Nació Laureano Cerrada Santos en la localidad de Miedes de Atienza (Guadalajara), el 18 de octubre de 1902, en el seno de una familia dedicada a la agricultura y la ganadería. Durante su infancia y parte de la juventud, él trabajó como pastor, hasta que a punto de cumplir los 18 años de edad, en septiembre de 1920 abandonó la comarca para marchar a Barcelona, donde determinó la búsqueda de una nueva vida.
No tenía entonces, Laureano Cerrada, demasiada instrucción en letras y números. En su pueblo había aprendió lo justo para un muchacho de su edad. A pesar de ello sabía escribir, leer y hacer números, lo básico para entrar a trabajar en cualquier parte o defenderse en la vida.
Llegó a Barcelona cuando la ciudad se preparaba para vivir aquellas revueltas obreras que concluyeron con el éxito de la jornada laboral de las ocho horas, y algunos logros más, tras la famosa huelga de ‘La Canadiense’.
Laureano Cerrada trabajó desde su llegada a Barcelona en uno de los sectores que más se movilizaron en las conquistas obreras: el ferroviario; y fue, al poco de su llegada, uno de los adalides de los sindicatos obreros que más se significaron en los años siguientes. Apenas iniciada su relación profesional con el mundo del trabajo se integró en los sindicatos ferroviarios, atraído tal vez por el pensamiento anarquista, y por el sindicalismo preconizado por la CNT, a la que el sindicato se adscribió.
En este ambiente de lucha, que podría ser definido como de guerra abierta entre las patronales, los sindicatos, los empresarios y los obreros, Laureano Cerrada conoció a algunos de los hombres que posteriormente marcarían su futuro ideológico. Numerosos de ellos, representantes sindicales y políticos de renombre en la izquierda sindical anarquista, morirían en los años siguientes; asesinados algunos y muchos más en los difíciles años que seguirían a la Dictadura de Miguel Primo de Rivera.
Por estos años conoció a José Alberola Navarro, maestro racionalista y seguidor de las ideas de Francisco Ferrer Guardia, quien llegó a Barcelona, a la escuela de El Clot, en 1918; y que se distinguió por estos años como miembro de la CNT en localidades como Olot, antes de iniciar una gira por la España minera, de propaganda y expansión sindicalista, afincándose definitivamente en Barcelona en la primavera de 1931, recién proclamada la República, siendo partidario, como otros numerosos cenetistas de la llamada “guerra y revolución”.
Laureano Cerrada sería un acérrimo seguidor y defensor de las ideas de Alberola, después de su abierta integración en el sindicato, y de conocer a la que por espacio de más de diez años sería su compañera, y madre de sus hijos, Rosario Falcó. A Rosario la conocería mediada la década de 1920. El 18 de noviembre de 1931 nacería su segundo hijo, Floreal. El 31 de agosto de 1928 había nacido una niña a la que dieron el nombre de Rosa.
El compromiso de Laureano Cerrada por estos tiempos lo tenía con sus compañeros de la CNT, con el sindicato de los ferrocarriles y con el anarquismo libertario, a los que sin duda llegó a poner por encima de su propia familia, de Rosario Falcó y de su hijo Floreal, aunque a ninguno de los dos abandonó un solo momento.
Tras el alzamiento militar o golpe de Estado protagonizado por una parte del Ejército y del empresariado el 18 de julio de 1936, Laureano Cerrada tomará parte en el asalto al cuartel de las Atarazanas, después de haber recorrido la ciudad de un extremo a otro, también tomaría parte en la ocupación de la Estación de Francia.
Por aquellos días Cerrada no era más que un simple vigilante del apeadero de la calle Aragón. Su actividad laboral, a causa de su actividad sindical, lo había condenado a ello, sin aspiraciones de ascender en la compañía. Tras la toma del Cuartel de Atarazanas, de la Capitanía General y de las calles de Barcelona, donde como uno más enarboló bandera y empuñó fusiles junto a Buenaventura Durruti, Laureano Cerrada se hizo con la Caja Central de la Administración de los Ferrocarriles y colgó a la entrada de la estación un cartel anunciando que quedaba requisada por la CNT en nombre de la revolución anarquista.
Después de alzarse en armas junto a la inmensa mayoría de los ferroviarios catalanes, a partir de 1937 se encargaba de la buena marcha de la colonia Espartaco, abierta en un antiguo palacete de la costa de Mataró, Can Garí, donde se acogía a niños huérfanos de la Guerra.
