Macario Blas y Manada. Farmacéuticos, https://www.farmaceuticos.com/. Consulta 20-9-2024.

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Juan de Dios Blas Martín
Almiruete (Guadalajara).
1835 -
Madrid.
1919.
Funcionario, comerciante y escritor.

Nació en la localidad de Almiruete (Guadalajara), en la Serranía del Ocejón, en 1835; hijo de quien fuese secretario del municipio, del mismo nombre, cargo que heredaría Juan de Dios Blas, quien lo ejercería en la vecina localidad de Taragudo primero, y su Almiruete natal después.

Un hecho circunstancial lo lanzaría a la fama, local primero, regional después y, finalmente, a la nacional, hasta hacerse un hombre popular y conocido. Se trató del robo ocurrido en la iglesia del pueblo de Almiruete en el mes de octubre de 1868, acompañado de su inesperada resolución, ya que fue Juan de Dios quien, tras sospechar de quién se trataba, descubrió al autor, el cual terminó quitándose la vida. Según la voz popular, roído por la mala conciencia.

De cómo llegó a la conclusión de quién fue el autor del robo y de cómo, a través de su persecución terminó confesando el lugar en el que escondió el botín, antes de terminar con su vida, hizo relato Blas Martín en cuartillas y verso que repartió por los pueblos vecinos siguiendo el estilo de los romanceros de cordel. Lo que le llevó a darse a conocer en la comarca y animó sus deseos de dedicarse a la literatura. Juan de Dios Blas, aunque los tiempos fuesen muy distintos a los actuales, no estaba preparado para la pluma tal y como lo entendían los literatos del siglo XIX. A pesar de que decidió intentarlo.

Por ensanchar fronteras y mejorar de estado y fortuna tomó el camino de Madrid en 1870, dejando atrás los cargos de responsabilidad en el municipio, para ponerse a trabajar de dependiente en un comercio de ropa. Un bazar conocido en aquel Madrid entonces pueblerino, bazar llamado de San Antonio, en la calle de la Corredera Baja, que no tardaría nuestro protagonista en regentar, haciéndose con el traspaso del local y ampliando el negocio a toda clase de vestimentas, telas y objetos para la casa.

Al tiempo que regentaba su comercio se dedicó a publicar numerosos poemas, y lo que él definió como pensamientos, en la prensa. Del mismo modo que pensamientos y pasquines regalaba a sus clientes, en los que daba a conocer sus poemas morales. Siendo de alguna manera tomado a chanza por los ilustres periodistas y escritores de su tiempo, que decían de él: … puede decirse, como dijo Zorrilla y con mayor razón, que brotó al borde de la tumba de un malvado. Inescrutables misterios de la providencia, que saca un poeta de un crimen, y otras veces permite que suceda lo contrario. Haciendo memoria al modo en que Juan Blas llegó al mundo literario.

La buena marcha del Bazar de San Antonio de la calle de la Corredera le permitió abrir un segundo y más amplio local, el llamado Bazar de La Latina, en la calle del Humilladero, que le hizo rico, dedicando parte de su fortuna a la edición de sus obras en verso, así como de algún que otro libro de cuentos. El más famoso sus Cuentos de Viejo, en el que dejó reseña de cómo era el Almiruete que él conoció y lo lanzó al mundo de la literatura.

Llegó a escribir y publicar más de 1.500 poemas distribuidos entre su clientela y dados a conocer a través de la prensa que, a finales del siglo XIX, cuando la salud le comenzaba a faltar, reconocía su ingente labor. Junto a sus poemas editó sus consejos, al Gobierno del reino y al Ayuntamiento de Madrid, al que se permitió aconsejar la manera de cómo convertir la capital del reino en una ciudad industriosa.

Al fallecimiento de su esposa, en 1897, ideó la manera de que el pueblo la recordase y su memoria se mantuviese a través del tiempo. Reconstruyendo la ermita entonces abandonada de su pueblo, y restaurando las imágenes que se encontraban almacenadas en ella. Ya que comenzaba a ser un conjunto informe de ruinas tras el desplome del tejado. Sin que el municipio tuviese medios de llevar a cabo unas obras imposibles.

Las obras concluyeron y se inauguró la ermita, el 22 de agosto de 1899. El propio Juan de Dios se encargó de redactar el acta de inauguración, que es una especie de resumen de su vida y obra: “En el pueblo de Almiruete, a 22 de agosto de 1899, siendo las ocho de la mañana y reunidos bajo la presidencia del Sr. D. José García Bayllo, cura ecónomo de esta parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, los Sres. D. Luis Díaz, párroco de la villa de Mochales y antes de Palancares, y cura ecónomo de Almiruete; D. Desiderio Morena, cura párroco de Palancares…”.

Todavía, tras dejar en orden la ermita y dotar al pueblo con toda una colección literaria de sus obras principales, para obsequio de la juventud futura, continuó escribiendo sus “pensamientos”. E hizo más, en 1918 dio a la imprenta un folletito al que puso el título de La antigüedad de la fiesta del día 8 de mayo a la Virgen de los Enebrales, por el pueblo de Almiruete; y costeó las fiestas de aquel año que tuvieron lugar, en honor de la patrona, en Tamajón (Guadalajara).

