De formación autodidacta. Aunque su obra más reconocida es en el ámbito de la escultura y las vidrieras, cultivó otros géneros como el dibujo, la pintura, la decoración, la fotografía, etc.
Juan Antonio Giraldo Fernández de Sevilla nace en Villanueva de los Infantes en 1937. En 1942 sus padres se trasladan a Membrilla, y más tarde a Manzanares (Ciudad Real). Es aquí, donde a los dieciocho años influenciado por el pintor manchego Antonio Iniesta comienza a pintar. Pronto, a través de revistas, descubre el arte abstracto. Es cofundador en Manzanares del grupo de teatro “Lazarillo”. Pero sería un viaje por Europa a principios de los años sesenta lo que le llevaría a utilizar la escultura como principal medio de expresión. Allí descubrió la obra de la artista Marta Pan, la de Brancusi y Max Bill. En ese mismo viaje nace su interés por las formas escultóricas, por el modelado del espacio a través de la forja. En 1962 Giraldo contacta con Luis Garrido, fundador de Estampa Popular y se relaciona con algunos de los miembros de este movimiento artístico, como fueron José Ortega, Javier Clavo y Ricardo Zamorano.
En 1963 decide instalarse en Madrid. Comparte estudio a finales de los sesenta con varios jóvenes, entre los que se encontraba Julián Gil, reconocido pintor constructivista. Allí conoce al escultor José Luis Sánchez, incorporándose al taller en prácticas. Con él aprendió la técnica de los murales en hormigón, así como el trabajo en bronce, de los que realizó años después varios ejemplos en su estancia en las Islas Canarias, fijando su residencia en Gran Canaria a partir de 1968. En estos años, Giraldo ensaya una figuración abstracta en bronce de sesgo informalista. En 1967 viaja a Holanda y es admitido en el Ateliers Academie 63 de Haarlem.
Aquí coincidiría con el escultor Nicolaas Visser, representante del constructivismo abstracto minimalista. Algunas obras del escultor infanteño de finales de los setenta, como Siete (1976), Demos (1976), Oulu I (1978), recuerdan formalmente a las de Visser: una base de mármol sirve de bandeja para soportar figuras de hierro. La calidad de las obras llevó a la crítica del momento a interesarse por su producción. Críticos y escritores como Eduardo Westerdahl, José Hierro, Ignacio Vasallo, Giralt-Miracle, Rodríguez Aguilera, Zaya, Hernández Perera, etc. dedicaron artículos al estudio y análisis sobre sus creaciones. Una de las revistas más importante de aquellos años, Guadalimar, situó la obra de Giraldo, a partir del rotundo éxito de la exposición en la Galería Rayuela (Madrid, 1979), junto a la de los grandes escultores españoles del momento: Chillida, Serrano, Chirino y José Luis Sánchez. De esta exposición surge también un primer contacto con la publicación Cambio 16, que dos años después le haría un encargo para celebrar el aniversario del rotativo (1981). Para esta obra, realizó uno de sus reconocidos múltiples.
En las siguientes décadas que cierran el siglo XX, el trabajo de Giraldo llega a unas cotas de producción inimaginables que solo pueden entenderse por tres características que, definen la manera de trabajar del artista: dedicación, disciplina y exigencia. Su vida se centraba en el taller, como un alquimista, con horarios interminables. La participación en la mayor feria de arte contemporáneo en España, no es más que otro ejemplo de la trayectoria del escultor. Así, la Galería Vegueta en ARCO 83, entre los artistas que representó, además del propio Giraldo, estuvieron presentes Juan Bordes, Cruz Prendes y García Álvarez. Cuatro años más tarde, en ARCO 87, volvería a participar a través de la Galería Attiir, junto al pintor Jorge Ortega. En 1987 recibe el primer premio de escultura del Certamen Regional de Artes Plásticas de Castilla la Mancha con la obra Titus Copérnico II.
En colaboración con numerosos arquitectos realizó vidrieras, entre otras para la Catedral gótica de Las Palmas y Banco de España. Dentro de esta técnica se especializa en las plomadas con vidrio pintado al horno con grisallas y amarillo de plata. Tiene esculturas en espacios públicos, tanto en las Islas Canarias como en la Península. Ha realizado exposiciones en Las Palmas, Barcelona, Oviedo, Madrid, Valencia, Estocolmo, Santa Cruz de Tenerife, Nueva York, Los Ángeles, etc. Y obras escultóricas en varios países de Europa, Japón y Estados Unidos.
Es académico numerario de la Real Academia Canaria de Bellas Artes. Tiene el gran premio de escultora de las Palmas y asimismo el de Escultura de Castilla La Mancha. Es autor de la escultura Jámila en Villanueva de los Infantes y en esta ciudad ha dejado para la posteridad, el conjunto escultórico del Quijote, situado en la Plaza Mayor. Además de la escultura, las vidrieras, especialmente en edificios religiosos, como la realizada en el Templo Ecuménico (San Bartolomé de Tirajana) o el Banco de España (Santa Cruz de Tenerife). Es hijo predilecto de su ciudad natal, donde reposan sus cenizas en el cementerio católico de san Antonio Abad.
Bibliografía:
- Almeida Aguiar, A. S., “Juan Antonio Giraldo forjador de la luz y el espacio”, El País (25-1-2023).
- Jiménez García, A., Conjunto escultórico homenaje a Cervantes: “El Quijote y Sancho en el lugar de La Mancha”. Folleto (2008).
- Pedrero Muñoz, E., Estilos y tendencias de las Artes plásticas en la provincia de Ciudad Real (1900-2005), Ciudad Real, Diputación Provincial, 2010.