José María Lozano López nació en el pueblo murciano de Moratalla, el 17 de septiembre de 1880. Se incorporó como maestro en la Escuela Pública de Niños en Alcolea de Calatrava (Ciudad Real) con veintisiete años, donde ejerció durante tres cursos, hasta 1910. Ese año fue nombrado para desempeñar su magisterio en la escuela elemental de Sevilla, donde permaneció hasta ser destinado a Toledo en 1916.
Antonio Heras, profesor de español en América y Francia, le dedicó en 1913, cuando José María Lozano desde Ciudad Real fue trasladado a Sevilla, una reseña en el Vida Manchega donde reconocía el carácter ejemplificador y su dedicación “sacerdotal” al magisterio, reseñando de sus publicaciones los temas que tratará en su trayectoria docente, como la educación femenina y la necesidad de infundir valores como la paz, la verdad, y la dedicación y perseverancia de la juventud (Vida Manchega, Ciudad Real, 15-5-1913).
Durante este sexenio en la capital hispalense comenzó su periodo de formación más fructífero. Hablaba francés y traducía además italiano y portugués. Aprovechó los cursos de inglés impartidos desde la Sociedad Económica de Amigos del País de Sevilla. Asistió también a clases de Historia de la Lengua Castellana del profesor Castro y durante siete años trabajó en varios temas sobre Arte con el catedrático de la Universidad de Sevilla, Murillo Herrera. Estudió como alumno “liberado” en la Facultad de Filosofía y Letras. Al final de su periodo hispalense realizó varios cursos sobre enseñanza de la lengua castellana en el extranjero y de dibujo. Organizado por la Junta para la Ampliación de Estudios participó en el Curso de Ampliación para Maestros a finales de 1914 (Memoria JAE, 1916, pág. 251).
Después de dos cursos en Toledo, fue nombrado el 16 de junio de 1919, director de la Escuela Normal de Maestros de Albacete, donde enseñó Gramática y Literatura Castellana. En la capital manchega ingresó en su Ilustre Colegio de Abogados y fue designado Delegado Regio de Bellas Artes de la Provincia de Albacete.
Tras la restauración republicana en Albacete, el 25 de julio de 1936, voluntariamente colaboró con la justicia, en un turno de oficio de defensa de los procesados, como señala Manuel Ortiz. Y falleció, según Antonio Selva, víctima de un bombardeo efectuado por la aviación franquista sobre Albacete el 19 de febrero de 1937, cuando contaba 56 años de edad. Tanto en el Instituto de Estudios Albacetenses como en el Archivo Municipal de Albacete podemos encontrar varias de sus obras, también de la época sevillana, sobre educación y arte.
De 1907 a 1922 cuenta su expediente en la Junta para la Ampliación de Estudios hasta nueve solicitudes para para ampliar sus conocimientos en el extranjero. A la vista de los trabajos que pretendía realizar, podemos deducir sus intereses educativos, que discurren desde el estudio de la organización docente en el extranjero, hasta la pedagogía, la música y la enseñanza artística. En 1911, tras su segunda solicitud a la JAE, obtuvo la preciada pensión para viajar a Europa, durante los meses de septiembre a noviembre de aquel año, formando parte de un grupo de 16 profesores (Memoria JAE, 1916, págs. 66 y 100), visitando Francia y Bélgica para observar “la metodología de las asignaturas” y “el espíritu del sistema”, según él mismo expresó.
Pese a posteriores solicitudes no fue atendido por la JAE excepto para realizar cursos de formación, aunque también pudo tener una influencia negativa, a nivel general, la Gran Guerra. No obstante es importante subrayar las notas que aparecen en su expediente de la JAE, tras su última solicitud, y en el que obró en contra su responsabilidad como Director de la Escuela Normal de Maestros de Albacete: “Desconocido pero recomendabilísimo a juzgar por la memoria que presenta, llena de espíritu moderno y de ideal”.
La pedagogía según Lozano López, debía utilizar la herramienta de la naturaleza: la escuela en el campo, con viajes y excursiones como instrumentos docentes, con talleres y “trabajos manuales” y más adelante “… se necesita desemsombrecer la escuela. Hacer que en ella entre el sol y la libertad… el maestro ahora es poco humano, poco artística. Y el niño lo que ha menester es ambas cosas, humanidad y arte, vida y belleza, observación y crítica, luz y juicio, educado y sereno…”. Sobre “pedagogía moderna”, como recuerda Teresa Marín, impartió un curso en Albacete, junto con el también pensionado Juan Bautista Llorca Martínez.
Otra idea importante fue la formación del profesorado: “…hay un grave problema en la pedagogía actual: el que los maestros nos capacitemos y la manera de remediar tal inconveniente [ausencia de profesor formados] no es el mandato, sino el estímulo”. Además, afirmaba que “…hoy un maestro no sólo debe ser un hombre docto, ha de ser un hombre bueno y un hombre fuerte” (Expediente JAE).
Por último, uno de los aspectos por los que se mostró más interesado, expuesto a los largo de sus solicitudes, fue la enseñanza de la música en las escuelas. La revista Anales de la JAE en 1913, recoge su opúsculo “La música y el canto en las escuelas” donde compara y describe métodos observados en su viaje europeo y alienta a su utilización.