Un año antes de fallecer dio a la imprenta el que sería su último trabajo: “Herencia que va a dejar esta guerra a la Europa y al Mundo entero”, editado con ocasión del final de la Primera Guerra Mundial, ya que corría el año de 1918; y con anterioridad a esto había dejado escrito un curioso artículo mediante el que desmadejaba los impuestos que pagaban los españoles por provincias y regiones, con un apartado sobre lo que se pagaba en Madrid y en Barcelona, al hilo de uno de los muchos intentos de separatismo que, tras dar cuenta de que los madrileños pagaban a la hacienda pública prácticamente el doble que los catalanes, concluía diciendo, al hilo del coste de los productos, que se dispararía tras una eventual independencia, o anexión catalana a la república francesa, que era lo que entonces se trataba: “Estamos seguros de que no habrá un fabricante que esté en su cabal juicio que pida la separación de Cataluña de la madre patria”. La obra “El debe y haber de la Nación”, es un conjunto de sumas y restas que a él le funcionaron en sus negocios.

Murió en Madrid, el 28 de julio de 1919. La prensa se hizo eco de su fallecimiento: “Juan de Dios Blas. Otro amigo que desaparece, después de haber consagrado su larga vida a un trabajo honrado y constante, merced al que consiguió reunir una fortuna que unida a su nombre honorable lega a su desconsolado hijo. A más de un comerciante inteligentísimo, versificaba con gran facilidad y no pocos trabajos suyos vieron la luz en las columnas de los periódicos”. Recibió sepultura al día siguiente en la Sacramental de San Justo y San José, de Madrid.

Su firma fue habitual, desde 1870 hasta pocos meses antes de su fallecimiento, en los más dispares medios de prensa nacionales, entre ellos: El Diario de Córdoba; El Faro de Castilla, de Segovia; La Liga Agraria, de Madrid; El Ideal, de Madrid; El Correo Español; El Estandarte; El Heraldo de Madrid; El Liberal; El Siglo Futuro; La Crónica, de Guadalajara; La Gaceta de la Bolsa; La Época; Madrid Científico; La España Regional; Las Baleares; El Eco de Navarra; El Bien Público, etcétera.

A través de ellos, y de extensos artículos, dio a conocer sus ideas y pensamientos, sociales y políticos, así como sus profundas ideas religiosas; siendo un hábil y contumaz polemista.

Fundó su propio periódico: El Despertar de la Nación, que vio la luz el 1º de enero de 1870, y que se editaría por espacio de tres meses.

Su obra, económica y literaria sería continuada por su hijo, Macario Blas, nacido como sus padres en Almiruete, en 1863, marchando a Madrid junto a sus padres cuando aquellos dejaron la población.

Si en Almiruete llevó a cabo sus primeros estudios, en Madrid los continuó en el Instituto San Isidro, de donde pasó a la Universidad Central para doctorarse primeramente en Derecho y después en Farmacia, especialidad en la que igualmente fue Doctor, titulando el trabajo que le dio acceso al doctorado: “Los alcaloides de las solaneas”.

Dejó a un lado la especialidad de derecho para desempeñar el oficio de farmacéutico a lo largo de su vida profesional. Oficio en el que destacó dentro de vida social madrileña; siendo un firme defensor de la profesión, e integrándose en la Junta Directiva del Colegio de Farmacéuticos.

Fue inspector de servicios de Sanidad, fundador y propietario de la revista periódica “El Monitor de la Farmacia”; así como miembro de honor de la Societè de Pharmacie d’Anvers.

Contrajo matrimonio en Madrid con María del Amparo Álvarez Redondo, matrimonio del que nacerían cuatro hijos: María de la Concepción; Fernando, Antonio y Luis.

Falleció en Madrid en 1941, no sin antes dejar una extensa obra literaria, en su mayor parte relacionada con el mundo médico y farmacéutico.

Obra principal:

  • Impugnación de las doctrinas del folleto de Suñer, el Dios de Suñer y Capdevilla (Madrid, 1870).
  • Los cuentos del viejo (Madrid, 1887).
  • El librecambio, ante la realidad y los hechos (Madrid, 1891).
  • El debe y el haber de la Nación (Madrid, 1892).
  • El Canal del Jarama, y la Exposición Universal (Madrid, 1892).
  • Las conferencias de Arnaldo y Veremundo (Madrid, 1892).
  • Desastres Financieros. Modo de evitarlos y de amortizar la deuda total de la nación con poco quebranto (Madrid, 1898).
  • Mil pensamientos o máximas morales, sociales y religiosas (Madrid,1902).
  • Maravillas de la Creación (Madrid, 1907).
  • Pensamientos Sociales (Madrid, 1911).
  • Acerca de la Antigüedad de la fiesta del 8 de mayo a la Virgen de los Enebrales por el pueblo de Almiruete (Madrid, 1918).
  • Herencia que va a dejar esta Guerra a la Europa y al mundo entero (Madrid, 1918).

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