1. Detalle de la primera plana del periódico dirigido en Toledo por Julián Castellanos y Velasco.

Galería

Julián Castellanos y Velasco
Toledo.
1829 -
Madrid.
1892.
Escritor, periodista y político.

Julián Castellanos y Velasco nació en Toledo en torno al año 1829 y vivió vinculado a la ciudad hasta principios de 1869 en que la abandona para instalarse de manera definitiva en Madrid.

Las primeras referencias sobre su actividad literaria y periodística las encontramos en el año 1859, en el que su firma aparece de forma asidua en el periódico La Ribera del Tajo, Álbum de ciencias y literatura, donde se incluyen colaboraciones de Julián Castellanos (por lo general poemas de corte romántico y tema amoroso o de exaltación de las bellezas de la mujer, junto a textos en prosa de tema histórico) en casi todos los números de la publicación. En el mismo año escribirá, en colaboración con Francisco de Paula Velázquez y Lorente y Gabriel Bueno (también ambos colaboradores asiduos de La Ribera del Tajo) una loa teatral titulada España y África, que se estrenó en el viejo coliseo toledano (antepasado del actual teatro de Rojas y heredero del corral de comedias conocido como el Mesón de la Fruta), el 30 de noviembre de dicho año. La recaudación se destinó a apoyar las acciones españolas en la guerra contra Marruecos (octubre de 1859-abril de 1860).

En 1865 aparece el único libro de poesías del que tenemos constancia, escrito también en colaboración con Gabriel Bueno y titulado Flores y espinas, una colección de poemas serios y jocosos.

A partir de abril de 1866, Julián Castellanos colabora en el periódico El Tajo (dirigido por Antonio Martín Gamero [1823-1874]), donde inició, en enero de 1868, una sección literaria titulada El juglar. Colección de cuentos, leyendas y tradiciones, una serie de textos breves, publicados por entregas, que pervivió hasta la desaparición del periódico, en junio del mismo año. Los relatos son de tono legendario y la mayor parte de ellos sitúan su acción en Toledo; algunos reescriben leyendas tradicionales y otros son creaciones propias del autor.

También en 1868, Castellanos fundó el periódico ¡Adelante! Crónica revolucionaria de la provincia de Toledo, del que fue director hasta enero de 1869 y cuyo primer número salió a la luz el 1 de noviembre. Se publicaba dos veces a la semana (jueves y domingos) y defendía los valores democráticos y liberales emanados de la revolución de septiembre de 1868, conocida como la Gloriosa, que expulsó del trono a la reina Isabel II. En el primer número, nuestro autor publica un artículo de fondo titulado «Menos tolerancia», que supone una declaración de principios revolucionarios y un ataque a la monarquía absolutista de Fernando VII y su hija Isabel II, donde plantea que no hay que tener tolerancia con los tiranos, como se hizo en varias ocasiones con los citados reyes.

En el número 23 de este periódico (del 21 de enero de 1869), una nota informa de que «Nuestro querido amigo D. Julián Castellanos, deja la dirección del ¡¡ADELANTE!! porque tiene necesidad de ausentarse de esta población». Sin embargo, sus leyendas por entregas (en la línea de las que publicó en El Tajo) siguieron apareciendo hasta el 11 de febrero de ese mismo año. Las causas de su marcha de Toledo nos son desconocidas, ya que no se explica en ningún momento qué tipo de necesidad lo obligó a «abandonar la ciudad que le vio nacer, donde deja infinitos amigos, y donde se encierran sus primeras ilusiones de la vida política y literaria».

Estas últimas palabras, no obstante, parecen mostrar un cierto desencanto, tal vez vinculado a la ciudad. En el poema «El último adiós», publicado en el número 6 del semanario madrileño La Mujer. Revista de instrucción general para el bello sexo, dirigido por la escritora y periodista Faustina Sáez de Melgar (1834-1895), del 16 de julio de 1871 (y fechado el 3 de julio), encontramos dos posibles motivos de esa necesidad de abandonar su ciudad: por un lado, la muerte en ella de su esposa («Por mi gusto tu recinto / jamás pisará mi planta […] / pues he llorado y sufrido / tanto, en tu recinto, ¡tanto!, / que a tu vista manan llanto / las fuentes de mi dolor», le dice a la ciudad); por el otro, el desengaño por no ser valorado en su propia tierra («que eres para los extraños / una madre cariñosa, / y de tus hijos celosa / eres madrastra cruel», le recrimina).

Su llegada a Madrid supuso también el inicio de una intensa carrera literaria, en un primer momento como autor teatral y libretista de zarzuelas (Luisa, 1872; El fantasma de la aldea, 1878, etcétera) y luego, sobre todo, como novelista, siendo autor de decenas de novelas de corte folletinesco, con un gran componente romántico y truculento (Los discípulos de Caco, novela de costumbres, 1880-1881; El hijo de la noche o La herencia del crimen, novela histórica original, 1883; Castigo del cielo o Conspirar para morir, novela histórica original, 1884; La Virgen María, novela histórico-religiosa, 1885; La hija del crimen o La prometida de Satanás, novela histórica original, 1890; La ciega del Manzanares o Los hijos del ajusticiado, c. 1890; La bruja (anales secretos de la Inquisición), novela histórica, 1894-1897, entre otras muchas).

Del mismo modo, Castellanos sigue colaborando en la prensa, en medios como El Progreso y El Imparcial, además de fundar y dirigir, en sus últimos años, otro periódico, La Saeta, tal y como se anunció en un suelto en La Correspondencia de España, el 9 de abril de 1889: «Se ha publicado el primer número del periódico La Saeta bajo la dirección del conocido novelista Julián Castellanos». No obstante, no hemos podido localizar ningún ejemplar de esta publicación.

En lo que se refiere a su actividad política, fue miembro del Partido Demócrata Radical, donde colaboró con uno de sus principales dirigentes, Cristino Martos (1830-1893).

De su vida pública, cabe destacar que, siendo oficial primero del Gobierno civil de Madrid, vivió en primera línea el atentado fallido contra el rey Amadeo I (el 18 de julio de 1872), y, junto al propio gobernador civil, se enfrentó con los terroristas, a quienes detuvieron y llevaron ante la Justicia. Posteriormente, fue cronista oficial de la Villa y Corte (entre 1882 y 1889) y, desde los primeros meses de 1889, cronista de la Diputación madrileña.

Volvió a casarse en una fecha imprecisa y en mayo de 1892 contrajo una grave enfermedad que lo llevará a la muerte, acaecida en Madrid el 19 de octubre del mismo año, según recogen varias necrológicas aparecidas el día siguiente en la prensa. Así lo cuenta el diario madrileño La Libertad, el 20 de octubre: “ Ayer a las dos de la tarde sucumbió, víctima de una afección al pecho, nuestro inolvidable amigo el fecundo novelista D. Julián Castellanos. […] Antiguo soldado en las filas de la política, el Sr. Castellanos había padecido desde muy joven por la causa liberal, desempeñando cargos de alguna importancia. La ingratitud de quienes debían creerse obligados a sus servicios, le hizo abandonar el campo de las luchas políticas y del periodismo, y buscar en un hogar tranquilo el deleite que le proporcionaba su amor a las letras.

Brilló como autor dramático; en cuanto a la novela histórica y social, en la que descollaba sin rival hoy, pueden hablar mucho mejor que nosotros las bellas páginas que dejó escritas. Reciba su desolada viuda el recuerdo que hoy le dedica esta Redacción”.

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