Juan de Antequera López, más conocido como Tomás de Antequera, nació en Valdepeñas (Ciudad Real) el 7 de julio de 1920 en el seno de una familia humilde y muy numerosa. Fue el hijo menor de 23 hermanos, aunque solo sobrevivieron trece. El cambio de nombre es consecuencia de un equívoco familiar puesto que en el registro civil figura como Juan, mientras que en la parroquia le habían asignado otro distinto, pero desde muy pronto él se decantó por Tomás, y así es reconocido.
Seguramente, empujado por la precariedad de la época e influenciado por el ambiente familiar y un entorno aficionado al cante, desde muy pronto actúa en las tabernas y cines de su ciudad natal y en la zona de La Mancha, demostrando sus cualidades para la copla y el flamenco. Al estallar la Guerra Civil fue llamado a filas y se incorporó al ejército republicano en el frente de Madrid. Allí, junto a otros artistas, organizaron espectáculos para entretener a los soldados cantando cuplés.
Tomás de Antequera empezó a cantar en la capital en tabernas y cafés que había en los alrededores del Rastro, tales como el café Europa o el desaparecido teatro de la Ribera de Curtidores. Finalizada la contienda, y tras el servicio militar, pasó a formar parte de las compañías de variedades que hacían giras.
Cuando actuaba en el café Millán, le llegó el primer contrato discográfico. Recorrió todo el país, pero triunfó especialmente en Madrid y la sala del Molino Rojo se convirtió en la clave para conseguir la fama y el reconocimiento.
En los años 50 se instala definitivamente en Madrid y forma parte de la compañía de Emilio el Moro. Aunque en 1948 publica un disco sencillo, sin duda el éxito le llega en 1952 con la tonadilla “Doce cascabeles”, pues un año más tarde fue la canción que más derechos de autor recaudó.
Durante los años siguientes su estilo fue la copla y canciones aflamencadas convirtiéndose en un personaje muy conocido en el ambiente artístico. Algunos de los temas más populares de su repertorio fueron “La Gabriela”, “La Macarena”, “Campanero”, “Romance de valentía”, “Manto de Amargura” o “Zambra de mi soledad”. Pero sin duda después de “Doce Cascabeles” el “Romance de la reina Mercedes” fue otro de sus grandes éxitos, melodías que interpretaba con su voz tan particular y exclusiva. Esta canción compuesta por los prestigiosos Quintero, León y Quiroga fue grabada por la gran Concha Piquer y después interpretada por Paquita Rico o Marifé de Triana, pero la grabación de Tomás de Antequera no desmerece en absoluto a estas grandes artistas de la copla.
Dos particularidades muy significativas le identifican en su manera de interpretar. Sus chaquetillas diseñadas por él mismo adornadas con lentejuelas y otros aderezos, vestuario que aún se conserva en el Museo del Traje de Madrid. Además, le caracterizaba la utilización de crótalos, que son unos pequeños platillos de metal manejados al modo de castañuelas aunque sujetados de forma diferente por los dedos pulgar y corazón de cada mano. A este instrumento musical de origen africano les llamaba de forma ocurrente y graciosa como sus “chinchines”.
Pero al igual que Miguel de Molina, su condición sexual y una supuesta tendencia a favor de la fallida República fueron motivos suficientes para que ciertos sectores represivos de Falange le prohibiesen actuar durante una temporada. Sin embargo, nunca pensó en el exilio a pesar de la intimidación y las amenazas. Aunque él sospechaba que aquella prohibición tuvo más que ver con la envidia y las divergencias e intereses empresariales de los diferentes locales donde actuaba, puesto que nunca transgredió ninguna norma.
También cruzó el Atlántico e hizo las Américas, que suele decirse en el argot artístico. Sin embargo, donde tuvo notoriedad fue en los teatros de Madrid como el Calderón, La Latina, el Maravillas o el Circo Price. Aunque nunca tuvo compañía propia, sí participó junto a la mítica Amalia Molina, y compartió escenario junto a las grandes figuras de la época como Marifé de Triana, Gracia Montes, Conchita Bautista, Gloria Romero y tantos otros nombres famosos del género.
Pero fue a partir de la década de los 60 cuando su prestigio empezó a decaer, puesto que otras modas y otros ritmos iban restando popularidad a la copla. En los años setenta se retiró de los escenarios.
Fue más tarde, en 1978, cuando participó en el programa de TVE Cantares. Entre los años 80 y 90 actuó en diferentes salas de Madrid gracias al también valdepeñero de adopción Paco Clavel que le apoyó intentando rescatar un género que desconocía la progresía madrileña, tan deseosa de novedades musicales, aunque fuesen underground o marginales. Melodías que definitivamente iba quedando relegadas a la añoranza.
Según algunas noticias su última actuación en público fue en el café Manuela en 1985, en Malasaña, Madrid, ante un público entregado. Sin embargo, Tomás de Antequera estuvo programado durante los cuatro últimos días de julio de 1987 en la célebre sala “Elígeme” situada en el citado barrio de Malasaña.
En lo personal era una persona sencilla que siempre estuvo vinculado a su tierra. En la Semana Santa valdepeñera era habitual verlo cantando saetas. Sus particulares gafas negras escondían su mirada, tratando de preservar una afección ocular progresiva que casi le provocó una ceguera al final de su existencia.
Además de que nunca perdió la popularidad entre sus paisanos, tuvo el privilegio de que en vida rotularan la popular calle de La Fábrica con su nombre en la ciudad que le vio nacer. Tiempo después, el escultor José Lillo Galiani forjó un busto de su figura que está situado en el Paseo de Luís Palacios de Valdepeñas.
El 4 de marzo de 1993, y tras una larga enfermedad, fallecía en Madrid y, por deseo expreso, está enterrado en el cementerio municipal de Valdepeñas junto a sus padres.
Años más tarde se realizó una exposición-homenaje donde se mostraron algunas piezas de su vestuario y discografía para que las nuevas generaciones conociesen su legado en un intento de preservar la memoria de este grande de la copla.
Discografía
Álbumes de estudio
- Canta Tomás de Antequera (Acropol, 1969).
- Tomás de Antequera (Zafiro, 1970).
- Tomás de Antequera (Caudal, 1976).
- Museo de la Copla (Abanico, 1988).
- Romance de la Reina Mercedes (Perfil, 1992; Helix, 2001).
Sencillos y EP
- La Niña De Lucena / Faraón… No Fue “Cañí” (1948).
- Doce Cascabeles (1952).
- Manto De Amargura / Vente «Pa» La Mina (1953).
- Agua En Mi Desierto / Échale Valor (1960).
- Romance De La Reina Mercedes / María Virtud (1960).
- Zambra De Mi Soledad / Fandangos (1961).
- Caballito Moro / Que La Infanta No Ha Muerto (1966).
- A La Virgen Macarena (1967).
- Campanero Jerezano (1967).
- Romance de la Reina Mercedes / Ni Alemania Ni Francia (1970).