los tobillos, como aquel día que llovió tanto y era, la lluvia digo, un mensaje de fecundidad interior, algo presentido que se haría realidad en cuanto atravesara, barrio abajo, la tienda de Perico Soria, al lado de la placeta”. Muy bien escrito digo, como él diría.
En Regreso…, además, este gran periodista y escritor albaceteño que en buena medida estoy descubriendo ahora, no me importa decirlo, habló mucho de las cartillas de racionamiento de la época y del estraperlo; de la llegada a Albacete de los brigadistas internacionales en octubre de 1936; del bombardeo alemán de la Legión Cóndor en esta ciudad el 19 de febrero de 1937, que causó numerosas víctimas mortales en ella; de los múltiples oficios que se daban en dicha calle: cuchilleros, albañiles, zapateros remendones, carpinteros y tenderos, mecánicos, electricistas… Había huertas por todos lados, vaquerías, corraletas y establos… Era el Albacete del momento, se supone que muy parecido al del resto de España. Aparecen también, reflejados por la pluma de De la Rosa, los toreros locales de los años 40 y 50, Juan Montero, Pedro Martínez Pedrés y Chicuelo II.
Se pasó mucha hambre en la postguerra, como es sabido, y por eso aparece por estas páginas, por ejemplo, la monda de las lentejas, no era cuestión pero, si tenían bicho alimentaban más… en fin, o los charlatanes, los braseros de picón, los vehículos con gasógeno, la muñeca Mariquita Pérez que en 1942 costaba 86 pesetas… hasta el estadio de fútbol Carlos Belmonte, inaugurado en 1960, se muestran por aquí…
Y cómo no, el cine: José Sánchez de la Rosa fue un enamorado del séptimo arte, su gran pasión junto a la escritura y la lectura, según el Chopi, Miguel Ángel Pineda, que se dedicaba en los primeros tiempos heroicos de La Verdad a enviar los textos y fotos por el fax del momento (máquina copiadora desk se llamaba), a la redacción central de Murcia, donde se imprimía el periódico. El cine sí, Pepe no podía ni debía omitir el No-Do en sus textos, recordando como desde 1943 era obligatorio que se proyectara en las salas, antes del comienzo de la película y hasta la muerte de Franco en 1975, ya hace casi cincuenta años.
Así, Pineda me cuenta que Pepe era muy celoso de su trabajo y que pasaba en él más horas que un reloj, como vulgarmente se dice. También, que tenía una importante biblioteca en su casa, junto a su mujer y sus dos hijas, nietos incluidos. Recuerda Chopi un consejo que le dio De la Rosa, algo parecido a esto: “mejor escribir cinco líneas que diez, sin repetir nunca el mismo adjetivo”. Y se lo decía porque él, Pineda, tuvo que hacer más de una vez textos periodísticos. Pepe era moderado, políticamente hablando, y así se daba a conocer en sus escritos. Un hombre tranquilo y sencillo, que se hizo a sí mismo y que no llegó a pasar necesidades gracias al periódico que, según Miguel Ángel, le gustaba más que la radio, que también mucho le atraía, ahora que en 2024 se ha cumplido el primer centenario de la radio en suelo español.
A Pepe, en otro orden de cosas, le gustaba mucho la Feria de Albacete. Era diabético y ello, tal vez, le llevó a su final. También los viajes le llamaron mucho la atención, se supone que en sus vacaciones o ya jubilado. Todo ello se recoge en sus libros Viajes alrededor del Altozano, 1990, y Un manchego a bordo, 1997, con fotos a color realizadas por él mismo, donde llega a decir que tenía una “irresistible curiosidad”, apunto yo que por conocer cosas, personas y países, dando la impresión por sus muchas fotos y escritos que le gustaron especialmente los Estados Unidos de América.
Para finalizar, me apetece añadir aquí un par de anécdotas que tuve con Pepe Sánchez de la Rosa, cuando colaboré en su periódico, La Verdad, de forma puntual, haciendo información deportiva y de todo tipo. Entonces había mucha “topera” de humo de tabaco y algún que otro whisky de por medio en la redacción; aparte del “humo” figurado que echaban aquellas viejas y pesadas máquinas de escribir, de lo rápido que escribíamos los redactores como Pepe, golpeando sus teclas con no poca fuerza. Allí, en ese ambiente y en algunas ocasiones, él me veía y se refería a mí diciéndome: “don Nicanor tocando el tambor”, aquel desaparecido juguete artesanal consistente en un pequeño muñeco de cartón con un pito y sus brazos tocando ese instrumento musical (me he enterado ahora), un Nicanor pues de nombre similar al mío, Nicasio. También decía, supongo que a todo el mundo que le escuchara en esos momentos, que la vida es “emífera”, como suena. ¡Cuánta razón llevaba!