En plena Guerra Civil, el 21 de octubre de 1938 en la Clínica Ferroviaria de la calle de Campoamor, fallecería su mujer, Rosario, quedando Laureano a cargo de su hijo Floreal, con quien en el mes de febrero de 1939 cruzaría la frontera de Francia, siendo retenido en el campo de Vernet d`Ariège, ubicado entre las poblaciones de Le Vernet y Saverdum, en Ariège. En aquel campo fueron internados la mayoría de los hombres que cruzaron la frontera y se identificaron como miembros de las famosas columnas de Durruti. De allí saldría para integrarse en las brigadas de obreros españoles que fortificaron la línea Maginot, cayendo prisionero de los alemanes, escapando de estos, y uniéndose a la resistencia francesa, para la que trabajó falsificando documentos y colaborando en el robo de armas y vehículos, entrando en París con la Novena Compañía de Tanques, la famosa “Nueve”, vanguardia liderada por españoles del general Leclerc; en la que se inscribirían su nombre gran número de los divisionarios de la antigua División Durruti
A partir de aquí trabajará en la sombra por el fortalecimiento de la CNT, apoyando las guerrillas que desde los Pirineos trataron de regresar a España con el fin de derribar el gobierno de Franco; aportando armas, de las robadas al ejército alemán, y dinero, conseguido con robos a bancos o a través del asalto a la fábrica de calcografía Cartevalori, de Milán, en la que en 1945 se imprimía el papel moneda español, y de donde extrajeron las planchas de imprenta, con las que se imprimirían varios cientos de millones de pesetas, muchos de los cuales posteriormente serían arrojados, desde camiones, por las carreteras españolas, en un intento de colapsar la economía española.
No será su único golpe; también participará en varios atracos armados a bancos; así como en la falsificación de miles de entradas de fútbol o corridas de toros, organizadas por España en suelo francés, cuyos espectáculos, ante la gran avalancha de gente, tendrían que ser suspendidos.
Se convertiría de esta manera en uno de los principales sostenes económicos del sindicato, haciéndose cargo de la imprenta y periódicos libertarios, siendo reconocido como secretario del comité local de París, que dejaría finalmente en manos de Germinal Esgleas, compañero de Federica Montseny.
Sin duda, uno de sus mayores golpes sería el intento de atentado contra Francisco Franco, que financiaría de principio a fin; mediante el que, desde una avioneta, habían de arrojarse varias bombas sobre la embarcación en la que el entonces jefe del Estado contemplaría la final de las regatas de San Sebastián, el 12 de septiembre de 1948; atentado fallido, del que quedaría únicamente una protesta del Gobierno español al francés, por permitir el despegue de la avioneta desde aquel suelo. Al día siguiente, el propio Cerrada lo volvería a intentar, sin lograr hacer despegar al aparato.
También volvería a intentar atentar contra Franco en sus viajes a Barcelona y los Pirineos; continuando con la falsificación de papel moneda, entradas a espectáculos o billetes de la lotería nacional, que lo convertirían en millonario; muy a pesar de que el dinero obtenido lo empleaba en la lucha contra el régimen franquista. Por sus métodos sería expulsado de la CNT en 1950, tras uno de sus numerosos atracos al banco de París, del que resultaron varios muertos; siendo detenido y encarcelado entre 1950 y 1954; reanudando su actividad a la salida de prisión.
Su última detención, por falsificar papel moneda, tendría lugar en el mes de mayo de 1970, cuando era considerado como uno de los falsificadores más hábiles de Europa; en el registro de su casa se encontraron planchas para falsificar la totalidad de billetes de la Lotería de Navidad de España, para ese año. Saldría de la cárcel en 1974, sin que, a partir de aquí, se le conociesen más actividades delictivas.
La muerte de Franco, y la publicación de algunos reportajes en torno a su vida, y atentados, atrajo la atención de una conocida revista española hacia Laureano Cerrada, para la que comenzó a contar su vida, comprometiéndose a escribir sus memorias. La publicación de aquellos reportajes lo devolvió a la vida pública en 1976; mas la publicación de sus anunciadas memorias no llegaría nunca; tras la publicación de uno de aquellos reportajes, la mañana del 18 de octubre de 1976, Laureano Cerrada sería asesinado en París por alguien de su entorno, sin que en ningún momento se identificase a la persona que disparó contra él, y con quien recorrió algunas calles, saliendo de la cafetería en la que habitualmente se reunía con sus conocidos.
Nadie supo, o quiso saber, quién era el hombre que presuntamente había disparado y causado la muerte a Laureano Cerrada, si bien la policía, tanto española como francesa no dudó de que se trató de un “ajuste de cuentas entre delincuentes”.
El 3 de noviembre, la revista para la que contaba sus acciones, publicaba, con la noticia de su muerte y entierro: “El presunto autor de la muerte de Cerrada es un hombre que en 1951 le delató a la policía. Esta delación aparecía en un dossier que habría de ser sacado de los archivos del Palacio de Justicia por medio de un abogado al que Cerrada pagó para este fin. Este dossier parece ser el móvil del crimen”. El dossier formaba parte de lo que habían de ser sus memorias.
Bibliografía:
- César Galiano Royo, Laureano Cerrada, el empresario anarquista, Madrid, Pepitas de Calabaza, 2009.
- Gismera Velasco, Laureano Cerrada: Matar a Franco y otros golpes de audacia, Independently Publisher, 2020.
- Gismera Velasco: “El gran falsificador y sus golpes de audacia”, Nueva Alcarria, Guadalajara (22-11-2021).
- Gismera Velasco: “Laureano Cerrada, el gran falsificador que nació en Miedes de Atienza”, Nueva Alcarria, Guadalajara (25-5-2023).